Experimento energético con almendras

Las almendras son un fruto seco típicamente mediterráneo, nutritivo, sabroso y que puede ingerirse directamente o también a partir de preparados como los licuados. Sus beneficios para la salud son bien conocidos, su principal efecto es que son alcalinizantes y por ello retrasan el envejecimiento, cuidan de nuestro sistema cardiovascular, inmunitario, muscular y nervioso. El aceite de almendra es muy apreciado como hidratante dérmico.

Entre los componentes minerales que destacan, hay el potasio, el magnesio y el calcio, y después, el hierro, el selenio, el fósforo y el zinc. También son ricas en vitamina A, del grupo B y vitamina E (o tocoferol). Como el resto de frutos secos su aporte de carbohidratos lo convierte en un alimento energético. Además posee aminoácidos y ácidos grasos monoinsaturados (Omega 6 y 9) pero sobretodo las almendras destacan por su riqueza en proteínas vegetales. En definitiva, un fruto seco muy completo tanto para nuestra nutrición como en aplicaciones cosméticas.

La almedra tiene un elevado valor nutritivo. Destaca su composición en proteínas (20%), fibra (14%) y grasa (53,5%), en su mayor parte en forma de ácido oleico. También cabe destacar su contenido en minerales (potasio, magnesio, calcio y hierro entre otros) y vitaminas (E, B1, B2...). Foto: Fundación Tierra.

Las bondades de las almendras se obtienen como fruto seco tal cual, deshidratadas, remojadas en agua durante medio día o preparando la riquísima y nutritiva leche o licuado de almendras. Se comercializan al natural, tostadas o incluso con la cáscara. En este último caso, se precisa de un cascanueces y una buena dosis de paciencia y energía muscular.

Me regalaron un saquito de 2 kg almendras ecológicas con su cáscara y me dispuse a realizar un experimento. Durante una hora me dediqué a descascarillar manualmente almendras mientras mantenía un rato de silencio meditativo. Al cabo de sesenta minutos de trabajo ejerciendo palanca sobre el cascanueces conseguí obtener, tras pesarlas, 290 gramos de almendras crudas al natural. Las cáscaras de almendra son un combustible útil y todavía hay estufas para quemar este residuo. Durante toda mi niñez, en mi hogar familiar nos calentábamos con cáscaras de almendra que se almacenaban en un sótano desde donde se llevaban para que se quemasen en una estufa y calentarnos.

Las almendras son un alimento clave en las dietas vegetarianas. Un puñado de almendras tiene más proteínas que un huevo, son muy energéticas pero no engordan y, por su riqueza en fibra facilitan el buen tránsito intestinal y contribuyen a depurar el organismo de toxinas. Para comerlas hay que romperlas o descascarillar, un trabajo que habitualmente hacen máquinas, pero que también podemos realizar manualmente. Foto: Fundación Tierra.

Después de este trabajo pude comprobar que cada almendra cruda con piel pesa algo así como un gramo y algo. En cambio, con la cáscara son unos 5 gramos. O sea que para obtener mis 290 gramos de almendra al natural, en una hora conseguí descascarillar casi 1,4 kg de almendras y dejar más de 1 kg de residuo. Por estos casi 300 gramos de almendra ecológica cruda con piel hubiera pagado algo más de 3 euros. La cáscara de almendra se vende aproximadamente entre 0,18 y 0,20 euros el kilo. O sea que haciendo una simple resta, de haber vendido mis almendras y mis cáscaras después de mi trabajo de una hora hubiera obtenido un rédito económico, digamos de 3,2 euros. Este pues sería el rendimiento económico del trabajo manual de mi hora de experimento.

Por suerte, las almendras se descascarillan con máquinas, pero estas consumen electricidad. Hay diferentes tipos de máquinas, algunas peladoras, rompedoras o partidoras de tipo semindustrial que trabajan a una velocidad de entre 20 kg/hora hasta 60 kg por hora. O sea que podéis imaginar que mi trabajo fue casi 71 veces más lento que la menos veloz de las máquinas del mercado.

El trabajo manual rompiendo almendras nos permite ser conscientes de nuestra huella ecológica y a la vez valorar el tiempo también como un espacio de intercambio con otras personas. Foto: Fundación Tierra.

Vayan estos números para hacernos conscientes de lo que vale el ingenio humano que superando el tradicional rompenueces nos proporciona sistemas para ahorrar tiempo y energía muscular. Pero este tiempo que nos ahorra el ingenio a veces se computa indudablemente en nuestra huella ecológica. No se trata de ser purista, pero si que estos números nos hacen conscientes para valorar un producto como la almendra cruda con piel ecológica que compramos por 1,2 euros los 100g.

El magnífico libro Simplicidad radical nos anima a realizar este tipo de ejercicios y a evaluar nuestra huella ecológica para adoptar comportamientos que la reduzcan. En ocasiones, pues comprar almendras naturales con cáscara nos puede permitir pasar unas horas en compañía y mientras  rompemos la cáscara mantener un también sabroso diálogo humano, tan sabroso como el que seguro obtendremos al degustar nuestras almendras al natural, en licuado o trituradas para preparar repostería diversa.

Modificado
09/02/2017

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