Hoy tengo un sueño

El 1 de diciembre de 1955, Rosa Parks  de 42 años, (Rosa Louise McCauley, 1913- 2005) se negó a ceder el asiento a un blanco y moverse a la parte trasera del autobús en Montgomery, Alabama (Estados Unidos). La ley en aquel momento dictaba que las persones de color no podían mezclarse con los blancos. Por tal acción acabó en  cárcel pero fue la chispa del movimiento contra la segregación racial. Luego se unió Martin Luther King, un pastor bautista relativamente desconocido en ese tiempo y amiga de Rosa Parks de la infancia quien condujo la protesta a los autobuses públicos de Montgomery convocando  a la población afroamericana a organizarse para transportarse por sus propios medios y no tomar los autobuses. Como los autobuses terminaron recibiendo pocos o ningún pasajero, comenzaron a dar déficit, por lo que se hizo necesario que la autoridad del transporte público terminara la práctica de segregación racial en los autobuses. Luego en 1956, la lucha judicial contra la ley segregacionista de Montgomery y Alabama llegó finalmente a la Corte Suprema de los Estados Unidos, que declaró inconstitucional la segregación en el transporte.

Lamentablemente, para reformar las leyes o un determinado estado socioeconómico primero hay que poner de manifiesto su injusticia y para ello sólo hay un método, la desobediencia civil pacífica.

El 1 de octubre de 2017 a pesar de ser una jornada declarada ilegal por el Estado y de los secuestros de votos  porrazos, más de 2,2 millones de catalanes depositaron su voto sin que fuera capturado por la policía y desafiaron el mandato antidemocrático que impide decidir el destino de un pueblo. Aparentemente, cuando los artífices de la supuesta democratización española  escribieron las magníficas palabras de la Constitución castraron entre otros el derecho a la autodeterminación, pero no el respeto al autogobierno.

En siete años el Gobierno de España, utilizando el poder judicial a su antojo, no ha cesado en recortar las libertades de los catalanes. Todo se inició con una sentencia en un ya lejano 2010 cuando el Tribunal Constitucional, un órgano político para nada independiente ni justo, anuló 14 artículos del Estatuto de Autonomía Catalán  y reinterpretó 27, para desvalorizar la definición de Cataluña como nación e introduciendo hasta ocho veces la indisoluble unidad de España. Fue pues un tribunal, un estamento no elegido por nadie y para nada en España independiente del poder ejecutivo, que anuló, sin más, una decisión soberana del Congreso Español elegido por el pueblo y ratificada masivamente por los residentes en la autonomía catalana a pesar de ser insuficiente. Así que este recorte del Estatuto catalán había sido aprobado primero con los votos de la mayoría del Parlamento catalán, aprobado por mayoría de votos en el Congreso Español y ratificado en un referendum de forma mayoritaria por el pueblo catalán. A pesar de toda esta corte de aprobaciones democráticas, un tribunal no democrático lo anuló. Fue entonces cuando se fraguó la rotura democrática y que ante la impunidad legal germinó en el levantamiento pacífico “Som una nació”. Una determinación que ha quedado patente en múltiples masivas y pacíficas manifestaciones populares hasta la fecha. (1)

La carga policial del 1 de octubre para impedir depositar un voto, así como la campaña previa contra el voto del referéndum para decidir el destino democrático de Catalunya son ejemplos del quebranto de las reglas del juego en una España que esgrime argumentos propios todavía de la dictadura sin tapujos. Las diferencias políticas en ninguna democracia moderna se dirime en los tribunales.

Todos los analistas políticos saben que de haber permitido un referéndum legal en Catalunya jamás hubiera ganado la segregación de esta autonomía, pues en realidad, los catalanes más que votar por su independencia de España, la mayoría seguramente votaron (a pesar de la amenaza de las cargas policiales) para salir de la opresión de los rescoldos enardecidos del régimen dictatorial, el cual muestra signos de agotamiento. Un régimen heredero del franquismo que no está dispuesto a dialogar sino a coaccionar.

Sería fatal para los pueblos de España pasar por alto la urgencia del momento y no darle la importancia de que la demanda catalana en realidad es un clamor por una Nueva España basada en los principios de solidaridad, fraternidad y libertad. El legítimo descontento de los catalanes, no pasará si el pueblo español convierte este otoño en un momento vigorizante de libertad e igualdad. Una necesaria reformulación de la democracia basada en derogar el actual régimen de la transición del 1978.

Los remolinos de la rebelión pacífica catalana a la que asistimos en realidad sacude los cimientos de nuestro país y en ella hay el clamor que surja el esplendoroso día de la justicia, no sólo con los catalanes sino también con el resto de pueblos de España.

Cómo decía Martin Luther King, "no busquemos satisfacer nuestra sed de libertad bebiendo de la copa de la amargura y el odio. Debemos conducir para siempre nuestra lucha por el camino elevado de la dignidad y la solidaridad fraternal. No debemos permitir que nuestra protesta creativa degenere en violencia física. Una y otra vez debemos elevarnos a las majestuosas alturas donde se encuentre la fuerza física con la fuerza del alma”.

Y yo también en estos días tristes tengo un sueño. Es un sueño profundamente arraigado en el sueño "humano" universal de libertad y respeto desde hace siglos. Sueño que un día ninguna persona de España sentirá rencor contra aquellos que hablan una lengua diferente, tienen una cultura propia y una forma de convivencia basada en leyes democráticas aprobadas por la comunidad.  Sueño que un día, cuando viaje por cualquier punto de la península ibérica nadie me señalará por qué tengo una identidad bilingüe y no apruebo la tortura animal en espacios públicos como un arte.

Sueño que un día que el Estado Español se convertirá en un oasis de libertad y donde la convivencia entre todos los pueblos de su geografía se basará en la fraternidad sin ningunear la diferencia como fomentó la dictadura y la llamada transición democrática. Sueño en un país democrático en el que la tumba del dictador no es venerada por políticos elegidos.

¡Hoy tengo un sueño!
Sueño que un día, el Presidente del Estado Español lo será de una República en la que habrá un único órgano legislativo para coordinar los esfuerzos de todos los pueblos hermanados bajo el símbolo de la democracia. De una República en la que no habrá un Congreso con 350 diputados que cobran casi cuarenta mil euros al año y un Senado que suman 266 miembros con un sueldo anual casi igual, sino una verdadera cámara de representación igualitaria de las repúblicas que la compongan. De una República en la que la conservación del patrimonio natural y cultural será un orgullo y no una opción para especular con su riqueza. De una República en la que nos enorgullecerá pertenecer para legarla a nuestros herederos.

¡Hoy tengo un sueño!
Sueño que la declaración de independencia de Catalunya no sea más que el inicio de la apertura necesaria para terminar con esta dilatada transición basada en la perpetuación del régimen dictatorial enmascarado de demócrata.

¡Hoy tengo un sueño!
Sueño que la Nueva España se habrá librado de las instituciones ignominiosas como la sacrosanta Guardia Civil o el Consejo del Poder Judicial elegido por los partidos políticos y que desdeñan al pueblo al que deberían servir. Sueño un país que suprimirá la Audiencia Nacional, una institución  heredera del Tribunal de Orden Público de la Dictadura creada para juzgar delitos de terrorismo y de sedición.

¡Hoy tengo un sueño!
Sueño que la declaración de independencia de Catalunya se resolverá por la vía política y se verá como la oportunidad para hermanar al resto de los pueblos de España en una federación basada en los principios de solidaridad, pero también de respeto a la diversidad cultural que representa, sin distinción de lenguas y respetando la idiosincrasia ética de sus miembros.

Esta es mi esperanza.

Con este anhelo compartido por muchas personas en todo el territorio español podemos trasformar el que nos dicen es el sonido discordante catalán en una hermosa sinfonía de fraternidad y del respeto mutuo. Con la determinación colectiva podremos recuperar los fondos robados por gobiernos corruptos del patrimonio colectivo de la Reserva de la Seguridad Social, un patrimonio atesorado con el esfuerzo del trabajo, y corregir las Ayudas Europeas dilapidadas para construir obras faraónicas que no llevan a ninguna parte.

Ese será el día cuando todas las personas podremos cantar, "Mi país es tuyo. Dulce tierra de libertad, a tí te canto. Tierra de libertad donde mis antecesores murieron, tierra de orgullo de los inmigrantes acogidos, de una tierra fraternal  y solidaria, integradora y respetuosa como siempre lo ha sido desde la época de los druidas íberos”.

Cuando repique este canto de libertad y su eco se expanda por cada aldea por cada ciudad, por cada comarca, nos sentiremos unidos por lo que compartimos y orgullosos de la diversidad que formamos que es nuestra principal riqueza.

En este nuevo día, en esta nueva aurora, la declaración de la República Catalana no será más que la excusa para ser más libres y poner los cimientos para una Nueva España Republicana, laica y fraternal.  Entonces podremos gritar a los cuatro vientos ¡somos libres al fin!"

Texto inspirado en I have a dream de Martin Luther King. Fotos extraídas de la web (1), (2), (3)

Modificado
15/04/2018

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