No sólo no hay una única forma de hacer las cosas correctamente




No sólo no hay una única forma de hacer las cosas correctamente, sino que sólo hay una forma de verlas adecuadamente, es decir, considerar siempre el conjunto de ellas.

(John Ruskin)

La humanidad es incapaz, por ahora, de adoptar un acuerdo de mayoritarios beneficios como el que emana del Protocolo de Kioto para reducir las emisiones tóxicas a la atmósfera. Las ansias de quemar energía, que no de aprovechar eficientemente la misma, nos está cegando y nos impide percibir la evidencia de volatilizar en un año lo que la Tierra ha tardado un millón de años en elaborar.

Los científicos abordan experimentos para medir el incremento de gases con efecto invernadero. Diseñan simulaciones sobre las tierras costeras que pueden verse afectadas por el aumento del nivel del mar. Valoran modelos que nos permitan situar el barómetro del cambio climático en su justo punto. Se lanzan aviones y otros artilugios estratosféricos para constatar el tamaño del agujero en la capa de ozono y parametrizar las moléculas de cloro y otros gases perjudiciales para la vida en los niveles altos de la atmósfera.

Olvidamos que la Tierra no es un cuerpo celeste aislado. Olvidamos que la atmósfera existe porqué la vida la mantiene. Olvidamos que los mares, cuna de la vida, pueden ser el ataúd para millones de organismos incapaces de moverse como los corales. Olvidamos que la Tierra está regada por aguas continentales cuyo grado de contaminación excede toda capacidad de recuperación vital como probaron accidentes tristemente enmascarados como el vertido de Aznalcollar. Olvidamos que las profundidades terrestres almacenan los mayores reservorios de agua dulce del planeta.

Gaia no fue tan sólo una tesis científica a propuesta de ecólogos caprichosos como James Lovelock y Lynn Margulis, sino una propuesta resultado de observar el acontecer de la vida planetaria en su globalidad. Un macroecosistema en el cual la Tierra con su capa viva o biosfera es su tesela al igual que la estrella solar lo es en la galaxia que giramos. De ahí la importancia de afrontar los problemas ambientales como un todo. Pero, ello no es posible sino adoptamos una vida más frugal y simple. Sin embargo, aprender a vivir con menos para ser más requiere mucha más poesía de la que hasta ahora hemos inspirado. Debemos recitar más poesía para no leer palabras sino para comprender las emociones globales que unen a la familia humana desde cualquier rincón de la Tierra. Una familia cuya desunión y rencillas amenaza su propia supervivencia. Tan sólo hay que abrir la mente y considerar la humanidad como un conjunto indisociable de la dinámica de la biosfera, en definitiva, de esta estrecha capa planetaria que es capaz de soportar la vida en exclusiva para nuestro Sistema Solar.




Modificado
09/02/2017

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