Recuperar la fe en nosotros

En 1983 el Gobierno español expropió al grupo Rumasa por razones de utilidad pública e interés social. En aquel momento el holding estaba constituido por más de 700 empresas, con una plantilla que alcanzaba las 60.000 personas, facturando el equivalente a unos 2.000 millones de euros anuales. Tras la expropiación fue reprivatizada por partes. En aquella ocasión el poder político no se doblegó frente al económico. Aquella decisión de ayer no hace más que demostrar la urgencia de frenar los desmanes de la banca e impedir que se sigan rescatando con dinero público.

La moneda convencional esta creada por instituciones financieras privadas para su propio beneficio, no para el servicio público.

Hoy la llamada crisis económica está llena de mensajes para confundir. La realidad es que el poder financiero está aprovechando la globalización y las nuevas tecnologías para poner toda la carne en el asador y crear de este modo deuda en todos los ámbitos. Luego juegan con ésta por todo el planeta. Pero tanta especulación, finalmente, les está socavando los cimientos. Esta deuda real, pero esencialmente financiera, es impagable. Cómo máximo se pueden recuperar determinados activos a través de la venta de propiedades y servicios públicos. De ahí los recortes y la venta de lo público. Pero esto es matar la gallina para recuperar los huevos. Una sociedad constreñida (que es diferente de una sociedad austera) con paro y sin unos mínimos solidarios está condenada.

 

La ilusión de las iniciativas que no salen en los medios de comunicación


Aglutinar y dar a conocer la diversidad de iniciativas que surgen en la sociedad basadas en la creatividad y el activismo es fundamental porque es terapéutico. Algunas de estas iniciativas van desde los centros culturales de barrio, hasta las iniciativas de compartir la autogestión vecinal para la solidaridad, cooperativas de consumo y de trabajo asociado, etc. Ya no podemos delegar que los políticos luchen por nuestros derechos porqué están a las órdenes de los poderosos que además controlan todos los medios de comunicación masivos. La élite gubernamental actual no abandonará el bando de los ricos hasta que descubran que la verdadera riqueza está en la sociedad a la que sirven y no en el dinero, que es más perecedero que la propia existencia humana.

Hay otra forma de vivir al margen de las instituciones corruptas.

Mientras, sin embargo, debemos dejarnos de lamentar por lo que vivimos y pasar a la acción. Tenemos buenos ejemplos en plataformas que comparten solidaridad de forma local como la barcelonesa: Barcelona actúa. Iniciativas como el coworking en la que profesionales que sólo precisan de una mesa y ordenador comparten no sólo servicios sino también experiencias y creatividad. Cooperativas de consumo de energía, de productos justos, ecológicos y locales. Iniciativas de monedas sociales y locales, bancos de tiempo para compartir servicios entre la ciudadanía. Plataformas que facilitan la financiación participada como el llamado crowfunding en el cual se pueden presentar proyectos de interés social ya sean culturales o solidarios. Webs que facilitan el ideario de la cultura libre y otras que impulsan la fortaleza entre los que quedan afectados por abusos como el de las ejecuciones hipotecarias.

Pero no basta. Hay que apuntar en el foco de la infección socioeconómica y esta radica en los bancos. Nos lo han mostrado con películas documentales preclaros como, The Corporation, Inside Job o en formato de ficción como Margin Call. El movimiento indignados en Norteamérica ya apuntó en sus inicios contra la Bolsa de Nueva York. La clave está en controlar a la banca y que para existir deba ser cooperativa y ética. El poder político debe intervenir para acabar con la especulación de la deuda.

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Modificado
09/02/2017

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