Vamos a hacer dinero

¿Era inevitable la crisis financiera? ¿A qué se destina el dinero de tu fondo de pensiones? ¿Dónde está el dinero generado durante los años de la burbuja inmobiliaria en España? ¿Existe alguna legislación que regule los paraísos fiscales? ¿Qué es un asesino financiero? ¿Por qué no se castigan como crímenes contra la humanidad a los causantes de la crisis económica mundial? La película Vamos a hacer dinero (Let's make money) es un esclarecedor retrato sobre el estado de la economía mundial cuyo visionado nos hace más conscientes de nuestra realidad como ciudadanos.

Del director Erwin Wagenhofer, autor del brutal documental Nosotros alimentamos el mundo, llega su última obra, Vamos a hacer dinero, donde la desregulación de los mercados y la privatización de los servicios públicos se ilustran con ejemplos concretos tan estrambóticos como escalofriantes. Algo que ya está sucediendo en nuestro país de forma que no nos puede dejar ni callados ni pasmados. ¡Una película para reaccionar!

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Guión, Fotografía y Dirección: Erwin Wagenhofer
Asesoramiento/Investigación: Corinna Milborn
Música: Helmut Neugebauer
Directora de Producción: Katharina Bogensberger
Montaje: Lisa Ganser / Paul M. Sedlacek / Erwin Wagenhofer
Productor: Helmut Grasser
Duración: 107 minutos
País: Austria-Alemania
Género: Documental
Año: 2008 - Estreno en España abril 2011
Distribución: Sherlock Films

El cineasta Erwin Wagenhofer nos presenta un nuevo e impresionante documental. Vamos a hacer dinero sigue la pista a nuestro dinero en su viaje por el sistema financiero global. Wagenhofer se asoma por detrás del colorido telón de fondo de los bancos y las compañías de seguros. ¿Qué tiene que ver nuestro fondo de pensiones con el estallido de la burbuja inmobiliaria en España? No hace falta que compremos una casa en España para estar involucrados en el problema. En el momento en que abrimos una cuenta bancaria, ya formamos parte del sistema financiero global, lo queramos o no: el banco inyecta nuestra cuenta en el circuito global del dinero. Es muy probable que el banco o los fondos de pensiones entreguen nuestro dinero a los especuladores. Nosotros, los clientes, no tenemos ni idea de dónde vive nuestro deudor o qué hace para pagar nuestros intereses. A la mayoría ni siquiera nos interesa, porque nos gusta escuchar la llamada de los bancos: “Ponga su dinero a rendir”. Pero el dinero no rinde, no trabaja. Sólo las personas, los animales o las máquinas rinden y trabajan.

El neoliberalismo descontrolado por el que se rige el primer mundo esclaviza al resto del planeta y perpetúa las desigualdades económicas y sociales, haciendo invencibles a las entidades bancarias. Las grandes corporaciones, auspiciadas por éstas, disponen legítimamente del poder de decidir el futuro de miles de trabajadores erigiéndose como los auténticos árbitros de la sociedad por encima de la gestión de los estados. Vamos a hacer dinero es un esclarecedor retrato del estado de la economía mundial cuyo visionado nos hace más conscientes de nuestra realidad como ciudadanos.

 

Deje que su dinero trabaje para usted

La película comienza en la mina de Ahafo, en Ghana, África occidental, donde las áreas destrozadas son inmensas. Se extrae el oro de la roca mediante un tedioso proceso, luego se funde y se envía directamente a Suiza. El botín se reparte proporcionalmente: el 3% para África, el 97% para Occidente. La mina se abrió gracias al Banco Mundial.

La mina de Ahafo en Ghana.

Mark Mobius, presidente de Templeton Emerging Markets, que hoy día administra el mercado emergente más importante del mundo, de aproximadamente 50.000 millones de dólares, viaja a Singapur. Considerado el gurú por excelencia en los círculos financieros y el “padre de los mercados emergentes”, Mobius opina que la globalización es una tendencia positiva. Si inviertes en los mercados emergentes puedes ganar dinero y transferirlo entonces a Occidente. Mobius argumenta: "No creo que haya que responsabilizar al inversor de todos los problemas de contaminación, éticos o de cualquier otro tipo que resulten de su compañía. No es ése su trabajo. Su trabajo consiste en ganar dinero para sus clientes".

En la ciudad india de Chennai, -antiguamente llamada Madras-, con ocho millones de habitantes, es imposible no fijarse en la pobreza que sufre más de un tercio de la población. Mirko Kovats, uno de los empresarios más ricos de Austria que es famoso allí por las innumerables bancarrotas que ha sufrido, se saca de la manga recuerdos de los tiempos coloniales: “Aquí nadie pide ayudas al gobierno. Las personas se las apañan por sí solas; la economía es lo más importante aquí”. Los inversores londinenses, que administran planes de pensiones y compañías aseguradoras, invierten aquí su dinero. Tanta competencia requiere actos desagradables, dice Kovats, pero “estamos sufriendo la presión de la globalización y tenemos que defendernos de la gente que gana muy poquito, las horas de trabajo de los que los que trabajan para sobrevivir irán en aumento, y estoy seguro de que en el futuro la gente no cobrará nada por esas horas extra”.

 

Planificar por adelantado

Gerhard Schwarz, que durante 14 años dirigió la sección de negocios y finanzas en el periódico suizo Neue Zürcher Zeitung y que ejerce como presidente de la Sociedad Friedrich August von Hayek, nos conduce en tren a Mont Pelerin, una montaña de peregrinación próxima a Vevey donde se fundó la Sociedad Mont Pelerin (MPS). En 1947, Hayek invitó a 36 intelectuales a que hablaran en un hotel de lujo sobre el liberalismo aplicado tanto en la teoría como en la práctica. “El propósito de los fundadores era crear una red intelectual”, comenta Schwarz. “No querían meterse en política; querían influir en la política con ideas. En los 80, fue Ronald Reagan el que hizo famosa a la Sociedad Mont Pelerin. Su administración y equipo de consejeros incluían a muchos miembros estadounidenses de la MPS, por lo visto, a veces había 20 o más. Más o menos al mismo tiempo, por supuesto, la Sra. Tatcher también dependía mucho de las ideas de Friedrich August von Hayek y de varios miembros británicos de la MPS”.

En un taxi londinense, el economista financiero John Christensen explica por qué la City de Londres se ha convertido en el mayor centro financiero mundial. Cuando en los 70 el gobierno británico afrontó una dramática crisis de la industria manufacturera, intentó convertir a Londres en un centro financiero pionero reduciendo drásticamente el control sobre los bancos y las instituciones financieras que allí operaban. “Lo que fue aún más crucial fue el hecho de que se dio a los bancos la oportunidad de ejecutar muchas de sus transacciones en paraísos fiscales como Jersey, Guernsey o la Isle of Man, y en otros en el Caribe como las Islas Caimán y las Islas Vírgenes británicas”, dice Christensen. “El objetivo era permitir que los bancos británicos dejaran que el capital circulara desde todo el mundo hacia la City de Londres, proporcionando así a la City acceso a capital barato”.

Hermann Scheer conversando con el director. El fallecido político alemán, Premio Nobel Alternativo por su impulso a las energías renovables, se implicó a fondo en este film.

El neoliberalismo de Hayek disfrutó de dos fervientes defensores de la talla del Presidente Roland Reagan y la antigua Primera Ministra británica Margaret Thatcher. John Christensen explica los cuatro principios y elementos clave del neoliberalismo tal y como los definió la Sociedad Mont Pelerin, que se convirtieron en las políticas centrales del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial en los 70: “El primer elemento era la desregulación de los mercados financieros en todo el mundo. El capital tenía que circular libremente de un país a otro. La segunda parte consistía en la liberalización de la circulación del comercio. El propósito era desmantelar las barreras al comercio que los países en desarrollo habían ido estableciendo laboriosamente durante décadas para proteger sus industrias en crecimiento. El tercer factor suponía la abolición total del estado para restringir los medios de intervención estatales. En otras palabras, los ingresos por impuestos se redujeron tantísimo hasta el punto de que los estados no podían intervenir para proteger a sus ciudadanos. El cuarto elemento requería que los estados privatizaran sus industrias. Era más o menos seguro que las industrias se vendían a inversores extranjeros por menos de lo que en realidad valían. Éstos son los cuatro instrumentos de presión política que el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial utilizan, y que se conocen como neoliberalismo”. Como reconoce  Hermann Scheer, Premio Nobel alternativo y ideólogo de las energías renovables: "al final siempre son los hombres o mujeres de la calle los que pagan la factura".

 

Aumento de ingresos, aumento de deuda

En Burkina Faso, en África, como resultado de décadas de monocultivo de algodón, la erosión prácticamente ya ha arruinado la tierra. Yves Delisle, un agrónomo que estudió en Ginebra, analiza la situación: “El algodón se va. El dinero que se gana con el algodón se va. Lo que queda es una tierra en la que ya no crece nada”. Durante los 20 años que ha estado trabajando con granjeros, no ha visto que la situación mejore lo más mínimo.

Recolección de algodón en Burkina Faso.

La gente gana menos del equivalente a 50 euros en un año. Su algodón es de la más alta calidad, y supone unos costes de producción que son los más bajos del mundo, y aún así no supone beneficios en el mercado mundial. Francis Kologo, de Sofitex, afirma: “Estados Unidos subvenciona su algodón con unos 3.000 millones de dólares al año. Si los americanos son liberales, ¿por qué subvencionan su producción de algodón? Practican el proteccionismo y al mismo tiempo nos exigen liberalismo”. Según la ONU, Burkina Faso es el cuarto país más pobre del mundo. El 40 por ciento de los niños no van a la escuela. La esperanza de vida es de 42 años. Francis Kologo cree que si Occidente no pone fin a las subvenciones para el algodón, sus compatriotas se verán obligados a emigrar: “Todos los bebés que nacen en Burkina Faso ya están endeudados; incluso los que nazcan dentro de 25 años estarán seriamente endeudados. Si no producimos algodón, todos los africanos de Burkina (así como los de Malí, Benín y otros países) emigrarán a Europa. No tenemos elección. Os invadiremos, eso está claro. Y si tenemos que emigrar, ya pueden construir murallas de 10 metros de altura; aún así, iremos a Europa."

Francis Kologo - Director de Sofitex Gerhard Schwarz, jefe del departamento de negocios y finanzas del Neue Zürcher Zeitung, ve el problema de la migración desde otro prisma: “Los liberales de todo el mundo creen que los bienes, el dinero y los servicios deberían viajar libremente, sin fronteras. En cambio, con las personas es distinto. Deberíamos plantearnos cobrarles un precio de entrada, de la misma forma que tú pagas una cuota si eres socio de un club”.

 

La expropiación de lo público

Durante unos 20 años, -explica Werner Rügemer, de la Universidad de Colonia-, poderosos inversores, bancos y fondos han estado clavando las garras en patrimonios públicos, es decir; patrimonio financiado por el estado: ciudadanos que han de pagar el alquiler, facturas, etc. En eso consiste la privatización, dice Rügemer. Sentado en uno de esos cómodos tranvías vieneses que todo el mundo da por sentado que son propiedad de la Ciudad de Viena, Rügemer explica: “Este tranvía es propiedad de un inversor americano. Hace unos años, el Ayuntamiento de Viena decidió vender sus tranvías a inversores americanos. Y hubo mucho dinero que fluyó de mano a mano, unos mil millones de dólares, pero la Ciudad de Viena no vio ni un duro. El dinero voló a bancos en Inglaterra y otros países, y en nombre de la Ciudad de Viena pagan cuotas de arrendamiento al inversor americano durante muchos años, para que la Ciudad de Viena pueda usar los tranvías que vendió. ¿Puedes creerlo?”. Nuevamente, Hermann Scheer nos recuerda que “privatización” viene del verbo latino privare, que significa privar: "Cuando ocurre una privatización, grupos privados compran bienes públicos, o incluso los obtienen gratis… lo cual es similar a robar a la comunidad."

Contraste entre la pobreza extrema y el poderío bancario.

Werner Rügemer explica que la “curiosa idea del arrendamiento transfronterizo” se practica a gran escala. El Ferrocarril Federal Austríaco también vendió sus trenes a inversores americanos; numerosas ciudades, incluida Innsbruck, han hecho lo mismo con sus servicios municipales. Desde luego que en el curso de la globalización, Austria no ha sido la única en llevar a cabo esta práctica” apunta Rügemer. Según Hermann Scheer, el hecho de que los políticos consientan prácticas como el arrendamiento transfronterizo puede atribuirse más que nada a la ignorancia de quienes lo hacen. “Y los que son conscientes de esto están casi jubilados y no les importa lo que ocurra una vez se hayan ido. Esta forma radical de pensar a corto plazo (es decir, ya no pensar en una responsabilidad a largo plazo porque lo que dejen tras ellos ya lo acabarán otros) caracteriza esta época neoliberal. En la época neoliberal todo funciona a corto plazo: todo, cualquier pensamiento y acción, se reduce a conseguir el mayor provecho en el menor tiempo, cueste lo que cueste”.

 

En nombre de la libertad

En la ciudad estadounidense de Washington D.C., cruzando la calle, en la acera frente el edificio del Banco Mundial, Martha’s Table reparte sopa a los sin techo: muchos de ellos fueron pudientes un día, pero ahora no pueden vivir de sus pensiones. En West Palm Beach, el ciudadano estadounidense y escritor de éxito John Perkins, nos ayuda a comprender mejor su antigua profesión de “asesino financiero” en el servicio secreto. Su modus operandi es similar al de la mafia, con la excepción de que sus métodos son más profesionales y sus víctimas son gobiernos o países enteros, afirma Perkins. Éste habla con franqueza: “Los asesinos financieros identifican un país con recursos que nuestras empresas codician, como el petróleo. Entonces tramitamos un préstamo inmenso del Banco Mundial o alguna organización relacionada con ese país. Pero ese dinero jamás llega a dicho país. En lugar de eso, va directamente a nuestras empresas, que construyen proyectos con enormes infraestructuras en el territorio de ese país, lo cual beneficia a unos pocos ricos de ese mismo país, así como a nuestras empresas. Pero el beneficio jamás llega a la mayoría de la gente porque son demasiado pobres. La población pobre, sin embargo, se endeuda enormemente, tanto que seguramente jamás podrán saldar dicha deuda. Y mientras intentan pagarla, se encuentran en una situación en que no pueden permitirse sacar adelante programas sanitarios o educativos.

El director Erwin Wagenhofer rodando en Burkina Faso.

Los asesinos financieros les dicen: "Mirad, nos debéis muchísimo dinero. No podéis saldar vuestra deuda, así que pagadlo en carne. Vended vuestro petróleo muy barato a nuestras petroleras, o votad lo que os digamos en el próximo voto crítico de Naciones Unidas. Ayudad a nuestras tropas en algún lugar, como por ejemplo Irak. Es así como ha nacido este imperio, porque de hecho, nosotros redactamos las leyes. Controlamos el Banco Mundial. Controlamos el Fondo Monetario Internacional. Incluso controlamos a la ONU, en cierta forma. Nosotros redactamos las leyes. A este respecto, los asesinos financieros no hacen nada ilegal: no hay ninguna ley que prohíba endosar a los países deudas inmensas y luego pedirles algo a cambio. Debería ser ilegal, pero no lo es”.

En Estados Unidos sabían muy bien cómo imponer su moneda al resto del mundo. Hasta principios de los 70, las divisas se respaldaban con oro. En 1971, EE.UU. había acumulado muchísima deuda, especialmente tras la Guerra de Vietnam, y Richard Nixon no habría podido pagar si cualquiera de los países que le prestaron dinero hubiera pedido que saldara su deuda, ya que la deuda ya no se respaldaba en oro. Entonces se decidió abandonar el vínculo con el oro y en su lugar imponer el petróleo. EE.UU. insistió a la OPEP de que sólo vendiera petróleo en dólares. De pronto, el dólar ya no estaba vinculado al oro, sino al petróleo; y teniendo en cuenta los precios actuales del petróleo, es un vínculo mucho más importante. El mundo ya sólo podía comprar petróleo con dólares, y esto incrementó dramáticamente el valor y la importancia de la divisa americana.

John Perkins, cuyo papel en el pacto entre EE.UU. y Arabia Saudí fue muy importante, dice: “Si cualquier país pidiera su dinero en otra divisa que no fuera el dólar, tendríamos graves problemas”. Si los asesinos financieros no conseguían corromper al gobierno de un país, enviaban “chacales”, explica Perkins. Y continúa: “Eran personas que derrocaban gobiernos o asesinaban a sus líderes. Cuando no conseguí lo que nos habíamos propuesto con Jaime Roldós en Ecuador y con Omar Torrijos en Panamá, los chacales fueron y les mataron”. Sólo se enviaba al ejército en las raras ocasiones en que tanto los asesinos financieros como los chacales fracasaban, explica Perkins. Según Perkins, eso es exactamente lo que ocurrió en Irak: Saddam Hussein demostró que era incorruptible (al menos por los asesinos financieros) y los chacales no pudieron acceder a él. Durante la primera Guerra de Irak en 1991, el ejército americano destruyó al iraquí. Como a pesar de eso él no cedió, los asesinos financieros volvieron a entrar en juego en un frustrado intento de vencerle. “Si hubiera cedido, aún estaría en el poder”, afirma Perkins. “Le estaríamos vendiendo aviones y tanques y todo tipo de cosas. Pero no cedió, y los chacales no pudieron asesinarle… Cuando los asesinos financieros y los chacales fracasaron por segunda vez con Saddam Hussein, llegó el momento de volver a enviar al ejército. Y esta vez le derrocamos. El resto es historia”. John Perkins añade: "Hoy día EE.UU. ha vuelto a quebrar. Tenemos una inmensa deuda, más grande de la que ningún país ha tenido jamás. Si cualquier país exigiera su dinero en otra divisa que no fuera el dólar, tendríamos un serio problema. Saddam Hussein amenazó con vender petróleo con otra moneda. Eso fue justo antes de que le derrocásemos".

 

Beneficios para unos pocos, pérdidas para todos

En Andalucía, España, gigantescos complejos hoteleros, urbanizaciones y un número infinito de campos de golf han invadido el paisaje, destruyendo la fauna y la flora. La mayoría de las construcciones fueron aprobadas, pero a menudo son ilegales y arrasan las reservas naturales. Si no pueden legalizarse retroactivamente, esta “ruina de inversiones” se derriban años después, siendo los contribuyentes los que pagan tales demoliciones, mientras a los inversores se les recompensa generosamente.

El hotel de El Algarrobico (Almería) es algo más que 21 plantas de ladrillo y cemento en un Parque Natural a 14 metros de la línea del mar. Es un símbolo de lo que ha sido el pasado y presente de nuestras costas y cuál será su futuro. Hoy está pendiente de que se ejecute la sentencia judicial que obliga a su derribo.

El cartógrafo Miguel Ángel Torres ha estado siguiendo la pista a la actividad constructora de la Costa del Sol durante más de 18 años: “La mayoría de los apartamentos se construyen para invertir. Esto supone a las empresas inmobiliarias y a los bancos europeos un beneficio anual del 20%. Las inversiones convencionales que ofertan los bancos o la bolsa de valores sólo arrojan un promedio de entre un 5 y un 6%”. Este proceso ha hecho ricos a unos pocos inversores en un corto período de tiempo y ha dejado decenas de miles de propiedades vacías que van estropeándose lenta pero inequívocamente. Estos edificios abandonados no proporcionan cobijo a los numerosos inmigrantes ilegales que vienen a España sobre todo desde África, pero sí que les dan trabajo. Ganan un salario precario en el sector de la construcción, que se deshace así de sus ganancias ilícitas por medio de sus propios trabajadores.

España es uno de los países que ha visto un desarrollo más intensivo de la burbuja inmobiliaria en los últimos cinco años. Podemos describirlo como un tsunami de cemento que arrambla con la costa y las islas… Por toda la costa, el 80% de la zona que está a un kilómetro de la orilla del mar está construida. Ramón F. Durán de la Universidad de Madrid argumenta: "Se estima que hay unos 3 millones de edificios vacíos en las costas de España y unos 800 campos de golf recién construidos, que requieren la misma cantidad de agua para mantener el césped que necesitarían 16 millones de personas para sobrevivir. El Banco Central español ha vendido una gran parte de su reserva de oro y está al borde de la quiebra". El director de fondos de capital privado Anton Schneider dice: “Al final, el dinero del ciudadano medio se utiliza para minimizar riesgos, de tal forma que se mantenga el sistema de apuestas para quienes juegan con todo, o en otras palabras, para que sus instituciones no caigan en bancarrota”.

 

¿Durante cuánto tiempo más podemos permitirnos seguir manteniendo a los ricos?

Según estimaciones estadounidenses, las pequeñas Islas del Canal de Jersey guardan unos 500.000 millones de dólares privados. Este capital viene de fuentes extranjeras y se deposita en cuentas de ahorros de la isla. En realidad, el dinero jamás llega a Jersey; básicamente pasa por la isla y luego circula a los centros financieros más grandes del mundo. Jersey es un país que tiene unas leyes de privacidad bancaria particularmente estrictas. El economista financiero John Christensen explica cómo en Jersey la gente evita pagar impuestos: “El esquema típico de evasión de impuestos consiste en establecer un depósito en Jersey que posea una empresa en Luxemburgo. Esta empresa, a su vez, tiene una cuenta en las Islas Caimán, en Suiza o en Londres. En cualquier caso, hay tres sistemas legales distintos… Esto hace que sea prácticamente imposible identificar quién está detrás del depósito, de quién es en realidad la empresa y de quién es realmente la cuenta bancaria”.

Los bancos son el ojo del huracán que empobrece al mundo.

El comercio internacional se maneja principalmente por medio de paraísos fiscales para sacar el capital del país donde se creó el valor. Y además manejan un inmenso éxodo de capital de los países en desarrollo; en la mayoría de los casos, el dinero jamás regresa. Según estimaciones fiables, por cada dólar que se dedica a ayuda al desarrollo en África al menos diez dólares abandonan el continente por debajo de la mesa. John Christensen explica lo siguiente: “Se estima que actualmente 11,5 billones de dólares privados están a buen recaudo en paraísos fiscales, se administran desde allí y se ocultan a hacienda. ¿Puedes imaginar eso, 11,5 billones de dólares? Para que te hagas una idea de lo inmensa que es esta suma de dinero: si incluso una pequeña cantidad de ese dinero rindiera digamos un 7%, y los ingresos se gravaran moderadamente con un 30%, los gobiernos de todo el mundo dispondrían de 250.000 millones de dólares más. Cada año podrían dedicar ese dinero para alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio de la ONU”.

Hermann Scheer, miembro del Parlamento alemán y ganador del Premio Nobel Alternativo, concluye con una advertencia: “Si continuamos por este camino, surgirán nuevos mecanismos de selección entre los estados, entre las razas, entre las religiones, entre los que tienen derechos y los que no, entre las personas de valor y las que no lo tienen; el valor monetario de las personas se pondrá en primer plano y comenzará una nueva era de barbarie. Es inevitable”.

 

Sobre el director

Erwin Wagenhofer es un cineasta y escritor austríaco que nació en 1961 en Amstetten (Alemania). Trabajó tres años en el Departamento de Desarrollo de la División de Vídeo de Philips Austria hasta que en 1983 empezó a trabajar como director freelance y ayudante de cámara para varias producciones, películas y documentales en el canal austríaco ORF (Austrian Broadcasting Corporation), hasta que en 1987 se metió de lleno en el mundo del cine, trabajando como guionista y cineasta. En 1981 presentó su primer cortometraje, Endstation normal. Dos años más tarde presentó su segundo corto, Das Loch, en el Festival de Cracovia. En 1987 comenzó a trabajar de forma independiente, y al año siguiente retrató al artista Oswald Oberhuber en el documental Das Fragmentarische in der Kunst. De 1995 a 2002 dio clases en la Donauuniversität de Krems, y a partir de 2002, en la Universidad de Artes Aplicadas de Viena. Desde 2001 ha escrito el guión de varios documentales.

En 2005, Erwin realizó el largometraje We Feed the World (Nosotros alimentamos el mundo)  para la productora Allegro Film, un impactante documental sobre la industrialización de la agricultura y de la producción alimentaria. Esta película consiguió vender más de 800.000 entradas en Europa y se exhibió en numerosos festivales, recaudando varios premios. En 2008 se estrena en Alemania y Austria su nueva película, Let's make money (Vamos a hacer dinero), que documenta cómo circula el dinero en el actual sistema financiero mundial y muestra la desigual distribución de la riqueza. En 2009 ganó el Premio al Mejor Documental Alemán. Su película llega a nuestras pantallas en plena crisis económica, pero realizada cuando en nuestro país se negaba "la crisis".

 

Artículo elaborado a partir de la documentación del PressBook de Sherlock Films sobre esta película, con imágenes del film facilitadas por la misma distribuidora.

Modificado
09/02/2017

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