Cambiar nosotros para cambiar el mundo

Se puede ser optimista y ver el vaso medio lleno, o pesimista y que esté medio vacío. El problema real comienza cuando no se tiene ningún vaso de agua, ni lleno, ni vacío. Podemos simular ser ajenos, pero nuestro mundo ya está cambiando por efectos de la civilización humana. Podemos confiar en los avances tecnológicos para mantener el modelo de vida existente, sin embargo, objetivamente, es lo que nos está conduciendo al precipicio. Cada vez más pensadores y expertos en la crisis socioambiental señalan la necesidad de cambiar el paradigma vital de la civilización actual. Para sobrevivir a la crisis socioeconómica debemos adoptar cambios radicales especialmente, en nuestra visión sobre la naturaleza. Nadie lo puede hacer por nosotros.

Nuestra civilización debe replantearse la forma de moverse por el mundo. El automóvil debería ser un complemento del sistema ferroviario y la bicicleta y no al revés como sucede en la actualidad

Escuchamos continuamente argumentos que nos dicen que el modelo de vida y el sistema económico no son sostenibles y no pueden mantenerse indefinidamente. Un planeta de recursos finitos, una glotonería consumista creciente, y una economía fijada en los beneficios a corto plazo nos conducen hacia el desastre. Quizás en algún momento de la historia humana el querer más era una característica que animaba a asegurar la supervivencia, en cuanto a la comida, el abrigo o el buen cobijo. Pero desde que empezamos a desarrollar civilizaciones capaces de garantizar las necesidades básicas y crear riqueza material, estamos obligados a poner límites a nuestra codicia. Muchas culturas que nos han precedido han desaparecido por qué han exprimieron su entorno de materiales y energía. En 260 AC, el maestro chino y fundador del taoísmo, Lao Tse ya defendía que "aquel que sabe que tiene bastante es rico".

El fin de la Segunda Guerra Mundial fue una oportunidad para repensar la sociedad. Había que reconstruir cientos de ciudades. Lo hicimos escogiendo un modelo de economía basada en el consumismo. Así entramos también en la cultura de usar y tirar, de los productos de un solo uso, cambiando los pañuelos de tela por kleenex, los botes de bebida rellenables por los envases no retornables, etc. La riqueza económica se conseguía con el recambio constante de todos los objetos producidos.

La cultura del consumismo, del usar y tirar ha puesto en juego todos los ecosistemas de la Tierra.

La cultura occidental entera, así como la formación de su ciudadanía se encaminó hacia la temporalidad, la especialización y la competitividad. Nos argumentan que cuantos más productos fabriquemos y cuantos más tiremos, más puestos de trabajo y bienestar crearemos. En este sistema sólo engordaron las grandes corporaciones empresariales (multinacionales) que hoy dominan el planeta y sus gobiernos. Mientras los recursos del planeta van menguando y la contaminación es cada vez más acuciante en cielo, tierra y mar. Hoy, la mayor parte de los humanos somos dependientes de los productos de estas pocas corporaciones que suministran y gestionan las semillas, la logística de la comida, los complementos, los créditos y un largo etcétera.

Desgraciadamente, lo que tenemos que encontrar es una nueva cultura de equilibrio y proporcionalidad, donde los excesos y las carencias (dos caras del mismo problema) no tengan lugar, donde no haya "ricos" para que así no pueda haber pobres. Pero, el mundo no para de temblar bajo nuestros pies. El mundo, nos guste o no ya ha cambiado y esto exige nuevos valores

 

Sólo mirando nuestro entorno con una visión de respeto por la naturaleza y todos sus seres vivos.

 

La única solución es empezar a cambiar por nosotros mismos. No habrá cambio global posible si no hay un cambio individual previo. Cada pequeño gesto cuenta, porque cada uno suma positivamente. Pero si algún gesto posible es importante es reconectar con la naturaleza. Sólo volviéndonos a sentir parte de la naturaleza adquirimos la fuerza para emprender este cambio necesario. La cuestión es no esperar más y pasar a la acción, cada uno de nosotros.

Tenemos que cambiar, pero sobretodo debemos pasar a la acción. Tenemos las respuestas para deshacer las mentiras que nos están llevando hacia la autodestrucción. No es la primera vez que una civilización desaparece. Pero, si tenemos las respuestas, ¿por qué no nos hacemos las preguntas adecuadas?

Necesitamos encontrar la inspiración necesaria para tener el valor de cambiar todo por el bien de las generaciones futuras. Te ofrecemos algunos ejemplos

Prohibido regalar bolsas de plástico

- Objección electronuclear

Estandarizar los cargadores de móviles

Derecho a enchufarse al sol

Frenar los motores de más de 65 CV para automóviles utilitarios y colocar limitadores de velocidad

El bisfenol A, un tóxico a eliminar

Ropa ecoética

Ahorro y sostenibilidad en acción

Saber aprovechar la energía del hogar sale a cuenta

- Comer menos carne para proteger la Tierra

- Consume menos carne

- Una alimentación con baja huella de carbono

- Alimentos ecológicos y de proximidad

El precio oculto de comer pescado (I)

El precio oculto de comer pescado (y II)

A por 1 millón de ciudadanos desnuclearizados

 

Artículo extraído de la monografía de educación ambiental Pasar a la acción de la serie Perspectiva Ambiental elaborado por la Fundación Tierra.

 

Modificado
09/02/2017

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