Happy Feet, rompiendo el hielo



 

 


La animación no ha reuido a elementos esenciales de la conservación animal como la importancia del anillamiento científico de aves o el daño que provocan las anillas de plástico para latas.



Happy Feet es una obra maestra de la animación digital 3D que no descuida ni un detalle de la biología de los pingüinos.
Fotos: © 2007 Warner Bros. Entertainment Inc. 
All rights reserved.


ficha técnica
Happy Feet

Título original: Happy feet
Dirección: George Miller
Guión: George Miller, John Collee, Judy Morris y Warren Coleman
Producción: Doug Mitchell, Bill Miller y George Miller
Música: John Powell
Diseño de producción: Mark Sexton
Dirección artística: Simon Whiteley
Género: Animación, comedia, aventuras
Países: Australia y USA
Año: 2006
Duración: 108 min

Versión en DVD (17 abril 2007)




Happy Feet. Rompiendo el hielo
Historia de un pingüino ecologista

Las películas de animación a menudo acaban siendo un fenómeno cultural. Lógicamente, la industria cinematográfica sabe el poder de los clientes infantiles. Pero también es cierto que algunos de estos productos llevan un sello especial por la sensibilidad del equipo. Este, sin duda es el caso de  Happy Feet, rompiendo el hielo. Esta historia, que transcurre en una comunidad de pingüinos emperador, constituye un alegato a la conservación de la naturaleza de gran valor pedagógico. La técnica de animación usada que parece casi fotográfica la acerca  al oscarizado documental de El viaje del Emperador. Sin embargo, Happy Feet como película se gestó mucho antes.

Happy Feet, rompiendo el hielo parte de una de las cosas más sorprendentes del pingüino emperador: cada individuo tiene su propio canto que le permite reconocer a su pareja entre la cacofonía que reina en una comunidad dónde pueden acumularse hasta 25.000 pájaros (la población total de esta especie en el continente antártico se calcula en unas dos cientas mil parejas. A partir de esta clave de la biología del pingüino emperador la película narra las aventuras de Mumbel que ha nacido sin poder cantar pero que en contra partida tiene un tembleque rítmico en los pies que es su propio medio de expresión. La película se refiere a la ‘canción del corazón’, como la canción suave (aunque a nuestros oídos suenen a graznidos) que define la identidad del pingüino emperador (Aptenodytes forsteri), y la forma en que se distinguen unos individuos de los otros dentro de sus grupos. Así pues Happy Feet asume que lo que a nosotros pueda sonarnos como graznidos seguro que para cada pingüino individualmente le suena como una canción. Con este juego se monta esta animación digital en 3D que puede verse también como un homenaje a los grandes musicales de los años cincuenta y especialmente del claqué. En la gran nación de los pingüinos emperador, en lo más profundo de la Antártida, un pingüino no puede reproducirse si es incapaz de “cantar” su propia canción. El repertorio musical del film constituye una singular aportación que en la versión original cuenta con un elenco de artistas del mundo de Hollywood.

Happy Feet es esencialmente una película con un profundo mensaje ecológico. A un niño de 6 años de edad que acababa de ver la película le preguntamos porque Mumble inicia su viaje de aventuras. La respuesta fue contundente: porque los humanos les estamos quitando el pescado y el pequeño pingüino quiere convencernos de que protejamos los peces del mar. El viaje de este joven pingüino experto en claqué es ir al encuentro de los alienígenas (los humanos) de los que ha tenido las primeras noticias de una panda de págalos antárticos (Catharacta maccormicki) que estarán a punto de comérselo. Uno de ellos lleva una anilla de identificación que le pusieron los científicos cuando era un polluelo. Este págalo le explica la experiencia de ser manipulado para su estudio antes de ponerle la anilla científica como si se tratara de una abducción por parte de alienígenas.

Convencido que la falta de peces que padece su comunidad tiene que ver con los alienígenas decide viajar hasta los confines de su mundo para convencerlos de que dejen de perjudicarles. Lógicamente, esta actitud supone el rechazo de los “viejos” de la comunidad que creen que es una cuestión de sacrificio ante los dioses. Durante su aventura encontrará otros pingüinos de la Antártida. En seguida encuentra una comunidad de pingüinos de Adelia (Pygoscelis Adeliae) -de los que hay unas 2,5 millones de parejas en el continente blanco- y de los que un grupito de cinco de ellos se convertirán en sus acompañantes y amigos. En esta comunidad vive también un ejemplar de pingüino macaroni (Eudyptes chrysolophus) -de las que hay unas 12 millones de parejas pero que no nidifica en el continente y que se distingue por sus plumas amarillas sobre los ojos- el cual se ha convertido en una especie de chamán del amor gracias a la banda de anillas de plástico de latas de bebidas que accidentalmente se le quedó en el cuello pero que a medida que crece lo va ahogando amenazando su vida.  

En la región antártica hay 17 especies de pingüinos aunque de estas sólo cuatro se reproducen en el continente, entre ellos el emperador y el de Adelia. La película refleja con verosimilitud pues la realidad ecológica no sólo de las especies pero también la del entorno. El intento frustrado de los págalos árticos por zamparse a Mumble o de la voraz foca leopardo (Hydrurga leptonyx) que dejará la persecución para otra ocasión, así como el juego de las orcas que practican antes de comerse determinadas presas de pequeño tamaño están realizadas de forma magistral y con un ritmo trepidante que hace que el espectador realmente se sienta amenazado.

El ritmo musical, la vistosidad paisajística y las escenas trepidantes están perfectamente ensambladas para dar armonía al film. La entrada de los pingüinos en el territorio de los elefantes marinos con aspecto monstruoso contrasta con la indiferencia que les muestran parece sacada de un libro de fantasía. También es curiosa la “interpretación” que hace el film sobre pingüinos de Adelia al darles un aspecto de “latinos” que no paran de hablar porque en realidad esta es la especie más chillona de los animales antárticos.

El peligro que suponen los residuos que se acumulan en las bases abandonadas que hay en algunas de las islas de la Antártida también queda muy bien reflejada. Pero si alguna escena resulta espeluznante es la aparición de la excavadora surgida del témpano que se sumerge al mar a causa del deshielo cual cadáver inmortal. Los impresionantes barcos factoría pescando en los mares del sur ponen la guinda para ilustrar la magnitud de la catástrofe que se cierne sobre las poblaciones silvestres, aunque la realidad es que el cambio climático probablemente acelere esta crisis oceánica en la base del cual está el zooplancton y muy especialmente el llamado krill.

Finalmente, el film aporta un toque de crítica a los pingüinarios que últimamente han surgido en algunos de los grandes acuarios para multitudes. De todas, la cruda crítica les abra la puerta al ilustrar la tarea científica que pueden realizar. La monitorización por radiocontrol para el estudio de las poblaciones animales salvajes e intervenir en su conservación queda también incorporada en el film. La aventura no sería completa si el protagonista no consiguiera su propósito de que la especie humana deje de alterar el prístino ecosistema antártico.

Un recurso didáctico para el Año Polar Internacional

En todos los sentidos, Happy Feet se presta pues a ser la excusa para interesarse por la ecología de la Antártica. El período 2007-2008 viene marcado por el llamado Año Internacional Polar por lo que los estudios e interés por los polos terrestres puede constituir un buen punto de partida. Probablemente, como ya han apuntado algunos expertos de la animación, la técnica asistida por ordenador usada en Rompiendo el hielo abre una nueva dimensión al cine. Aunque la nueva dimensión real es la de que el estudio de los polos y la importancia de la vida en el Ártico y la Antártica constituya un centro de atención para las escuelas y las familias.

Toda historia tiene un espacio donde ubicarse. La aventura del pingüino Mumble, el polluelo de pingüino emperador protagonista este film de animación es precisamente en la Antártida. La versión en DVD de ese film nos permite no sólo acceder a un producto cinematográfico de gran calidad sino también disponer de un producto muy pedagógico para el público infantil. Precisamente, por este motivo, creemos que es interesante antes de poner el DVD en casa de valorar algunas cuestiones. El cine en la pantalla de la sala de exhibición no nos deja más que disfrutar el espectáculo. Reiteramos que el de Happy Feet lo era en toda regla. El DVD nos permite un trabajo de secuenciación e incluso de repetición que merece algunas consideraciones en lo que respecta a esta película infantil.

El periódo  2007-2008 está dedicado al Año Polar Internacional   (Internacional Polar Year):  Una actividad de investigación a nivel mundial que se ha concebido como un gran programa internacional de investigación científica coordinada, interdisciplinario y con un marcado interés en potenciar las observaciones en las zonas polares del planeta (Antártida y Ártico).

El Año Polar Internacional pretende aportar nuevos conocimientos en campos clave, como son: el planeta, el terreno, el océano, el hielo, la atmósfera, el espacio, las comunidades que habitan las zonas polares y la educación y divulgación. Se espera que pueda contribuir a una mayor comprensión de los procesos polares y al desarrollo de nuevos sistemas de observación o a la mejora de los sistemas existentes. Dada la importancia de los polos para el planeta Tierra, Happy Feet es una buena excusa para interesar al público infantil por el conocimiento de los polos.

Los procesos que ocurren en las zonas polares tienen una repercusión en todo el planeta no solo respecto a los cambios que se están produciendo en la actualidad si no a los que se han producido en el pasado, para poder conocer lo que se producirá en el futuro. En el hielo polar se conservan gotas de aire de centenares de miles de años que nos permiten valorar como se ha comportado la Tierra frente a determinadas situaciones ambientales.

Por ello antes de imaginar y colocar el DVD de  las aventuras de este simpático personaje de Happy Feet quizás sería interesante dar un paseo por lo que representan los casquetes polares limitados por los círculos polares Ártico, a los 66º 33' de latitud Norte, y Antártico, a la misma latitud en el hemisferio Sur.

El Polo Norte, donde no hay pingüinos, sólo focas,  es un océano helado rodeado de tierra. Tierra tenemos el Ártico. El Ártico es un océano rodeado de tierra. Su nombre viene de una palabra griega que significa oso, y es una referencia a las constelaciones Osa Mayor y Osa Menor que se encuentran muy cerca de la estrella polar y visibles sólo en el hemisferio norte del planeta. Los seres humanos se adaptaron a esta región que abordaron desde las zonas continentales que lo rodean. En este espacio helado se desarrolló la cultura inuit, lapona, nenet y otras. El oso, la foca, el reno y la ballena son algunos de los animales de este desierto blanco.

En el Polo Sur de la Tierra, al otro extremo, tenemos pues la Antártida. La Antártida, al contrario que el Ártico, es un continente helado rodeado por un océano. El océano Austral circundar el globo de forma completa, rodeando completamente la Antártida. En este continente helado el ser humano no se ha adaptado pero tiene entre sus pocos habitantes a diferentes especies de pingüinos y no hay osos como en el Polo Norte. Entre todas estas especies, el pingüino emperador es el de mayor porte y una singular biología que sólo puede entenderse conociendo las verdaderas condiciones ambientales de la Antártica.

Happy Feet no sólo es un film de aventuras sino también un retrato de la vida y la ecología que rodea a este simpático animal en la desconocida Antártida. Los dos hechos esenciales de los polos es el ciclo solar les deja seis meses de oscuridad y otros seis de luz. La alternancia de estaciones es como un ciclo pausado casi como si Norte y Sur fueran los latidos del planeta. Happy Feet recrea muy bien el fenómeno de las auroras boreales y a la vez de la dureza del  invierno antártico. Otro dato interesante muy bien documentado es la interrelación que tienen los pingüinos con las otras especies que conviven en su hábitat y que en algunos casos les convierte en presas. El pingüino emperador, como la mayoría de las otras especies se alimentan de pescado, o sea, que ocupan un eslabón intermedio en la cadena ecológica. Precisamente, la película hace hincapié en la competencia que provoca la actividad humana de pesca intensiva en el océano Austral. Merece pues nuestra atención que un exceso en el consumo de pescado, a parte de esquilmar la vida marina en general, tiene en particular un notable impacto en especies que como los pingüinos emperadores pueden ser un buen símbolo para que los niños/as entiendan la necesidad de valorar la función ecológica y no sólo alimentaria del pescado.

Otra realidad a la que Happy Feet hace mención de una forma notable es la ocupación humana de la Antártida. Aunque este continente ha sido declarado como un gran parque natural mundial en el mismo se han ubicado bases de investigación y en su momento de pesca. El abandono de residuos constituye otra realidad que a pesar del esmero que se pone en la mayoría de los casos pues deja su rastro. Un rastro de contaminación que localmente puede afectar de forma letal a los seres vivos como los pingüinos.

Finalmente, tenemos un buen motivo para que Happy Feet nos permita dialogar con nuestros hijos/as sobre el papel que pueden realizar los zoos o últimamente los llamados pingüinarios que se han ubicado en algunos acuarios para diversión de los visitantes. En cualquier caso Mumble realiza una interpretación soberbia sobre como puede verse desde el lado pingüino el “encarcelamiento” en un acuario.


Curiosidades...
Para realizar Happy Feet, Rompiendo el hielo se tardaron casi cuatro años y han intervenido cerca de 700 profesionales. La mitad del tiempo invertido fue para crear el proyecto digital. En el proceso de creación digital han participado cientos de artistas muy capacitados y de gran talento de todo el planeta. La media de sus edades era de 26 años.  La técnica empleada podríamos llamarla foto-realidad se aplicó a cada nivel de producción. El pequeño pingüino Mumble tiene seis millones de plumas suaves y esponjosas. La cantidad de procesamiento que requiere este proyecto hubiera hecho imposible conseguirlo hace sólo unos pocos años. Antes de empezar con la producción de Happy Feet, el productor Bill Miller viajó en un barco rompehielos ruso efectuando una expedición de seis semanas por la parte este de la Antártida. Realizaron pues dos viajes para crear una biblia de material de referencia con la que reunieron más de 80.000 imágenes de todos los recorridos que fueron imprescindibles para crear los escenarios y paisajes de fondo. Crearon herramientas de interacción para permitir que los pingüinos dejasen las huellas de sus pies en la nieve mientras andaban o para que saltase la nieve mientras bailaban. Desarollaron procesos para crear pieles y plumas, y posteriormente la humedad de las pieles y las plumas y la forma con la que reaccionaban a la luz. George Miller, su director, espera que mostrar la belleza natural de la Antártida a los espectadores de Happy Feet, puede contribuir a que piensen sobre cómo protegerla. Sin duda, esta película consigue que el público conozca  cómo tratamos nuestro entorno y de sus efectos sobre la vida salvaje, tanto localmente como a nivel mundial.

En Happy Feet han trabajado artistas de diversos países como hemos comentado destaca el del español Miguel Ángel Fuertes, autor de los tres fantasmas de Casper y nominado al Óscar por los efectos visuales de El mundo perdido.  Fuertes, es el autor de la voraz foca leopardo que causa verdadero espanto y de los elefantes marinos cuyo realismo en los primeros planos son una gozada.
Este español, licenciado en Ciencias de la Información, que ha trabajado para Hanna-Barbera y Amblimation (la filial de animación de la productora de Steven Spielberg), recuerda el día en que los efectos especiales de El mundo perdido fueron nominados al Oscar con una sensación de "amor-odio", ya que "durante la ceremonia en el patio de butacas se olía el miedo de la gente que sabe que su carrera puede depender de esa noche". "En Hollywood, -afirma, los egos de los animadores no varían mucho del de los actores", una circunstancia que le ha hecho "valorar aún más" al director del proyecto de Happy Feet. Rompiendo el hielo, De George Miller, reconoce que "desde el principio me cayó bien porque se sabía el nombre de las 700 personas del equipo".




Modificado
09/02/2017

Suscríbete a Terra Boletines

Te mantendremos al día de lo que hacemos

Ayúdanos a buscar soluciones para la #emergenciaclimática

Puedes contribuir a reducir las emisiones de CO2, y fomentar la investigación científica en ecología práctica
 

Dona ahora

 

Facebook Twitter YouTube LinkedI