Las cenizas humanas no son tóxicas

España es el país con más hornos crematorios de Europa. En 2015, el porcentaje de incineraciones en España alcanzó el 36%, según la Asociación Nacional de Servicios Funerarios (Panasef), pero en algunas ciudades como Bilbao, Granada, o Sevilla la cremación supone el 70 %. El mismo año fallecieron en España más de 422.000 personas y se incineraron casi 152.000. España es el país europeo con más hornos y la capacidad instalada triplica la utilizada.

La inhumación de cenizas pues se ha convertido en una necesidad. Para ello hay varias posibilidades, guardarlas en casa dentro de una urna cineraria, depositarlas en el cementerio u otro lugar habilitado para tal fin, aunque también existe la posibilidad de esparcirlas en el medio natural. El tema no está exento de polémica ya que la iglesia cristiana defiende que estas deben reposar sólo en un lugar sagrado (cementerio). Se calcula que sólo un 35 % de las cenizas acaban en un cementerio. El sector funerario argumenta que hay que regular el tema, o sea pagar por su disposición.

¿Cómo nos llegan las cenizas?
Cuando se escoge la cremación como método para tratar el cuerpo ya sin vida el resultado son cenizas. Las cenizas que nos subministrará la empresa funeraria son el resultado de la cremación del ataúd con el cuerpo del fallecido. Las urnas cinerarias habitualmente tienen capacidad para unos 3 litros de volumen que se corresponde con un kilo y pico de cenizas, que no es más que una selección de las cenizas del proceso.

Horno crematorio moderno.

Un ataúd de madera puede pesar entre 50 y 70 kg dependiendo de la densidad de la madera (excepto los de gama más baja que son de madera ligera y pesan unos 40 kg. Tomemos como ejemplo que el cadáver del fallecido pueda pesar de 45  a 90 kg, entonces, el horno crematorio incineraría una masa de unos 100 kg. De estas cenizas totales nos entregarán pues una parte de las mismas.

En España hay 364 instalaciones de cremación funeraria (datos de 2015). Se trata de hornos alimentados por gas en los cuales se introduce el ataúd con el fallecido dentro. En la mayoría de los hornos crematorios los operarios antes de introducir el féretro retiran los elementos metálicos exteriores del ataúd (cruces, ansas, etc.) y que de promedio son unos 2 kg de residuos metálicos que se reciclarán. Si el fallecido tuviera prótesis metálicas u otros elementos decorativos que no se hayan calcinado, estos residuos se retiran antes de filtrar las cenizas. Empresas acreditadas recogen las prótesis convertidas en residuos metálicos de alto valor.

Todos los operarios que trabajan en hornos crematorios saben perfectamente que el color de las cenizas varía según si el féretro es de madera natural sin barnices y tapizado de algodón orgánico o bien con maderas sintéticas, con barnices químicos y tejidos artificiales. El color de las cenizas resultantes también nos da una idea de las emisiones tóxicas liberadas.

Algunos hornos crematorios, ante los controles ambientales de la administración, están prohibiendo los ataúdes no ecológicos y en otros casos, simplemente, los cambian antes de poner el cadáver en la cámara crematoria. En fin, como es habitual en España, las triquiñuelas campan a sus anches antes que cumplir con los preceptos ambientales o tener que aceptar los necesarios cambios legislativos que, por otra parte, se bloquean a toda costa desde el sector.

¿Porqué los hornos crematorios deben disponer de filtros en sus chimeneas?
La mayor parte de los ataúdes de madera están acabados con barnices químicos toxicos y la decoración interior es habitualmente de tejidos sintéticos. En España tan sólo unos pocos ataúdes cumplen estrictamente con criterios ecológicos como los que avala la ecoetiqueta Ecoterra.  Finalmente, el fallecido puede vestir ropa también de fibras sintéticas y en algunos casos incorporar prótesis bucales u óseas o medallas, brazaletes, etc. Todos estos materiales son los que se quemarán a temperaturas que oscilan entre los 750 ºC y los 1.150 ºC entre dos horas y dos horas y media. Los restos resultantes se dejan enfriar otras dos horas antes de que puedan ser recogidas.

Esquema de un horno de cremación. En España aunque hay la tecnología disponible la mayor parte de los que existen no cumplen con las directivas ecológicas europeas de control de emisiones.

Durante la cremación, la mayor parte de los productos de embellecimiento de la madera y los textiles sintéticos que acolchan el cadáver se volatilizan al igual que otros materiales cuya temperatura de fusión sea menor que la del horno, como por ejemplo los barnices. Esto provoca que los gases resultantes de la combustión del horno sean expulsados y entre los cuales se forman dioxinas y otros gases tóxicos, incluidos los  vapores de mercurio (procedentes de las amalgamas dentales).

Existe una normativa europea muy estricta sobre los límites de emsiones que debe tener el horno crematorio. Basta con ver las regulaciones de diferentes organismos ambientales en otros países (1), (2), y la Unión Europea (3). En España son pocas las instalaciones de cremación funeraria adaptadas para cumplir con la normativa europea sobre emisiones, pero este es un tema tabú. La contribución de las emisiones procedentes de la cremación de cadáveres sobre el total de emisiones nacionales es relativamente poco significante, –menos del 1% de las emisiones nacionales de cualquiera de los contaminantes. Sin embargo, en el caso de algunos metales pesados, especialmente mercurio, no es baladí: se estima que en EU-27 se generan entre 2,8 y 3,7 toneladas de mercurio al año procedente de las cremaciones (4).

¿Qué se puede hacer con las cenizas de la cremación?
La función de la urna cineraria es guardar los restos mortales del fallecido y mantener el vínculo emocional con el mismo. Las urnas cinerarias, por tanto, se diseñaron como objetos decorativos para guardar en el hogar las cenizas procedentes de la cremación.

Diversos ejemplos de urnas biodegradables que se disuelven en el agua o en la tierra. No confudir biodegradable com "compostable" pues hay algunas que bajo este adjetivo no dejan de ser polímeros que no se integran en el medio natural.

Desde hace años existe la posibilidad de depositar las cenizas en el cementerio en los llamados columbarios. Estos no son más que un receptáculo en el que vertiremos las cenizas de nuestra urna cineraria y donde estas permanecerán en aquel lugar por el tiempo determinado por el contrato que hayamos establecido por el servicio. Actualmente, además algunos cementerios permiten, con la correspondiente tasa, enterrar urnas biodegradables en espacios memoriales y plantar matas o árboles encima como elemento para recordar al fallecido. La Iglesia Católica recomienda que las cenizas mortales reposen exclusivamente en un espacio sagrado, o sea un cementerio. La Iglesia Católica sigue prefiriendo la inhumación, y aunque no prohibe la cremación, sí prohíbe esparcir las cenizas, dividirlas entre familiares o incluso conservarlas en casa.  

También existen espacios naturales que tienen licencia urbanística para ofrecer el servicio de esparcimiento y deposición de cenizas humanas.

Bosque memorial en el municipio de Sant Tomàs de Fluvià (Girona).

Un buen número de las cenizas no se inhuman sino que por voluntad del fallecido se esparcen en la montaña, en el mar, en un lago o un río o cualquier otro espacio natural (incluso un campo de cultivo). En esta opción hay que ser muy consciente que si la urna no está certificada como biodegradable y la dejamos en el medio natural junto con las cenizas vamos a causar un perjuicio ecológico.

Finalmente, hay la posibilidad de depositar las cenizas en espacios memoriales específicos. Con la liberación del sector funerario algunas empresas se han especializado en alquilar columbarios en instalaciones deportivas tales como los campos de fútbol del cual quizás el fallecido era socio del club. Y finalmente, aunque de forma muy tímida en algunos cementerios se han habilitado espacios naturales memoriales donde las cenizas puedan ser esparcidas libremente o depositadas (siempre que se trate de urnas biodegradables).  De forma excepcional hay algún bosque memorial (por el momento sólo existe uno en España, en el municipio de Sant Tomàs de Fluvià de Girona) autorizado para la deposición de cenizas humanas.


¿Esparcir las cenizas es un problema ecológico o educativo?
Esparcir las cenizas en la tierra, el mar o cualquier medio acuático, o lanzarlas al viento es en nuestro país una práctica habitual. Sin duda, esta opción da un nuevo concepto de memoria pues la persona querida literalmente se disuelve en algún paisaje amado por él o los familiares.

Kit de urna cineraria degradable que incorpora una semilla para crecer sobre las cenizas.

En los últimos lustros, en parte por falta de educación, en parte por qué los servicios funerarios no lo advertien, dado que las cenizas se entregan habitualmente en una urna cineraria de materiales inertes no biodegradables (cerámica, metal, vidrio, etc.)  muchas familias liberan al medio natural el conjunto urna-cenizas.

Por tanto, esparcir 3 litros de cenizas no es un problema ecológico. Sin embargo,  abandonar una urna cineraria que se convierte en un residuo, es un problema cívico. El problema ecológico no son las cenizas si se esparcen solas, como tampoco lo son las urnas biodegradables certificadas. El problema es el abandono de urnas de metal o plástico y otros materiales imperecederos abandonados de forma incívica en el medio natural.

Esto llevó a que en algunos espacios naturales las urnas de metal, cerámica, plástico, madera, etc. se convirtieran en un residuo molesto para el entorno. En el puerto de Barcelona, en 2004 se retiraron en una limpieza del mismo más de 600 urnas metálicas, algo parecido sucede en otras ciudades con espacios emblemáticos como el río Guadalquivir en Sevilla (5). En otros espacios naturales, cercanos a lugares simbólicos, la acumulación de urnas llevó a que algunos ayuntamientos dictaran ordenanzas prohibiendo e incluso multando a los que depositaran o liberaran urnas cinerarias.

Respecto al esparcimiento de cenizas en el mar, la Organización Marítima Internacional (OMI), organismo que depende de la ONU aprobó el Convenio Marpol (1983) que considera las cenizas humanas como sustancia contaminante y por tanto deben ser arrojadas a más de 3 millas de la costa (5 km). El  Ministerio de Fomento debe autorizar  a las empresas correspondientes a desarrollar esta actividad, y para ello se deben cumplir una serie de requisitos. Entre estas sustancias contaminantes para los mares se incluyen los aceites pesados de los buques. Está claro que es un guiño al sector funerario para que se depositen en los cementerios pagando.

Esparcir cenizas en la naturaleza sin urna no está regulado por ninguna norma legal (hay una fuerte presión del sector para que no se les escape el negocio). Existe alguna ordenanza municipal que regula el tema y hay que conocer la legislación autonómica sobre el tema. No hay obligatoriedad de depositarlas o inhumarlas en un cementerio, salvo que las normas autonómicas indiquen lo contrario. El sector funerario presiona para que deban depositarse en cementarios y pagando, la Iglesia católica como ya hemos comentado también argumenta que las cenizas no reposen en la naturaleza sino en los cementerios. Lo que si que es evidente es que abandonar una urna cineraria no biodegradable es una acto incívico como lo es abandonar basura en la naturaleza.

La práctica de la inhumación en espacios naturales es muy común en el Reino Unido donde existen cementerios naturales (green burial). En España, esta posibilidad que sería deseable, es legalmente todavía imposible.

¿Qué contienen las cenizas humanas?
Las cenizas son ya un material inerte compuesto tan sólo de celulosa, taninos, sales de calcio y potasio, carbonatos y fosfatos entre otros componentes inertes.  Las cenizas funerarias, como cuando quemamos madera pura, pueden ser un fertilizante magnífico para el mantillo edáfico del suelo o incluso en el medio acuático a no ser que fueran espacios de deposición intensiva de cenizas. El poder fertilizante de las cenizas funerarias queda patente en las urnas cinerarias biodegradables que incorporan una semilla de la que podrá crecer un árbol o planta y aprovechar la riqueza de nutrientes de las cenizas del fallecido.


¿Porque el sector funerario no quiere que se esparzan las cenizas fuera de los cementerios?
El sector funerario, especialmente, los gestores de cementerios han apreciado que el auge de la incineración ha comportado una reducción en sus ingresos. Se alquilan menos nichos y, aunque varía de ciudad en ciudad, en el mejor de los casos no más de un 30 % de las cenizas se depositan en columbarios ubicados en cementerios (servicio que conlleva una tasa). Por tanto, es lógico que vean amenazado su negocio. Por eso, como hemos comentado, algunos gestores de cementerios presionan para que las cenizas deban ser obligatoriamente depositadas en cementerios pagando la tasa correspondiente. Esto atenta claramente contra la libertad del fallecido.

Ejemplo de columbario para cenizas en un cementerio de Barcelona.


¿Porqué corre el bulo que las cenizas son tóxicas?
La leyenda urbana de que las cenizas de cremación son tóxicas es porque se ha asociado al proceso de las emisiones tóxicas que liberan los hornos crematorios (insistimos que la mayoría en España no cumplen con las directrices europeas de emisiones). Pero son cosas diferentes. Una cosa son los gases tóxicos que pueden desprenderse durante la cremación especialmente con ataúdes no certificados o incluso los de cartón como los de la ilustración de abajo que, sin duda, serían los más óptimos para cremación). La otra cuestión es la presión que están ejerciendo las funerarias y gestores de cementerios para que las cenizas sólo puedan depositarse en sus instalaciones (pagando, por supuesto) y difunden que puede ser un producto no adecuado para depositar en la naturaleza.

Las cenizas están libres de todas aquellas sustancias tóxicas posibles puesto que se volatilizan por la elevada temperatura alcanzada en el horno. De hecho con las cenizas de la cremación son un excelente fertilizante como queda patente en la idea de la Bios Urn que utiliza estas para nutrir a la semilla de un árbol que se enraizará gracias a ellas. De todas maneras, las sustancias tóxicas incluidas en ataúdes, tapizados y productos de tanotopraxia se convierten en dioxinas, furanos, y otras sustancias orgánicas volátiles que deberían ser atrapadas por los filtros de los hornos crematorios junto con los gases de mercurio de amalgamas dentales. Pero para ello un horno crematorio debe cumplir con la estricta normativa ambiental europea que por ahora en España mayoritariamente no es el caso.  

Dos ejemplos de ataúdes de cartón pensados para la incineración fabricados en España. El de la izquierda está fabricado por Restgreen y el de la derecha por DEC. Ambas empresas, aunque con diferentes criterios en la calidad de sus productos, tienen serios problemas para comercializar estos productos ecológicos que son ideales para la cremación.

 

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Modificado
08/12/2019

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