Aeropuertos y vecindad a la greña




Septiembre, 2005. El pasado 21 de septiembre los tripulantes de una avioneta de la empresa Paisajes Españoles tuvo un fallo de motor durante el despegue. Nada habría pasado de un lamentable accidente que acabó con la vida de dos experimentados profesionales a no ser que el aeropuerto de salida era el de Sabadell. Un aeropuerto que en los años setenta cuando este llevaba más de 30 años operativo, vio como se construyó un ciudad dormitorio que para mayor honra del dictador fue construida para que desde el aire simulase el contorno y relieve de la península. Hoy aquel barrio se convirtió en un municipio independiente (Ciutat Badia), la cual a su vez se enmarca en un continuo urbano junto con otras tres poblaciones, Barberà del Valles, Sabadell, Sant Quirze del Vallès. Entre todas ellas suman más de 300.000 habitantes.

Los vecinos hace tiempo que se quejan del ruido de las aeronaves en un aeropuerto cuyo principal uso es el de formación de pilotos, prevención de incendios, salvamentos, vuelos técnicos y de ocio. A pesar de existir un plan de modernización por parte de AENA, dado su estratégica ubicación, los ediles de los mencionados municipios continúan presionando para su traslado. Y es que las cientos de hectáreas que ocupa el aeródromo constituyen un suculento suelo si pudiera urbanizarse.

El alcalde de Sabadell, Manuel Bustos, de los socialistas catalanes, o sea del mismo partido que los demás ediles que se quejan, sin embargo, siempre se ha caracterizado por su ambigüedad y aunque señala que el aeropuerto debe mantenerse se suma a las protestas de sus correlegionarios. La administración catalana, igualmente socialista tendrá la última palabra.

Desde un punto de vista ecológico es evidente que la aviación no tiene su mejor perfil. Si además la mayoría de las aeronaves que operan en el aeropuerto de Sabadell son de tecnología más que superada es evidente que el ruido constituye un problema (aunque incomparable con el de los aviones a reacción. Sin embargo, no es menos cierto, que la operatividad de este aeropuerto como base de helicópteros de salvamento y avionetas apagafuegos es fundamental. Resulta también curioso que AENA, a parte de planificar mejoras en este aeropuerto nunca haya asumido los retos ambientales que mejorarían esta instalación aeronáutica estratégica centrado esencialmente en el ruido.

Cualquier pequeña incidencia en este aeropuerto que acumula miles horas de vuelo al año es aprovechada para los que piensan en especular con sus terrenos. Sin embargo, mientras que en el año se realizaron 55.929 operaciones en el 2004 fueron 42.002. El problema, sin embargo, no es esencialmente difícil de resolver en la medida que no son más de 3 las entidades que acumulan la mayoría de los vuelos que son de formación. Por lo tanto bastaría ayudar a renovar la flota de las mismas con avionetas modernas que emiten mucho menos ruido. De esta forma, el ruido dejaría de ser un problema sobretodo si tenemos en cuenta que toda el área está rodeada de autopistas.


Si alguien piensa en un posible traslado de esta instalación de propiedad estatal, su titular también podría pensar que asumir la corrección del impacto ambiental sobrevenido a penas superaría en un 5 % el coste del traslado. Así que, con independencia de cómo evolucione este conflicto, resulta ejemplarizante de cómo las crecientes molestias vecinales no son asumidas con responsabilidad ni rigor por parte de los representantes políticos. Por su parte, la vecindad española cada vez se muestra más intransigente con todo aquello que no sean otros molestos vecinos, El famoso síndrome NIMBY, (not in my back yard, no en mi patio trasero) constituye hoy por hoy una asignatura que la educación colectiva debe asumir y la élite política ser más responsable cuando se asumen determinadas decisiones como permitir urbanizar en la línea de prolongación de un aeropuerto que lleva décadas funcionando. Tanto en Barcelona como en Madrid, las autoridades locales democráticas han permitido urbanizar sobre la línea de despegues sin poner condiciones a los constructores. En algún caso la corrección del impacto ambiental por ruido ha sido asumido luego con dinero público. Lo malo de todo ello es que todo cuando se hace mal es con dinero público pero hacerlo mal y con baje coste y pingües revalorizaciones las acomete el gran negocio privado.


Los terrrenos del aeropuerto de Sabadell constituyen un  suculento pastel para  urbanizar y obtener pingües beneficios por parte de los municipios que lo han rodeado


El aeropuerto de Sabadell sólo atiende avionetas de 9 hasta el ocaso. El aeropuerto no es operativo de noche.


La mayor parte de los vuelos del aeropuerto de Sabadell son de formación de futuros pilotos. El ruido se podría mitigar facilitando una renovación de las avionetas de escuela.




El ruido así como otras molestias ambientales deben subsanarse, pero, sobretodo, deben ser prevenidas o en cualquier caso enmendadas antes que se instalen. Si tenemos en cuenta el número de operaciones que se realizan en el aeropuerto de Sabadell, esencialmente, dedicado a la formación, el riesgo es mínimo. Y en el caso del accidente del pasado 21 de septiembre el piloto realizó una maniobra que le costó la vida para evitar estrellarse contra un edificio. Quizás es hora de ser responsables con las decisiones de nuestros elegidos. No es válido criticar cuando no se han hecho antes los deberes.




Modificado
09/02/2017