La dañada economía de la energía nuclear



La dañada economía de la energía nuclear
Alerta 19 - 2008
Durante los últimos años la industria nuclear ha utilizado la preocupación por el cambio climático para argumentar a favor de un renacimiento nuclear. Aunque los representantes de la industria pueden haber convencido a algunos líderes políticos de que es una buena idea, hay pocas evidencias de inversión de capital privado en centrales nucleares en mercados de electricidad competitivos. La razón es simple: la energía nuclear no sale a cuenta.




Arriba la central nuclear de Calder Hall, en Inglaterra, la primera planta en producir electricidad en cantidades comerciales. Debajo, las plantas nucleares 3 y 5 del Washington Public Powe System en EE.UU. que nunca fueron completadas (Fuente: Wikipedia).  


Portaaviones nuclear USS Enterprise en 1964 (Fuente: Wikipedia). 


La campaña de 2008 "Yo soy antinuclear" para frenar el avance de la industria nuclear en España y forzar al presidente del gobierno a cumplir sus compromisis de cierre de centrales.






Imágenes del reportaje de Elena Filatova en el área de Chernobyl. Años después del accidente, aún existe radiactividad en el área. Para ver el reportaje entero, aquí.



Octubre, 2008. En un excelente análisis reciente, “The Nuclear Illusion”, sus autores, Amory B. Lovins e Imran Sheikh, calcularon el coste de la electricidad de una nueva central nuclear en 14¢ por kilovatio hora y el de un campo eólico en 7¢ por kilovatio hora. Esta comparación incluye los costes de combustible, capital, la operación y el mantenimiento, y la transmisión y distribución. No incluye los costes adicionales de la planta nuclear de gestionar su basura, asegurar las plantas frente a un accidente, ni desmontar las centrales cuando han dejado de ser útiles. Frente a esta enorme diferencia, el supuesto renacimiento nuclear solamente puede tener éxito cargando estos costes sobre los contribuyentes de impuestos. Si se incluyeran todos los costes de generar electricidad nuclear en el precio final a los consumidores, la energía nuclear estaría muerta.

La pesadilla de gestionar los residuos nucleares
Para tener una idea de los costes de disposición de residuo nuclear, no necesitamos mirar más allá de los Estados Unidos, que lidera el mundo con 101.000 megavatios de capacidad de generación nuclear (en comparación con los 63.000 megavatios de Francia, en segundo lugar). Estados Unidos propone almacenar los desechos radioactivos de sus 104 reactores de energía atómica en el depósito nuclear de la Yucca Mountain, a unas 90 millas al noroeste de Las Vegas, Nevada. El coste de este depósito, estimado originalmente en US$ 58.000 millones en 2001, ha subido hasta los US$ 96.000 millones en 2008. Esto equivale a US$ 923 millones por reactor –casi un mil millones de US$ cada uno–, asumiendo que no habrá ningún otro aumento del coste del depósito. (Véanse los datos).

Además de estar por encima del presupuesto, el depósito llega 19 años tarde. Programado originalmente para comenzar a aceptar la basura nuclear en 1998, ahora la meta es en el año 2017, si se asume que se despejarán todos los problemas restantes. Esta situación hace que se mantenga la basura nuclear en almacenaje en 121 instalaciones temporales en 39 estados, sitios que son vulnerables tanto a escapes como a atentados terroristas.

Otras pesadillas nucleares: la seguridad y el desmantelamiento
Uno de los riesgos de la energía atómica es un accidente catastrófico como el que sucedió en Chernobyl, en Rusia. La Price-Anderson Act, decretada primero por el Congreso estadounidense en 1957, protege las instalaciones de centrales nucleares de EE.UU. de los costes de accidentes similares. Bajo esta ley, las instalaciones deben mantener un seguro privado de accidentes de US$ 300 millones por reactor, el máximo que la industria aseguradora proporciona. En caso de accidente nuclear, cada instalación nuclear debería contribuir hasta con US$ 95,8 millones por cada reactor autorizado a un fondo común para ayudar a cubrir el coste de accidente.

El tope colectivo en responsabilidad nuclear de los operadores es de US$ 10.200 millones. En comparación, la estimación del Sandia National Laboratory, que calcula que el peor accidente nuclear podría costar cerca de US$ 700.000 millones, una suma igual al reciente desalojo financiero urgente de los EE.UU. Con lo cual, cualquier suma por encima de los US$ 10.200 millones sería cubierta por los pagadores de impuestos.

Otro coste enorme de la energía atómica implica el desmantelamiento de las plantas cuando dejan de usarse. Un informe del Organismo Internacional de la Energía Atómica de 2004 estima que el coste de desmantelamiento por reactor es de US$ 250-500 millones, excluyendo el coste de extraer y disponer el combustible nuclear gastado. Pero estimaciones recientes muestran que para algunos reactores –tales como los reactores británicos Magnox, que generan altos volúmenes de basura en su desmantelamiento– los costes pueden alcanzar los US$ 1.800 millones por reactor.

La escasez del uranio
Además de estos costes mencionados, la industria debe hacer frente a un incremento de los costes de la construcción y el combustible. Hace dos años se estimaba que construir una central nuclear de 1.500 megavatios podía costar entre 2.000 y 4.000 millones de US$. A finales de 2008, esta estimación había subido más allá de los 7.000 millones de US$, reflejando sobre todo la escasez de habilidades de ingeniería básica y de construcción en una industria en declive.

Los costes del combustible nuclear han crecido aún más rápidamente. Al principio de esta década el coste del uranio era de cerca de US$ 10 por libra (453 g.). Hoy, cuesta más de US$ 60 la libra. Un precio de uranio más alto refleja la necesidad de moverse a minas cada vez más profundas, lo que aumenta la necesidad de energía para extraer el mineral, y el cambio a minerales menos puros. En Estados Unidos, a finales de la década de 1950, por ejemplo, el mineral de uranio contenía cerca de 0.28 % de óxido de uranio. En los años 90, había caído al 0.09 %. Esto significa, por supuesto, que el coste de minar cantidades más grandes de mineral, y de conseguirlos de minas más profundas, asegura aún más altos costes futuros para el combustible nuclear.

La energía nuclear no es competitiva para producir electricidad
Pocas centrales nucleares se están construyendo en países con mercados eléctricos competitivos. La razón es simple. La energía nuclear no puede competir con otras fuentes de la electricidad. Esto explica por qué la construcción de centrales nucleares se concentra ahora en países como Rusia y China, donde el desarrollo nuclear está controlado por el Estado. El alto coste de la energía atómica también explica por qué se están construyendo tan pocas plantas en comparación con hace una generación.

En un clarividente artículo en el Bulletin of the Atomic Scientists, el consultor nuclear Mycle Schneider proyecta una declinación inminente en la capacidad de producción nuclear del mundo. Observa que actualmente existen 439 reactores en funcionamiento por todo el mundo. Hasta la fecha, 119 reactores se han cerrado, con una edad media de 22 años. Si generosamente asumimos una vida útil media mucho más larga, de 40 años, se cerrarán 93 reactores entre 2008 y 2015. Otros 192 se cerrarán entre 2016 y 2025. Y los 154 restantes se cerrarán después de 2025.

Y solamente 36 reactores nucleares están actualmente bajo construcción en todo el mundo, 31 de ellos en Europa Oriental y Asia. Aunque haya mucha controversia sobre las nuevas centrales nucleares en proyecto en Estados Unidos, no hay ninguna bajo construcción.

La era del viento, el sol y la geotermia
Lo que estos números indican, precisa Schneider, es que los cierres de centrales nucleares pronto excederán las inauguraciones, y por un amplio margen durante los próximos años. La tendencia es clara. De 2000 a 2005, un promedio de 4.000 megavatios de capacidad de producción nuclear fue agregado cada año. Desde 2005, ésta ha caído a solamente 1.000 megavatios de capacidad adicional por año. Incluso si todos los reactores programados para llegar en 2015 lo hacen, el cierre proyectado de 93 reactores nucleares hará caer por entonces la generación de energía atómica a cerca del 10 % por debajo del nivel actual. A menos que los gobiernos comiencen a conceder de forma rutinaria permisos de funcionamiento para los reactores de más de 40 años, el medio siglo de crecimiento en capacidad de producción nuclear del mundo está a punto de ser substituido por una declinación de largo plazo.

A pesar de todo el bombo de la industria sobre un futuro nuclear, los inversores privados son abiertamente escépticos. De hecho, mientras que poco capital privado está entrando en el negocio de la energía atómica, los inversionistas están vertiendo decenas de miles de millones de dólares en granjas de viento cada año. Y mientras que se estima que la capacidad de producción nuclear del mundo se ampliará solamente 1.000 megavatios este año, la capacidad de producción eólica crecerá probablemente cerca de 30.000 megavatios. Además, las instalaciones de células solares y la construcción de centrales eléctricas térmico-solares y geotérmicas están creciendo a saltos y superando previsiones.

La razón de este boquete extraordinario entre la construcción de centrales nucleares y de campos eólicos es simple: el viento es mucho más atractivo económicamente. El viento rinde más energía, más trabajos, y más reducción de carbono por dólar invertido que la energía nuclear. Aunque todavía se están construyendo centrales nucleares en algunos países y algunos gobiernos están halagando sus virtudes en otros, la realidad es que estamos entrando en la edad del viento, el sol y la energía geotérmica.


Lester R. Brown - Earth Policy Institute
www.earth-policy.org



Modificado
09/02/2017

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