Pequeños pero radiactivos

Se venden como una novedad científica, con un diseño versátil y fácil de implantar ya que dicen son económicos y “más” seguros. Ante el avance de la electrificación, de la que el vehículo eléctrico es un exponente claro, y la necesaria lucha contra el cambio climático, el sector nuclear vuelve al ataque ahora con los llamados reactores SMR (Small Nuclear Reactors).

Esquema de un minireactor nuclear.

Los grandes reactores nucleares producen electricidad a un coste que se vende como competitivo, aunque no se tenga en cuenta para nada las externalidades como los costes de la minería y procesado del uranio, un accidente nuclear o el desmantelamiento sin contar los efectos no perceptibles fácilmente de las fugas radiactivas habituales.

Más allá de toda opinión el funcionamiento de una central nuclear es complejo y esto ha llevado a que la energía nuclear en realidad vaya de baja. Los defensores del sector nuclear han argumentado que la competitividad empieza a partir de los 900 MW y que con potencias de unos 1.600 MW, el coste del megavatio es de 67 euros, una cifra que sin embargo ya no compite con las de las energías renovables.  Mientras que un aerogenerador de 1 MW puede costar 1,2 millones de euros, una central nuclear supera los 4 millones de euros por megavatio. La otra cuestión es que para sostener centrales nucleares de gran potencia se precisa igualmente redes eléctricas robustas y muchos países no cuentan con ellas. De ahí que los minireactores nucleares se quieren implantar.

Una oposición que no ha cesado
La implantación de los reactores nucleares fue polémica y en algunos casos se topó con una fuerte oposición política. Sólo hay que seguir los movimientos ecologistas de la época y la magnitud del combate popular que provocaron en algunas zonas del país donde se implantaron. En Catalunya y el País Vasco, la lucha antinuclear fue ampliamente documentada y contó con potentes plataformas sociales como el Comité Antinuclear de Catalunya (CANC). Hoy persiste el Movimiento Ibérico Nuclear que nace en 2015 ante la necesidad de un plan de cierre de las centrales nucleares, una demanda permanente del movimiento antinuclear. España está entre los países desarrollados nuclearizados, pero por suerte el sueño del dictador Franco de poseer ojivas atómicas nunca se cumplió, sin embargo, nuestro país también padecimos los efectos del armamento atómico. Estos persisten como resultado del accidente de Palomares en 1966.

Tras cuarenta años de funcionamiento, las centrales nucleares españolas han rozado la tragedia en más de una ocasión. La peor, la del incendio de la central nuclear de Vandellós I (ubicada en la costa de Tarragona) que conllevó su cierre defenitivo y posterior desmantelamiento.  Hoy la lucha antinuclear se bate para impedir alargar los períodos de explotación de estas centrales más allá de los 40 años y también para evitar la intención de construir almacenes centralizados de residuos radioactivos.

El accidente de Fukushima en 2011 sacudió a la sociedad occidental y esta quedó en estado de shock al ver la impotencia de un país avanzado tecnológicamente como es Japón por minimizar la tragedia. Alemania a raíz de esta realidad tomó la decisión de iniciar el cierre progresivo de sus centrales nucleares. El drama nuclear en Japón persiste a pesar de los esfuerzos que se siguen realizando. En España, seguimos jugando a la ruleta rusa radiactiva al autorizar la prórroga a la explotación de los reactores nucleares hasta los 60 años.

Lo pequeño sigue siendo peligroso
La industria nuclear vuelve a presionar para florecer. Esta vez se propone  reconvertir la industria de los pequeños reactores destinados a portaaviones, submarinos, rompehielos, y otras aplicaciones militares. Este sector nuclear que intenta florecer es el de los llamados reactores nucleares de pequeño tamaño (SMR) que son aquellos cuya potencia no supera los 300 MW.

La Agencia Internacional de la Energía Atómica en un informe monográfico titulado Advances in Small Modular Reactor Technology Developments (2016) contabilizaba a finales del 2017 que hay 48 conceptos de minireactores nucleares de tecnologías variadas impulsados por países como Estados Unidos, Japón, Rusia, Corea, Argentina, India o Sudáfrica. Todos sus promotores aseguran que se son instalaciones  pequeñas, simples y fáciles de construir. Pero la verdad, cuando se analiza el tema, la realidad es otra bien diferente, basta con ver de forma gráfica lo que se entiende por pequeño, escalable o transportable contrasta con los riesgos implícitos de la tecnología radiactiva.

No son competitivos, pero se venden con marketing
La experiencia en la construcción de pequeños reactores nucleares SMR es que dado que producen menos electricidad resultan claramente más caros de amortizar.  El supuesto éxito de esta tecnología viene de su aplicación al sector militar para el cual el coste económico no es un factor decisivo. Uno de sus promotores, Rolls-Royce, estima que su diseño SMR es capaz de producir energía eléctrica por tan solo 60 libras (£) por megavatio hora, que no está lejos del precio promedio de las últimas subastas eólicas offshore del Reino Unido, valorado en unas 53 libras para el período 2023 al 2035.

Los primeros prototipos aplicados a esta nueva etapa serían reactores por agua presión (PWR por sus siglas en inglés) ya que es la tecnología más implantada empleada en los grandes reactores. Estos pequeños reactores (un eufemismo utilizado si se compara con una gran central nuclear) se pueden ubicar en un edificio de unos 25 metros de altura por 4,6 m de lado (en altura, el equivalente a un edificio de 9 pisos) y proporcionan una potencia de 50 MW (como una central convencional de cogeneración con gas). En su diseño, sin embargo, se recomienda ubicarlas en un “pozo” de estas medidas dado que tendría “más” seguridad y se calcula que podrían estar funcionando entre 20 y 30 años.

Algunos proyectos en marcha
En Idaho (Estados Unidos) se aprobó en 2017 la construcción de una planta nuclear formada por 12 reactores de 50 MW impulsada por NuScale que cubriría la electricidad demandada de medio millón de hogares con una inversión de unos 3.000 millones de euros.  Si lo comparamos con el coste de una central convencional sin duda es más de 10  veces más cara por megawatio que una nuclear convencional, que ya de por si es cara. Una vez más la industria nuclear argumenta que son inversiones que deben afrontarse desde las instituciones gubernamentales por ser de interés para las políticas de ahorro de emisiones a la atmósfera.

Otro proyecto norteamericona impulsado por General Atomics es el módulo multiplicador de energía (EM2), un reactor de alta temperatura refrigerado por helio. El EM2 emplea un reactor de alta temperatura de neutrones rápidos refrigerado por helio.  Esta unidad como todos los SMR se monta en la factoría y se traslada al sitio de la planta en camión. Según GA, el reactor EM2 se alimentaría con 20 toneladas de combustible PWR usado o uranio empobrecido, más 22 toneladas de uranio enriquecido a aproximadamente 12% de U-235 como iniciador.



En Rusia se prevé para el otoño de 2018 dejar instalados  dos reactores SMR de 35 MW para la planta nuclear flotante, el proyecto  Akademik Lomonosov. En Francia, la empresa DNCS trabaja en el proyecto llamado Flexblue para ubicar un reactor SMR a 100 metros de profundidad en el mar y en Japón, a pesar de que el drama de Fukushima continua, se prepara para construir un reactor HTR-PM de 200 MW.

El fabricante de combustible nuclear Urenco, ha diseñado el concepto U-batería y propone reactores de menos de 10 MW. De hecho aseguran que en Estados Unidos la población, según encuestas, no vería mal sustituir una central de combustibles fósiles por una mini-nuclear. Pero en Europa las encuestas arrojan otras tendencias. En el Reino Unido según una encuesta del 2017, el 62 % de la población desaprobaría la implantación de una minicentral nuclear contra sólo un 24 % que lo haría con un parque eólico.

Entusiasmo frustrado
Las voces críticas no faltan, los riesgos siguen bien vivos y el declive de la industria nuclear es imparable. La industria nuclear sigue hurgando para mantener su posición en la producción de electricidad aún sabiendo los riesgos que conlleva. La experiencia de las tragedias nucleares no parece que sea motivo de reflexión y los gobiernos toman medidas peligrosas como alargar la vida de los reactores nucleares convencionales.

Las propuestas de pequeños reactores nucleares SMR parece más un intento de publicidad que otra cosa. No podemos dejarnos engañarnos con sus cantos de sirenas. En definitiva, un reactor SMR es una central que genera calor a través de la fisión de un material radioactivo como el uranio 235 enriquecido y con este hace girar una turbina. Se puede argumentar que un reactor de 10 MW es más seguro frente a un accidente de fusión del núcleo porque el calor y la radiación que desprende sería más controlable. El balance más o menos, en una fuga radiactiva es un eufemismo pues ninguna compañía de seguros hace frente a los daños causados y estos recaerían sobre el gobierno del Estado afectado.

Un aerogenerador con sus enormes palas gira con el viento sin riesgo de salud ni para las personas ni para el medio. Los reactores SMR producen igualmente residuos radioactivos de alta actividad que hay que gestionar por su extrema peligrosidad. Los riesgos de accidente aún siendo menores no son evitables, la industria nuclear argumenta que los núcleos de los minireactores son más “tolerantes” a los accidentes de descontrol radioactivo. En definitiva, Los reactores SMR no son más que un intento de sacar tajada del argumento que lo pequeño es menos peligroso.

Artículo elaborado por la redacción de terra.org. Imágenes de diferentes proyectos de SMR citados y de la campaña de la ONG norteamericana Sierra Club.

Modificado
16/02/2018

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