La biodiversidad emociona en Papúa




La biodiversidad emociona  en Papúa
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Internacional

La biodiversidad emociona en Papúa


Rana tropical diminuta pendiente de clasificación




Arriba el pájaro mielero de la familia de los Melífagos descubierto en la zona.
Abajo la rara ave del paraíso Berlepsch nunca antes fotografiada y vista en libertad Parotia berlepschi


Zaglossus bruijni, la rara equidna encontrada en Foja


Amblyornis flavifrons, el raro pájaro constructor de frente dorada fotografiado por primera vez


Febero, 2006. Llegaron en helicóptero y su aventura vivida durante el diciembre 2005 se ha convertido en portada de la mayoría de los medios de comunicación en todo el planeta. Es siempre agradable que lo bueno, como en este caso, el descubrimiento de nuevas especies de las que comparten nuestro entorno, aunque no lo sepamos, se convierta en noticia. Como en las películas, al más puro estilo de ·El mundo perdido·, un equipo de científicos estadounidenses, australianos e indonesios junto con dos aborígenes de las tribus Kwerba y Pasapena, los oriundos y propietarios del lugar, recorrieron  la región de las Montañas Foja, en la provincia indonesia de Papúa de la isla de Nueva Guinea. La investigación estaba financiada por el Instituto de Ciencias Indonesio y la organización estadounidense Conservación Internacional. Esta remota zona de una región montañosa tapizada de selva tropical virgen nunca antes había sido pisada por la especie humana según certificaron los indígenas que viven en sus alrededores.

El naturalista Bruce Beehler, responsable de la expedición estaba obsesionado con explorar esta región desde que en 1981, el ornitólogo estadounidense Jared Diamond volvió de la zona tras una corta expedición contando que había visto "el santo grial de la ornitología". Las montañas de Foja están en la isla de Papúa, en medio del trópico del Pacífico, alcanzan los 2.193 metros de altura y se ubican dentro de un espacio de unos 3.000 kilómetros cuadrados de selva virgen.

Los expedicionarios describen la misma como la experiencia más cercana a lo que debió ser estar en el jardín del Edén. Señalaron el sentimiento de paz enorme que les invadió abriéndose paso en un mundo cubierto totalmente de musgo en el que sólo sobresalía el canto de los pájaros y las ranas. En este especial lugar de Foja, los científicos descubrieron una nueva especie pájaro que la familia de los Melífagos o pájaros comedores de miel; redescubrieron la ave del paraíso Berlepsch (Parotia berlepschi), descrita en 1897 por el ornitólogo alemán Otto Kelinschimid a partir de pieles de animales muertos, pero que nunca había sido visto en libertad. También fotografiaron por primera vez al raro pájaro constructor de frente dorada (Amblyornis flavifrons). Los biólogos hallaron un canguro arborícola (Dendrolagus goodfellowi pulcherrimus), una especie descrita en 1993 por primera vez y que se daba por prácticamente extinguida debido a la caza; igualmente localizaron dos ejemplares de la equidna (Zaglossus bruijni), un mamífero primitivo y ovíparo muy raro.  Además, el equipo ha descrito más de 20 especies de nuevas ranas -incluyendo una de menos de 1,4 centímetros de largo-, cinco nuevas especies de palmeras, cuatro especies de mariposas y el mayor rododendro (de grandes flores blancas) jamás descrito, entre otras plantas cuyo número está aún por determinar. El material recolectado dará para varios meses de trabajo de clasificación a los naturalistas.

Frente a este éxito por acercarnos más a la biodiversidad está la otra cara de la moneda. Mientras descubrir unas pocas especies nos lleva años, en uno sólo desaparecen alrededor de 17.000 y hoy la mayoría por nuestra causa. Ciertamente, si calculamos que hay siete millones de especies en el mundo y sólo hay descritas 1,75 millones estamos ante lo que podemos considerar la punta del iceberg de la gran singularidad biológica de la Tierra. La lástima es que los lugares como Foja ya son la excepción que confirma la regla. La especie humana deja a su paso la desolación vista desde el mundo de las plantas y animales. Descubrimientos como este deberían servir para tomar conciencia sobre la necesidad de preservar la naturaleza que nos rodea.

Lanzamos naves al espacio para buscar nuevos planetas tras la frontera de Plutón y todavía desconocemos lo que está no sólo en los fondos marinos abismales sino incluso en espacios terrestres. Sin embargo, es precisamente este desarrollo humano el que empuja el mayor ritmo de extinción de especies jamás registrado. Un tercio de los anfibios, una cuarta parte de los mamíferos y uno de cada ocho pájaros está bajo amenaza de extinción. La situación es comparable a la extinción de los dinosaurios, hace 65 millones de años, sólo que no hay meteorito sino una sociedad con comportamiento colectivo irracional, irresponsable e insaciable que marchita todo lo que toca. Foja no debería ser el último paraíso, tan sólo una “catedral” dentro de un solemne barrio gótico felizmente conservado.

Fotografías: Conservation International




Modificado
09/02/2017

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