Prohibido regalar bolsas de plástico

Somos adictos al plástico 
Somos adcitos a todo tipo de plásticos. Será su textura, sus posibilidad de moldearse y obtener todo tipo de formas, su visión en el color que queramos. Sea lo que sea, el plástico nos rodea y está presente en la mayor parte de los objetos que llevamos encima (incluidas muchas de las fibras de nuestra ropa). Pensar en el plástico es adentrarnos en múltiples aspectos de nuestras vidas. Pero de todos los plásticos –hay miles de combinaciones, aunque los básicos son unos nueve–, hay uno que tocamos seguro a diario y puede que varias veces: las bolsas de plástico, ya sea para contener raciones, envolver, acoger nuestras compras, etc.

Los plásticos flotantes son una causa de muerte para cerca de 200 diferentes especies de vida marina, desde ballenas, delfines y focas hasta tortugas.

Hoy, las bolsas de plástico flotan por los mares, desde el Círculo Ártico hasta las Islas Malvinas. Más del 20% de los desechos que llegan a las orillas de las playas cuando el mar está bravo, son plásticos. Y es que menos del 1% de las bolsas de plástico se recicla. Es más costoso reciclar una bolsa plástica que producir una nueva. Según Jared Blumenfeld (Director del Departamento del Medio Ambiente de la ciudad de San Francisco en 2009), "procesar y reciclar una tonelada de bolsas plásticas cuesta unos 4.000 dólares, mientras que para fabricar la misma cantidad bastan sólo 32 dólares”.

Un problema que flota sobre todo
Las bolsas plásticas se fotodegradan con el pasar del tiempo, pero como muchos otros plásticos, luego se convierten en petro-polímeros más pequeños, que pasan a convertirse en un tóxico que se incorpora en la cadena alimenticia marina.Cada año se venden aproximadamente en todo el mundo unos 100.000.000.000 millones de bolsas de plástico. Hay cerca de 46.000 piezas de basura plástica flotando por cada milla cuadrada de océano.Y es que el polietileno tarda en descomponerse entre 450 y 1.000 años. Durante todo este tiempo, convertido en lo que se llaman microplásticos o pellets plásticos (en inglés, "nurdles" o "mermaid tears"),  es el “alimento” de ballenas y otros peces planctónicos, con los que queda mezclado el microplástico. Esta particularidad de los plásticos en el medio marino viene siendo investigada por más de veinte años por el biólogo marino británico Dr. Richard Thompson, quien ha creado el Pellet Watch para monitorizar cómo se difunden estos pellets de plástico, puesto que en algunas zonas marinas la relación es de treinta veces más pellets plásticos que plancton.

El petróleo amenaza seriamente la conservación de los ecosistemas marinos.

El daño de las bolsas de plástico a las criaturas marinas empieza a ser realmente preocupante. Los plásticos flotantes, son una causa de muerte para cerca de 200 diferentes especies de vida marina, desde ballenas, delfines y focas hasta tortugas. Recientes investigaciones han identificado hasta 177 especies marinas que han sido afectadas por tragarse bolsas de plástico que flotaban en el mar, amén de los plásticos que quedan alrededor de aletas, cuello y otras partes del cuerpo de estas criaturas oceánicas. La lista –y sin ánimos de alarma– detalla cómo son afectados ballenas, delfines, marsopas, tiburones o tortugas. Además, aves marinas como el frailecillo o el albatros de pie negro. Los exámenes estomacales de los cadáveres de mamíferos marinos y otras especies, revelan esta aterradora realidad. Una tortuga marina tenía nada menos que 57 kg de bolsas de plástico que obturaban su sistema digestivo y se identificó una ballena varada en la costa francesa con 800 kg de bolsas de plástico en su interior. La muerte les sobreviene tras ingerir las bolsas plásticas, que confunden con comida.

El uso indiscriminado de bolsas de plástico está causando serios problemas a los ecosistemas.

Razones no faltan
Tenemos muchas razones para apoyar el dejar de consumir masivamente bolsas de plástico. Si usamos una bolsa de tela, se calcula que podemos ahorrar hasta seis bolsas por semana.  Es decir, 24 bolsas al mes, o sea, 288 bolsas al año: un ahorro a lo largo de la vida media humana de 22.176 bolsas. Así que si solo una de cada cinco personas en nuestro país hiciera ésto, ahorraríamos más de 1.000.000.000.000 de bolsas durante nuestras vidas.

El polietileno de las bolsas de plástico es un producto no renovable, no es biodegradable, se rompe en partículas más pequeñas que nunca desaparecen, provoca envenenamientos y muerte entre la vida marina y es un producto omnipresente en los vertederos. Pero lo cierto es que la solución pasa precisamente por la voluntad de las personas de colaborar o no en dejar de usarlas. Podemos tener una bolsa de tela, que nos permita en cualquier momento evitar la aceptación de una bolsa de plástico.

El tema no es sustituir bolsas de plástico por bolsas de papel u otros materiales no durables. La sustitución por las bolsas de papel –aunque sean fácilmente reciclables y no provoquen los problemas ambientales del plástico– ciertamente implica un consumo de hasta ocho veces más materias primas y tres veces más energía, y provocan el doble de contaminación al aire. 

Hay cerca de 46.000 piezas de basura plástica flotando por cada milla cuadrada de océano. Y es que el polietileno tarda en descomponerse entre 450 y 1.000 años.

Algunos países y ciudades ya han tomado la iniciativa de poner freno en diferentes grados a las bolsas de plástico. Bangladesh prohibió las bolsas plásticas, Taiwan y Sudáfrica le siguieron el camino, China prohibió las bolsas plásticas gratuitas e Irlanda fue la primera en Europa en poner impuestos sobre las bolsas plásticas en el año 2002. San Francisco se convirtió en la primera ciudad de EE.UU. en prohibir las bolsas de plástico en sus comercios. La experiencia irlandesa obligaba a pagar 15 céntimos por cada bolsa entregada.  Las bolsas de plástico están hechas de polietileno: un termoplástico que se obtiene del petróleo, por lo que, reduciendo el uso de las bolsas, se disminuirá el consumo de petróleo. Sólo China calcula que ahorrará 37 millones de barriles de petróleo cada año gracias a la prohibición de bolsas plásticas gratuitas. De esta forma, ha reducido el consumo en un 90%. 

Campañas
España, un país que tiene una fuerte dependencia del petróleo, debería ser activo en la prohibición de las bolsas de plástico. Hay campañas de carácter regional, como en Cataluña, donde se propone que el Gobierno de la Generalitat regule el consumo indiscriminado y gratuito de bolsas de plástico, a partir de la aplicación de un impuesto ecológico de 0,20 € / bolsa.  Además, se proponen mecanismos para encontrar soluciones a las bolsas de un sólo uso y convertir el de 3 de julio en el Día catalán sin bolsas de plástico. Algunos establecimientos no sirven ya bolsas gratuitas. Por ejemplo, IKEA cobra 0,15 euros y las bolsas son de papel.

Pero es evidente que no es suficiente. La única solución es directamente su prohibición en supermercados y tiendas. Para ello, te invitamos a hacer las cuentas de cuántas bolsas de plástico aceptas o utilizas en una semana y luego echa tus números. Y a continuación, valoremos la necesidad de este rechazo de bolsas de plástico en el comercio y que simplemente no puedan entregarse. Algunos comercios ponen a disposición de sus clientes bolsas no tan efímeras, pero también de material plástico. Lo suyo sería que cada uno de nosotros llevase su propia bolsa de tela. Existen alternativas para llevarlas cómodamente y plegadas en nuestro bolso y poderlas utilizar cuando convenga. 

Si usamos una bolsa de tela, se calcula que podemos ahorrar hasta 6 bolsas por semana. Es decir, 24 bolsas al mes, o sea, 288 bolsas al año: un ahorro a lo largo de la vida media humana de 22.176 bolsas.

La solución es evitar su consumo
Para ello es necesario que no estén al alcance, pues hoy consumimos no de una forma programada, sino casi convulsiva, razón por la cual se han impuesto las bolsas de plástico. Por tanto, hay que romper esta inercia; la mejor fórmula es la prohibición de que sea entregada gratuitamente en los supermercados, como viene haciéndose desde hace décadas. Lamentablemente, el pago de una tasa o similar por cada bolsa de plástico tampoco es un desincentivo suficiente frente a la compra compulsiva. De ahí que, necesariamente, el único modo es el de la prohibición. Ciertamente, muchas bolsas de plástico hacen de bolsas de basura. Pero es que éstas deberían ser de bioplásticos, para que se degradaran realmente, y no como sucede con el polietileno de las bolsas convencionales. Finalmente, la participación general es clave para atajar el problema. 

Las bolsas de plástico no son los únicos plásticos problemáticos, pero éste es otro tema que demanda de una estandarización de las tipologías de plásticos empleadas como envases para facilitar su reciclaje y, a su vez, fomentar la conciencia por la reducción de envases con políticas activas en este sentido. Algunos municipios han tomado medidas al respecto, como, por ejemplo, el británico Modbury (South Devon) que desde mediados del año 2007 impide que se vendan productos con bolsas de plástico.

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Artículo elaborado por el equipo de redacción de terra.org 

Modificado
09/02/2017

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