Cenizas del cielo



 

 


Vivir entre la contaminación y mimando un cerezo protegido de la lluvia ácida por un inmenso paraguas.



La lucha contra la térmica en uno de los momentos culminantes de la película.


ficha técnica
Cenizas del cielo

Director: José Antonio Quirós
Guión: Dionisio Pérez y José Antonio Quirós
Actores: Celso Bugallo, Clara Segura, Gary Piquer, Fran Sariego, Beatriz Rico, Txema Blasco, Raquel Evia
Productoras: Bausan Films y El Nacedón
Distribución: Universal Pictures International Spain
Duración: 96 minutos
Género: Tragicomedia costumbrista
País: España



Cenizas del cielo
Cosas por las que merce la pena luchar

Toda historia tiene su espacio físico, donde transcurre. Esta historia transcurre en un valle verde y frondoso, coronado por la gigantesca chimenea de una humeante central térmica. Cenizas del cielo nace tras prestar atención a esos lugares “imposibles” alterados por el llamado “progreso”, traducidos en este caso en una inmensa mole de hormigón como es la Central Térmica que preside el valle del Negrón. Un lugar en el que la mayoría de habitantes viven casi pegados a una central térmica y donde, como sucede a menudo, pocos son conscientes de los efectos de la lluvia ácida y la contaminación en general. En cierta medida tiene algo de homenaje a aquella triste e impactante película, Qué verde era mi valle (1941), dirigida por John Ford.

Cenizas del cielo empieza con el azar, cuando a un escocés que escribe guías turísticas, interesado en las excelencias de una región del norte de España sobre la que tiene referencias mediáticas (una princesa y un piloto de Fórmula 1), su coche le deja encallado en el valle ocupado por la espectacular central térmica, cuando en realidad pretendía recorrer la costa y visitar los diversos monumentos históricos. Por cierto que el inicio del personaje con los lugareños constituye todo un hallazgo, al asistir en directo al parto de un ternero al que pondrán de nombre Kioto.

En este espacio va descubriendo a sus personajes, desde Federico, un lugareño de unos sesenta años que lleva tiempo luchando contra la contaminación de la Térmica y que cree fírmemente que el Compromiso de Kioto va ha propiciar el cierre, pasando por Cristina, una mujer con dos hijos a la que un poco de sexo no le viene nada mal, hasta una pareja que cree no poder tener hijos por culpa de la térmica (cuando en realidad son cosas de familia) y que está emparentada con Federico, un minero prejubilado obsesionado con el golf, un pescador que pesca de todo excepto peces en un río contaminado y sin salmones…

Contra todo pronóstico, el escocés queda atrapado por la situación hasta el punto que irá inventándose la guía turística para seguir allí. Participará en el desafío de intentar acallar la Térmica, lo que llevará a Federico y al resto de los vecinos a manifestarse contra ella. Sin embargo, toda la trama es en realidad un conjunto de historias que no se acaban de contar y que son testigo de las contradicciones que viven sus personajes… La Térmica se detendrá, dejando el valle en silencio, pero también sin electricidad. Sin embargo, el cierre es sólo el preludio de lo peor: una ampliación con una central de ciclo combinado quemando gas natural en lugar del sucio carbón. La historia tiene un fuerte componente costumbrista, algo que al cine español no le falta, en cambio el guión podría ser más ingenioso. El ecologismo que respira, aunque sincero, es algo tópico, y el personaje de Federico llega a la contradicción cuando lo encarcelan por recoger acebo, planta protegida que tradicionalmente era usada para alimentar puntualmente a los terneros.

Hay personas capaces de vivir en lugares imposibles y muchas de ellas están representadas en el film, casi a modo de arquetipos. El director de Cenizas del cielo reconoce: “Más que realismo, lo que he pretendido es alternar naturalismo con dosis de humor y surrealismo”. José Antonio Quirós también afirma: “Lo que es denuncia y realidad, aquí he tratado de convertirlo en emociones, humor y exageración. Ejemplos evidentes los tenemos en la caída de las cenizas como si fuera nieve; en la reinvención de la guía turística, en convertir un prado en un pequeño vergel… Son situaciones que, al subrayarlas, pretenden llevarnos más allá de lo que el espectador está viendo en imágenes”.

Que la protagonista de esta historia sea una sucia y ruidosa central térmica, y que sirva de telón de fondo para la problemática de Kyoto, tiene un significado especial en un país que ya supera en más del 50 % las emisiones permitidas por este convenio internacional que, aunque ratificado, el Estado español se pasa por el forro. Así que en la película, la central térmica intimida y a la vez protege. Ésta es la eterna contradicción de nuestra tecnología: nos seduce y nos atormenta. Cristina, tras vender las vacas, todo lo que compra son cacharros eléctricos, aún sabiendo que eso causaría una profunda indignación en Federico. Eso sí, nos muestra una pequeña máquina de hacer pan casero. Una vez más, la contradicción entre estilos de vida. Cenizas del cielo refleja el paradigma que afecta a muchos pueblos que dependen de una actividad económica principal que da trabajo a la mayoría. Los pueblos que viven cerca de las centrales nucleares están agradecidas por el empleo que aportan, pero también, poco a poco, perciben que los cánceres van recorriendo los entornos, aunque curiosamente ningún incremento es estadísticamente significativo. En este caso, la térmica de Cenizas en el cielo habla, pero también actúa. Por ejemplo, el apagón; las cenizas que expulsa, las vibraciones, las pequeñas explosiones.

Es una película reivindicativa en el título y quizás en su alma, pero sobre todo es un trabajo sobre las contradicciones de los personajes, lo cual no facilita llegar a una conclusión clara, quizás por la evidencia de que la propia central participa del film. España, en una época, quiso sacar provecho de su carbón de baja calidad quemándolo en centrales térmicas que son de una tecnología contaminante y que contribuyen al calentamiento global. Los casos de las térmicas de Andorra (Teruel), Cercs (Cataluña), etc., han sido objeto de sentencias judiciales por delito ecológico. Sin embargo, actualizadas, siguen contaminando. Cenizas en el cielo varea como el riachuelo serpenteante en este remanso de inconcreción que el propio director reconoce: “En principio me plantee una película directamente reivindicativa. Con el trabajo de guión, me di cuenta que prefería no evidenciar. ¿Para qué ser tan explícitos? Partiendo de la base de que el “progreso” también daña al hombre, he intentado convertir lo denunciable en algo cotidiano, irónico, cómico e incluso poético. Incluso he planteado algunas situaciones en las que el “progreso” también puede ir de la mano del hombre. Por tanto, esta película no se debe encuadrar dentro de la temática social, aunque la trata. Ante todo es una historia de personajes y contradicciones, en permanente lucha, dependencia y adaptación con el “progreso”. Se desarrolla en un entorno localista, y sin embargo pretendo que tenga una lectura universal, en un momento de especial relevancia y actualidad de un tema que seguirá reinante, como es el medio ambiente y las posibles lecturas que tiene el concepto de “progreso”. Cenizas del Cielo habla sobre el amor a la tierra y la incapacidad del hombre de vencer al progreso…”.

Cenizas del cielo no tiene la contundencia del mensaje socioecológico que plantea la recreación de la revuelta de 1888 en las Minas de Rió Tinto en la película El Corazón de la Tierra. Sin embargo, está llena de pequeños detalles de ecologismo auténtico, como el abrazo de Federico al árbol para que sienta su agradecimiento (un guiño a Vandana Shiva) o el apagar las luces de la sala al salir de la Consejería de Medio Ambiente. Como reconoce el propio director, José Antonio Quirós: “Esta película pertenece a esa clase de historias que se deben de rodar en su tempo. No se puede plantear, por ejemplo, la filmación del abrazo a un árbol o la muerte de Federico de una manera convencional. Son planos que deben tener un pulso, progresar por sí mismos, sin forzar la transición narrativa. He buscado la sencillez y la verosimilitud por encima de la dramatización, y evitar así caer en los aspectos falsos de una interpretación. La imagen y las miradas son las piezas más importantes: Federico frente al árbol… La otra mirada, la de Ferguson, cuando ya tiene disponible la roulotte para irse… El reto visual está en mostrar el valle de otra manera, después de llevar un tiempo allí… Pasa siempre, el espacio se mira de otra manera cuando uno se familiariza con él. Por ejemplo, sirva recordar la secuencia en la que Federico está subido a la chimenea. La propia secuencia genera cierta intriga. Ver al personaje en la chimenea será como ver a un personaje en un lugar poco común, pero mi intención no es adornar la secuencia para impresionar, sino para llevar al límite al personaje. Esta película pretende conjugar la filmación de la intimidad con los momentos externos. El refugio en un espacio interior frente a la exposición a la Naturaleza”.

Curiosidades...
La película ha recibido el soporte de Ecologistas en Acción y Greenpeace y constituye una rareza dentro del cine español, por lidiar entre los poderes fácticos de las eléctricas sucias que además están obstaculizando el progreso de las renovables. Bausan Films, la productora de este film, tiene un amplio catálogo de películas y documentales de denuncia social: desde Balseros a Sueño del agua. El origen de la película nace tras la lectura de una carta a un periódico, escrita por un lugareño que advertía sobre la muerte del valle donde vivía. Ha ganado el Premio "Toyota Earth Grand Prix" en el Festival de Tokyo 2008.



 
Modificado
09/02/2017

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