Los árboles, entre lo visible y lo invisible

Clima, agricultura, medicina..., los árboles son aliados esenciales para sanar la Tierra. Entre la ciencia y la conciencia, la naturaleza y la cultura, el investigador suizo Ernst Zürcher nos ofrece una visión fascinante en su libro Les Arbres, entre visible et invisible  (Actes sud, 2017) -de momento no traducido al castellano. El autor nos propone insólitos descubrimientos, algunos casi increíbles, pero que nos harán cambiar la mirada hacia nuestros amigos los árboles.

Portada del libro publicado por ACTES SUD de Ernst Zürcher.

La novedad de este libro

En este libro el autor nos muestra cómo los árboles nos aportan soluciones para los problemas del calentamiento global y se convierten en una pieza clave para la acción climática. La situación planetaria es tan grave que actuar de manera concreta y efectiva se ha convertido en una prioridad.

Los árboles minizan el impacto de la crisis climática actual

Los árboles son esencialmente creadores del clima, algo que podemos constatar especialmente en los trópicos húmedos del cinturón ecuatorial (Amazonas, la cuenca del Congo y el sudeste de Asia). Estos bosques son la fuente de humedad que permite la creación de las nubes y que provocan la precipitación. Contribuyen a lo que llamamos el ciclo del agua para dar forma al clima. Estos bosques son tan ricos en biomasa que funcionan como esponjas, una buena parte del agua captura la devuelven en forma de evapotranspiración. Este flujo alimenta el proceso de fotosíntesis, la cual transforma la energía solar en energía química, biomasa.

Siempre decimos que los árboles crecen bien en el ecuador porque es cálido y húmedo, pero es todo lo contrario: el ecuador está húmedo porque alberga la mayor concentración de árboles del planeta y su ciclo vital contribuye a esta humedad ecuatorial. El calor de los trópicos porqué el sol es más fuerte que en otros lugares es también la razón de este mayor poder vital de los árboles.

La física rusa Anastassia Makarieva y su colega Victor G. Gorshkov han demostrado que el Amazonas funciona com si del corazón climático para la tierra se tratara y su bosque está en el origen de las masas de aire que se desplazan desde el Atlántico hasta las estribaciones del Andes en forma de 6 a 7 ciclos de evaporación y precipitación sucesivas. Las masas de bosque tropical aspiran y enriquecen el aire que proviene del Atlántico y lo desvían hacia el norte y el sur una vez que llega la barrera de los Andes. Este proceso contribuye a atenuar el clima de América del Norte, e incluso se supone que está involucrado en la formación de la Corriente del Golfo del Atlántico Norte, que beneficia a Europa.

Los investigadores también han demostrado que si los árboles se cortan en áreas demasiado grandes en el Amazonas, para la minería, el cultivo o el pastoreo, esto crea aberturas para el máximo impacto solar (ya que el suelo recibe la radiación solar casi perpendicularmente). Se observa entonces un mayor efecto en el secado y erosión del suelo. En los bordes de esta abertura, el bosque sufre de esta insolación para la que no está preparado, también se seca y puede comenzar a arder de forma casi espontánea, un fenómeno hasta ahora desconocido pero que se está observando en el bosque ecuatorial húmedo. ¡Una desertificación incontrolable es el gran peligro que ahora amenaza al Amazonas y por ende se pone en jaque el funcionamiento del clima global!

La emergencia número uno, por lo tanto, es preservar  el resto de las selvas tropicales de la deforestación y reconstruirlas que han sido diezmadas tanto como sea posible. De hecho, sus gruesos troncos se convierten en verdaderos almacenes de agua que regulan los ciclos hidrológicos de la zona y por tanto del clima mundial. Los árboles ,las plantas en general, son los únicos seres capaces de transformar la energía solar intensa en una biomasa extremadamente rica en especies, y así proteger la tierra en su parte más vulnerable.

Algunas funciones que realizan los árboles a favor del buen funcionamiento de la biosfera

Gracias a la fotosíntesis todas las plantas, los árboles incluidos tienen la capacidad de producir tres nuevas sustancias en la naturaleza: ¡glucosa (azúcar), oxígeno y agua! El oxígeno liberado por los árboles es nuevo porque proviene de la descomposición del agua: y nunca se ha respirado antes de ser emanado, por lo que es oxígeno puro. Este es un aspecto que aún no se ha pensado y abre el camino a nuevas preguntas sobre sus propiedades reales.

Pero el fenómeno más asombroso es la formación de una nueva agua cuyo hidrógeno proviene del agua descompuesta de las raíces y del oxígeno del CO2 del aire. Hay dos corrientes de agua: una que asciende y otra descendente, esta última enriquecida con agua nueva. ¡Es muy interesante porque también es una nueva agua que nunca ha circulado y que no ha estado contaminada! La investigación realizada por artistas franceses como Jacques Benveniste y ahora por el premio Nobel de 2008 Luc Montagnier, en colaboración con el estadounidense Gerald Pollack, el "descubridor" de la "cuarta fase del agua", sin duda nos permitirá comprender la importancia de esta nueva agua, especialmente en términos de sus propiedades electromagnéticas y, probablemente, su capacidad para almacenar cierta información. El agua es un vehículo de información como lo demuestran otros científicos, una realidad que no siempre se valora adecuadamente.

Quiero resaltar un número de vital importancia en la contribución de los árboles como una solución al cambio climático: para producir 1.000 kg de madera, el árbol necesita 1.851 kg de CO2 atmosférico. Entonces, cada vez que usamos madera, capturamos una parte importante del CO2 de más en la atmósfera: el árbol es una verdadera bomba de carbono, ya la madera es su hucha. Los árboles pues trabajan minizando los efectos en  la atmósfera de los gases de efecto invernadero. Y con los 1.000 kg de madera, los árboles también producen casi 1.400 kg de oxígeno nuevo y más de 500 kg de agua nueva: ¡es fabuloso!

Los bosques, un complemento para la agricultura y el espacio rural

En combinación con la agricultura, los árboles y los bosques son una solución muy efectiva para la regeneración del suelo y la captura de CO2. Su raíces contribuyen al enriquecimiento del suelo con humus, es decir, esta capa de materia orgánica que podrá alberga a millones de organismos de la flora y fauna microbiológica y que son una riqueza todavía poco valorada para la fertilidad. En realidad, para ser más fértiles, los suelos no necesitan pesticidas, fertilizantes químicos o arado profundo. Lamentablemente los suelos de la agricultura provienen históricamente de bosques que tienen una productividad increíble. Ahora, agotados estos suelos debemos añadirles materia orgánica de forma artificial. Sin embargo, podemos restaurar los suelos combinando la agricultura con la silvicultura. Esto es lo que persigue la llamada agroforestería moderna y también la permacultura.

Desde la perspectiva del uso de la tierra, es importante mantener la conexión del bosque con la biodiversidad que alberga. Alrededor de todas los riachuelos y cursos fluviales, por ejemplo, se debería dejar conservar una franja de bosque que protegiera la tierra circundante de inundaciones. Durante la máxima insolación del verano, por ejemplo, los bosques mantienen el frescor del entorno fluvial y gracias a la sombra que proyectan sobre el suelo de alrededor evitan que los cursos de agua se sequen; y en invierno el entramado de ramas sin hojas de los bosques de ribera protegen el entorno de las heladas. Otra ventaja es que los cursos fluviales protegidos por la galería del bosque de ribera son mucho más fáciles de habitar por los peces y otros animales.

Finalmente, los árboles también permiten recuperar tierras para la producción de  alimentos en áreas afectadas por la desertificación. Estoy pensando, por ejemplo, en el proyecto "Gran Muralla Verde" en el África subsahariana, un importante proyecto de reforestación en la zona árida, desde Senegal hasta Etiopía, que también se concibe como un freno al terrorismo islámico. Estas son soluciones que realmente requieren poco dinero y merecen el apoyo de la comunidad internacional. Una nueva idea sería combinar esta acción con la actividad de  formación profesional sobre la conservación de los bosques y enseñar la gestión forestal combinada con la práctica agrícola sostenible. De esta forma  se crearía ocupación fomentando los "cultivadores de árboles". Esto implica adquirir conocimiento en cultura general, biología de árboles, manejo de viveros y conocimiento ambiental.Sin duda es urgente impuslar este trabajo que podemos considerar como el de los nuevos doctores de la Tierra.

Este libro, concede gran importancia a las antiguas tradiciones silvícolas

Hay algo que no podemos olvidar, y es aceptar la sabiduría para mirar atrás y comprender cómo lo hicieron los antiguos. En la tradición forestal de Europa Central, por ejemplo, muchos propietarios de bosques también eran agricultores. Practicaron una silvicultura muy fina y respetuosa con el medio ambiente que mezcló los bosques en su estructura natural y multiétnica con un escalonamiento de las edades de los árboles de sus bosques. Esto es muy importante ya que los árboles jóvenes se codean mejor con árboles maduros y viejos. Es una práctica que permite una mejor calidad del entorno natural y a la vez obtener un rendimiento neto mayor en madera, a diferencia de un bosque en el que sólo hay los árboles plantados de la misma especie, de la misma edad y alineados que un sistema más de orientación militar que propicia que las raíces de los ejemplares plantados compitan en el mismo nivel y por los mismos minerales del suelo a la vez. Esto no sucede cuando los árboles del bosque son de diferentes edades. Esta antigua silvicultura respetuosa con el medio ambiente de permitir árboles de diferentes edades en un mismo bosque continúa siendo practicada hoy en día en Suiza y Alemania. De hecho se practica así porqué existe una cierta noción de sagrado, de veneración al carácter arbóreo que ha persistido entre algunos silvicultores a lo largo de la historia.

Ejemplar de un viejo ginkgo plantado en un parque urbano.

Devolver a los árboles su dimensión sagrada

Es importante volver a conectar con este aspecto sagrado ímplicito en la naturaleza, la cual es una componente igualmente ligada a la cultura humana desde la antiguedad. En Europa, los árboles más antiguos, por ejemplo, tejos de varios miles de años, se mantuvieron en pie gracias a un hecho cultural, ya que se relacionaban con la vida espiritual de los pueblos de la época. Entre los pueblos celtas, muchos se identificaron con algunas especies de árboles y el tejo en particular. Estos tejos fueron venerados y acompañados por estrictas reglas de protección. A veces se asociaron con sitios megalíticos.

La vigilancia de los tejos y su veneración fue tan fuerte entre estas personas que en estas culturas europeas nadie se atrevía a tocar a estos ejemplares cuya nacimiento se remontaba a los tiempos precristianos. Gracias a esta sacralización de los árboles, todavía hay cerca de quince árboles de tejo con una circunferencia de más de 10 m, un diámetro insólito para el crecimiento lento de esta especie. En el centro de Escocia, en Fortingall, un tejo tiene casi 6 m de diámetro y que aunque es hueco por dentro, este árbol disfruta todavía de una vitalidad asombrosa. ¡El especialista Allen Meredith estima su edad en 5,000 años! Este árbol ha sido protegido por su carácter sagrado, nadie se ha atrevido a tocarlo, ha sobrevivido a todos estos siglos y aún conserva una espléndida salud. ¡Curiosamente no se aprecian rastros de envejecimiento en este árbol!

El conocimiento de los antiguos druidas es una herramienta de conocimiento ...

El conocimiento ancestral sobre los árboles debe tomarse muy en serio. En la investigación del autor, quién estaba particularmente interesado en sus conocimientos y prácticas relacionadas con la influencia de la luna en los ciclos vitales, observa que hay mucho más de lo que se considera mera superstición. La influencia de la luna en la naturalea, por ejemplo, y la propia vida humana ha sido escarnida durante siglos ... Sin embargo, se puede constatar que algunas culturas ancestrales están todavía conectadas de forma profunda con la naturaleza y siguen y adaptan su existencia al ciclo lunar algo que contribuye a preservar el medio ambiente.  

Estas culturas han considerado, por ejemplo, las fuerzas lunares en las prácticas agrícolas o forestales, ya sea en África, América del Sur, Corea, Siberia, Finlandia; donde quiera que esta sabiduría ancestral persista todavía se pone en evidencia que esta influencia de la luna va más allá de ser una superstición y que conforma un paradigma esencial para garantizar la conservación del medio o el entorno vital de estas culturas. La metodología científica y las herramientas estadísticas nos muestran también esta correlación.

Los árboles y su forma de vivir en el punto de mira de la ciencia

Los últimos estudios sobre árboles mantenidos en condiciones constantes publicados en la revista Nature en 1998 mostraron que los árboles tenían pulsaciones del tronco dependiendo de las mareas. Otras pruebas han revelado que la germinación de sus semillas varía con las fases de la luna. Asimismo, sus potenciales eléctricos varían según las mareas gravitatorias (de origen lunar) y las pulsaciones de los brotes también están en fase con las posiciones de la luna. La fisiología y el crecimiento de las plantas, y los árboles en particular, están mucho más sujetos a estos ritmos lunares de lo que el mundo científico imaginaba.

La cronobiología también reveló que los árboles funcionaban en "multifrecuencias", es decir, con varios ritmos simultáneos. Al igual que las mareas, tienen frecuencias diarias, mensuales y anuales dependiendo de las fases lunares, pero también frecuencias ultracortas alrededor de 5 hercios (pulsaciones por segundo). ¡Es una frecuencia muy similar a la de ciertas formas de actividad del cerebro humano! Además, esta frecuencia también se acerca a la famosa resonancia de Schumann de 7,8 Hz, considerada como la frecuencia de pulsación de la Tierra. ¡En definitiva, todo parece ganar consistencia!

Es por eso que podemos considerar que existe para la Tierra como una envoltura lunar, como si de la atmosféra se tratara, que se sincroniza con la vida vegetal, hidrológica y terrestre, Una envoltura vibratoria en la que cada ser vivo se mueve y palpita aunque nos parezca algo sutil, también es a muy obvio. De hecho el planeta funciona como si fuera un gran organismo vivo. ¡Y esto es cada vez más evidente incluso para la ciencia convencional!

Los árboles son capaces de vivir en lugar insólitos. Un artículo nos muestra imágenes de este vivir sorprendente de los árboles.

El autor valora que ahora es necesario y urgente introducir el árbol en la enseñanza de los niños: enseñarles a reconocerlos, sembrar sus semillas, plantarlos y amarlos. Es con esta educación consciente que asegura podremos iniciar una nueva relación con la naturaleza y nuestra Tierra.

El autor

Ernst Zürcher es ingeniero forestal, doctor en ciencias naturales, profesor e investigador en ciencias de la madera en la Universidad de Ciencias Aplicadas de Berna, profesor en el Instituto Federal Suizo de Tecnología de Lausana (EPFL) y en el Instituto Federal de Tecnología de Zúrich (ETHZ). ). Su estudio se centra más particularmente en las estructuras temporales de los árboles (cronobiología). Él es el autor de numerosos artículos científicos y ahora (2017) de este interesante libro publicado en Francia con el título Les arbres, entre visible et invisible.

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Artículo basado en una entrevista realizada al autor y publicada en Francia. Fotos: Fundación Tierra

Modificado
18/01/2018

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