Hacer frente a las amenazas a la sostenibilidad

Las economías del mundo y las personas se enfrentan a una serie de amenazas para la sostenibilidad que, aunque quizás no son tan visibles, demandan una acción inmediata. De acuerdo con el informe La situación del mundo 2015: Un mundo frágil, la última edición de la serie anual del Worldwatch Institute, cuya edición en castellano acaban de publicar FUHEM Ecosocial e Icaria Editorial, estas amenazas, impulsadas directa o indirectamente por la creciente presión sobre los recursos del planeta, tienen el potencial de poner de cabeza los sistemas sociales, el equilibrio ambiental e incluso economías enteras. Como señala Ed. Groark, Presidente del Worldwatch: “Estas amenazas están ocultas en el sentido de que son comúnmente pasadas por alto o subestimadas”. La cuestión urgente que plantea el informe La situación del mundo 2015 es que "es fundamental abordar los para la construcción de sociedades sostenibles”.

Portada del informe 2015 del Worldwatch Institute en castellano publicado por FUHEM e Icaria.

El informe original analiza 8 amenazas cuyas raíces se encuentran en el sobreconsumo de recursos que, por lo general, no suelen ocupar la portada de los periódicos. Las amenazas identificadas son diversas: desde las migraciones humanas por problemas ambientales y la creciente dependencia de alimentos importados hasta los problemas de disponibilidad de energía y la degradación de los océanos. El elemento común entre estos desafíos es la creciente demanda de recursos del planeta por parte de la humanidad, a causa de la búsqueda del crecimiento económico a toda costa. La novena amenaza la aporta la edición en castellano en la que Nuria del Viso, investigadora de FUHEM Ecosocial, quien hace una radiografía de los conflictos socioecológicos asociados a la actividad extractiva como el fracking o el acaparamiento de tierras; una problemática ambiental y social que deja entrever la necesidad urgente de un compromiso con unas economías sostenibles en las que los recursos se custodien de forma democrática y el medio ambiente esté protegido para garantizar la supervivencia humana. 

Durante las últimas décadas, las sociedades humanas están agotando los recursos a un ritmo insostenible, propagando contaminantes peligrosos, deteriorando los ecosistemas y, en definitiva, amenazando con desbaratar el equilibrio climático del planeta. Reajustar las cuentas es complicado pues la totalidad de los impactos ambientales no siempre son fácilmente discernibles –están camuflados y se multiplican por discontinuidades, sinergias, bucles de retroalimentación y efectos en cascada. Además, la forma en la que estos impactos ambientales se plasman en la dimensión social y económica complica aún más el escenario de crisis ecológica, produciendo consecuencias inesperadas. 

“Uno de los elementos centrales en este diagnóstico es el crecimiento económico ilimitado que durante mucho tiempo no ha sido cuestionado y que debe ser desmitificado”, señala José Bellver, coordinador de la edición en castellano del informe e investigador de FUHEM Ecosocial.  Precisamente, la edición castellana del informe incluye el apéndice titulado "Una conflictividad socioecológica creciente". En este capítulo se pone de manifiesto que "los conflictos socioecológicos constituyen una parte cada vez más importante de la conflictividad global, y estos irán en aumento en las próximas décadas dado el contexto de creciente sed de materiales, energía y territorio".

Nuria del Viso, investigadora de FUHEM Ecosocial y autora del apéndice, pone el énfasis en las dinámicas extractivistas. El extractivismo es una de las prácticas que muestra esa tensión entre el sistema económico y la degradación ecológica y social, vinculada a un determinado modo de entender la relación entre el ser humano y la naturaleza, y por tanto, estos conflictos también tienen una dimensión política, al afectar al control y acceso a los recursos necesarios para vivir.

Como casos paradigmáticos, Perú y Colombia son dos regiones del mundo donde mayor impulso toma el extractivismo de hidrocarburos y minería. De hecho, los préstamos del Banco Mundial a proyectos mineros en América Latina han pasado del 13% en los años noventa al 30% actualmente. Esto tiene relación con la alta conflictividad que se desarrolla en estos dos países entre 2009 y 2013, ya que coincide con un período de aumento continuado de la inversión extranjera directa.

El extractivismo es una de las prácticas que muestra esa tensión entre el sistema económico y la degradación ecológica y social, vinculada a un determinado modo de entender la relación entre el ser humano y la naturaleza.  Foto: Fundación Tierra.

Por otra parte, la autora también destaca la actual movilización en torno a prácticas más abusivas como la fractura hidráulica en Europa o el acaparamiento de tierras, especialmente en África, que tiene su auge en 2007 a raíz del alza global del precio de los alimentos. Aunque el fenómeno del acaparamiento es menos conocido (consiste en la compra de terrenos por naciones con inseguridad alimentaria o grandes corporaciones para cultivar cosechas para exportar), los datos son escalofriantes: “las tierras que han cambiado de manos en menos de una década superan los 227 millones de hectáreas”, señala la autora.

La raíz de estos conflictos reside en la gran asimetría de poder entre quienes toman las decisiones y los grupos de afectados que, no obstante, responden con resistencia: una pugna que expresa importantes déficits democráticos. La resolución pacífica pasa por tanto por la reducción de estas desigualdades con el fin de posibilitar la convivencia.

A pesar de todo, existen soluciones para muchas de estas amenazas y giran en torno al sentido común. Por ejemplo, la adopción de sistemas de energía renovable reduciría la presión para encontrar fuentes cada vez más exóticas (y costosas) de combustibles fósiles. De la misma manera, la presión a la importación de alimentos podría reducirse evitando, de entrada, que tanta comida se tire a la basura, pues alrededor de un tercio de la cosecha mundial de alimentos se pierde cada año de esta manera. Pero esto requiere que los ministros de economía y otros conviertan el bienestar humano, más que el crecimiento, en el principal objetivo de su política económica, desplazando la maquinaria económica mundial fuera del uso intensivo de recursos y la interminable persecución del “más”.

Con la última edición de La situación del mundo, los investigadores del Worldwatch Institute traen a la luz una serie de desafíos que ya no podemos ignorar. 

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- La situación del mundo 2015. Un mundo frágil

Artículo elaborado a partir de la nota de prensa de la presentación de La situación del mundo 2015 por parte de FUHEM Ecosocial.

Modificado
09/02/2017

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