Incrementando la eficiencia energética en una economía de nuevos materiales (parte 2)



Incrementando la eficiencia energética en una economía de nuevos materiales (parte 2)
Alerta 12 - 2008
Existe un enorme potencial mundial para recortar las emisiones de dióxido de carbono (CO2) reduciendo el uso de materiales. Esto comienza con los metales principales -acero, aluminio y cobre-, el reciclaje de los cuales requiere solamente una fracción de la energía necesaria para producir estos metales del mineral virgen, y con el reciclaje y el compostaje de la mayoría de la basura del hogar. Continúa con el diseño de coches, de electrodomésticos y de otros productos que, al desmontarse en piezas, faciliten la reutilización o el reciclaje.




Se están rediseñando los procesos de fabricación para que tanto la ropa deportiva de Patagonia como las computadoras sean reciclables.




El reciclaje del aluminio de aviones y la remanufactura de Caterpillar están en el punto de mira.




Reducir la industria intensiva en energía, como la del oro, y promover los envases rellenables son metas para reducir las emisiones de CO2.







Agosto, 2008. Alemania y, más recientemente, Japón están requiriendo que productos tales como automóviles, aparatos electrodomésticos y mobiliario de oficinas estén diseñados para el desmontaje y el reciclaje fáciles. En mayo de 1998, la Japanese Diet decretó una severa ley de reciclaje que prohíbe desechar aparatos electrodomésticos tales como lavadoras, televisiones o máquinas de aire acondicionado. Los consumidores cargan con el coste de desmontaje de los dispositivos bajo la forma de tasas a empresas de reciclaje, que pueden alcanzar los US$60 para un refrigerador o US$35 para una lavadora, de ahí que la presión para diseñar aplicaciones que puedan desmontarse más fácilmente y de forma más barata sea fuerte.

Estrechamente vinculado a este concepto de rediseño es el del remanufactura. Dentro del sector industrial pesado, Caterpillar ha emergido como líder. En una planta en Corinth, el estado norteamericano de Mississippi, se reciclan unos 17 camiones de motores diesel al día. Estos motores, recuperados de los clientes de Caterpillar, son desmontados a mano por los trabajadores, que no tiran ni un solo componente, ni tan siquiera una tuerca o un tornillo. Una vez el motor queda desmontado, entonces se vuelve a montar con todas las piezas gastadas reparadas. El motor resultante es tan bueno como si fuera nuevo. La división de remanufactura de Caterpillar está alcanzando los mil millones de US$ al año en ventas y está creciendo un 15 por ciento anualmente, contribuyendo de forma impresionante a los beneficios de la compañía.

El reciclaje de aviones, computadoras y ropa
Otra industria emergente es el reciclaje del avión de pasajeros. Boeing y Airbus, que han estado compitiendo en la fabricación de aviones durante casi 40 años, están ahora compitiendo para ver quién puede desmontarlos lo más eficientemente posible. El primer paso es separar el avión en sus componentes comerciales, tales como motores, tren de aterrizaje, hornos de galera y centenares de otros componentes. Para un avión Jumbo, estos componentes clave pueden venderse juntos por un total de hasta US$4 millones. Después viene el desmontaje final, que recicla el aluminio, el cobre, el plástico y otros materiales. Este aluminio puede reaparecer en coches, bicicletas u otro avión. La meta es reciclar el 90 por ciento del avión y, quizás, un día alcanzar el 95 por ciento o más. Con más de 3.000 aviones de pasajeros retirados y mucho más por llegar, esta flota jubilada se han convertido en el equivalente a una mina de aluminio.

Con las computadoras regularmente volviéndose obsoletas a medida que la tecnología avanza, la necesidad de poder desmontarlas y reciclar rápidamente es un desafío máximo también en la construcción de una eco-economía. En Europa, las firmas de tecnología de la información están entrando en la era de la reutilización de los componentes de computadora. Como la ley europea requiere que los fabricantes paguen la recogida, el desmontaje y el reciclaje de materiales tóxicos de los equipos, los fabricantes han comenzado a centrarse en cómo desmontarlo todo, desde las computadoras a los teléfonos celulares. Nokia, por ejemplo, ha diseñado un teléfono celular que se desmontará por sí mismo.

Patagonia, minorista de ropa para aire libre, ha lanzado un programa de reciclaje de tela empezando por sus prendas de fibra de poliester. Patagonia está actualmente reciclando no sólo la ropa del poliester que vende, sino también las prendas vendidas por sus competidores. Patagonia estima que una ropa hecha de poliester reciclado, que es indistinguible del poliester inicial hecho del petróleo, utiliza menos de una cuarta parte de la energía. Con este éxito, Patagonia está comenzando a trabajar en la ropa de nylon y tiene planes para reciclar también la ropa del algodón y de lanas.

Envases rellenables
Además de las medidas que animan al reciclaje de materiales, hay medidas que animan a la reutilización de productos tales como los envases de bebidas. Finlandia, por ejemplo, ha prohibido el uso de los envases de refresco de un solo uso. La isla Prince Edward de Canadá ha adoptado una prohibición similar de todos los envases de bebidas no rellenables. El resultado en ambos casos es una reducción drástica en el flujo de basura a los vertederos.

Una botella de cristal rellenable que se use múltiples veces requiere cerca del 10 por ciento de la energía por uso que una lata de aluminio que se recicle. La limpieza, la esterilización y el re-etiquetado de una botella usada requiere poca energía comparada con el reciclaje de las latas hechas de aluminio, que tiene un punto de fusión de 660 grados centígrados. La prohibición de envases no-rellenables representa un quíntuple triunfo: se reduce el uso de material, se recortan las emisiones de carbono, la contaminación atmosférica, la contaminación de agua y el flujo de basura a los vertederos. Hay también un ahorro de combustible sustancial en el transporte, puesto que los embalajes reutilizables son simplemente acarreados por los mismos camiones de entrega a las plantas de embotellamiento o a las cervecerías originales para ser rellenados.

Recortar emisiones en la industria del oro y del agua embotellada
Otra opción cada vez más atractiva para recortar las emisiones de CO2 es desalentar las industrias intensivas en energía pero, utilizando un término de la Segunda Guerra Mundial, no esenciales. Las industrias del oro y del agua embotellada son ejemplos típicos. La producción global anual de 2.500 toneladas de oro requiere el procesado de 500 millones de toneladas de mineral, más de la mitad de la cantidad de mineral virgen usado para producir acero cada año. Una tonelada de acero requiere el procesado de dos toneladas de mineral. Para una tonelada de oro, en gran contraste, la figura es 200.000 toneladas de mineral. Procesar 500 millones de toneladas de mineral consume una enorme cantidad de energía y emite tanto CO2 como 5,5 millones de coches.

Desde el punto de vista del cambio climático, es muy difícil justificar el agua embotellada, a menudo simplemente agua de grifo que se transporta largas distancias y se vende a precios desorbitados. Un marketing astuto, diseñado para minar la confianza popular en la seguridad y la calidad de los abastecimientos de agua municipales, ha convencido a muchos consumidores de que el agua embotellada es más segura y más sana que la que obtienen de sus grifos. Sin embargo, en Estados Unidos y Europa hay más estándares que regulan la calidad del agua de grifo que la del agua embotellada. Para la gente en países en vías de desarrollo donde el agua no es segura, es de lejos más barato hervir o filtrar agua que comprarla en botellas.

La fabricación de los casi 28.000 millones de botellas plásticas usadas para empaquetar el agua en los Estados Unidos requiere de 17 millones de barriles de petróleo. Incluyendo la energía para transportar mil millones de botellas de agua cada dos semanas de las plantas de embotellamiento a los supermercados o a los colmados para su venta, cubriendo a veces centenares de kilómetros, además de la energía necesaria para la refrigeración, la industria del agua embotellada de los EE.UU. consume cerca de 50 millones de barriles de petróleo por año.

Soluciones al derroche energético
Las buenas noticias son que la gente está comenzando a ver cómo contribuye al cambio climático esta industria. Los alcaldes de las ciudades de los EE.UU. se están dando cuenta que están gastando millones de dólares de impuestos recaudados para comprar agua embotellada para su empleados - agua que cuesta 1.000 veces más que el agua del grifo fácilmente disponible. El alcalde Gavin Newsom de San Francisco ha prohibido el uso de los fondos de la ciudad para comprar agua embotellada en edificios de la ciudad, en propiedades públicas y en cualquier acontecimiento patrocinado por la ciudad. Hay otras ciudades que están siguiendo una estrategia similar como Los Ángeles, Salt Lake City y St. Louis. (Véanse los ejemplos adicionales).

El aumento del rendimiento energético para compensar el crecimiento proyectado de la demanda energética es un componente esencial del modelo del plan B para recortar las emisiones de CO2 netas el 80 por ciento antes de 2020, parando así la subida del CO2 atmosférico y ayudando a que la futura subida de la temperatura sea mínima. La reducción en el uso de materiales con las medidas dibujadas aquí nos ayudará a lograr esta meta, acercando el mundo hacia una temperatura más estable.


>> Ver “Incrementando la eficiencia energética en una economía de nuevos materiales (parte 1)

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Adaptado del capítulo 11, “Raising Energy Efficiency,” en Lester R. Brown, Plan B 3.0: Mobilizing to Save Civilization (Nueva York: W.W. Norton & Company, 2008) disponible en www.earthpolicy.org/Books/PB3/index.htm

Lester R. Brown - Earth Policy Institute
www.earth-policy.org



Modificado
09/02/2017

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