¿Qué se entiende por Biomímesis? Una conversación con Janine Benyus (3/4)




¿Qué se entiende por Biomímesis? Una conversación con Janine Benyus.
Diciembre de 2008 - Traducción de What Do You Mean by the Term Biomimicry? A Conversation with Janine Benyus, material de difusión del Biomimicry Institute.

Janine Benyus es bióloga, consultora y autora de seis libros, entre ellos Biomimicry: Innovation Inspired by nature. Su compañía la Biomimicry Guild ayuda a sus clientes a utilizar la genialidad que se puede encontrar en todas las formas de vida para crear productos y procesos sostenibles. Es co-fundadora del Biomimicry Institute, del portal AskNature.org y del programa Innovation for Conservation para preservar el hábitat de los organismos que inspiran las soluciones biomiméticas.


Inspirándose en los moluscos, diversos investigadores están tratando de conseguir un adhesivo totalmente atóxico y capaz de secarse y pegar bajo el agua.Créditos de la imagen: Biomimicry Institute.


Biomimetizar el comportamiento de algunas algas rojas permitiría obtener productos antibacterianos (necesarios por ejemplo como superfícies en hospitales) que repelerían las bacterias de manera natural sin perjuicios para el medio y sin generar resistencias.Créditos de la imagen: Biomimicry Institute.










En el capítulo sobre negocios, habla sobre la necesidad de “cambiar nuestro nicho”. ¿Qué quiere decir con ello?

Un “nicho” es una profesión en el ecosistema. Actualmente, nosotros, los humanos, estamos llenando un nicho pionero. Estamos actuando como las malas hierbas en un campo recién arado. Estas hierbas se trasladan a los espacios soleados y utilizan los nutrientes y el agua lo más rápidamente posible, para convertirlos en crecimiento corporal y más semillas. Son anuales, no les importa sacrificar sus raíces en invierno porque el tiempo del que disponen para aprovechar el sol es breve. En pocos años, estas hierbas quedan en la sombra debido a los arbustos y matorrales perennes más eficientes. Es por ello que producen tantas semillas; siempre se hallan buscando el próximo soleado cuerno de la abundancia.

Antes de que nuestro mundo estuviera lleno y cuando teníamos siempre algún otro lugar al que ir, esta estrategia colonizadora “Tipo I” nos permitió permanecer un paso por delante de la realidad. Hoy, cuando ya hemos ido a cualquier lugar donde se puede ir, debemos olvidarnos de colonizar y aprender a cerrar los ciclos. 

Cerrar los ciclos significa tratar de emular las comunidades naturales, que saben cómo mantenerse sin consumir su capital ecológico. Los ecosistemas maduros como los bosques de roble y nogal americano son maestros en optimizar, en vez de  maximizar, los recursos. Reciclan todos sus residuos, utilizan la energía y los materiales de manera eficiente, y diversifican y cooperan para utilizar el hábitat sin agotarlo. Los ecólogos los llaman comunidades de “Tipo III”.

Los ecólogos industriales están tratando de deducir lecciones de las comunidades naturales para, de hecho, cambiar nuestra economía del Tipo I al Tipo III. Es decir, pasar de ser herbáceas a bosques de secuoyas.

Los asesores de empresa más avanzados en este campo son personas provenientes de proyectos de recuentos de gorilas y encuestas sobre mariposas. No pensé que llegaría el día en que viera algo así, pero es cierto: los Birkenstocks* están dando lecciones a los trajes de chaqueta.

(*) Marca de calzado alemán tradicional basada en el confort del pie y el uso de manteriales naturales.


¿Cómo se produciría una Revolución Biomimética?

En el libro hablo de un posible camino hacia la biomímesis, que se habría modelado a partir de mi propia experiencia al tratar de renovar una antigua charca. Los pasos son simples pero profundos en sus implicaciones:

1. Acallar la inteligencia humana
2. Escuchar a la naturaleza
3. Hacerse eco de lo que nos dice la naturaleza.
4. Proteger el manantial de buenas ideas mediante su cuidado constante. 

Acallar la inteligencia humana implica la madurez de la raza humana, la aceptación de que “la naturaleza lo sabe mejor”. Creo que nos estamos acercando a ello. Estamos viendo que nuestra inteligencia nos ha llevado a algunos callejones sin salida y estamos abiertos a recibir propuestas.

Escuchar a la naturaleza es un paso de descubrimiento. Es importante que entrevistemos la flora y la fauna del planeta de manera organizada. De los 5 a 30 millones de especies que se estima que viven en la Tierra, sólo se le ha dado nombre a aproximadamente a 1,4 millones. Me encantaría ver como creamos un "Cuerpo de Paz Biológico" donde las personas pueden participar voluntariamente para inventariar la biodiversidad durante dos años. También me encantaría ver la sistemática, que es el estudio en profundidad de los grupos de plantas y animales, convertida de nuevo en una carrera con demanda. Necesitamos personas que sepan todo lo que se debe saber sobre cada rama en particular del árbol de la naturaleza.
 
Este paso de escucha atenta a la naturaleza, sin embargo, no está reservado sólo a los científicos. Todo lo que necesitamos es alfabetizarnos ecológicamente, y la mejor manera es que practicar la inmersión en la naturaleza, tanto durante la infancia como cuando somos adultos. 

Hacerse eco de la naturaleza es el punto en el que tratamos de emular lo que descubrimos. Repetir lo que hemos visto en la naturaleza requerirá una fertilización cruzada de ideas. Los técnicos que inventan productos y sistemas necesitan interactuar con biólogos, de modo que puedan emparejar las necesidades humanas con las soluciones naturales. Los expertos y organismos formales permitirían interacciones periódicas, pero para conseguir colaboraciones permanentes deberíamos diseñar cursos universitarios que enseñaran el diseño biomimético.

También puedo ver Internet como un lugar donde almacenar nuestra información. Una base de datos gigante de conocimiento biológico actuaría como un servicio de “Celestina” de la innovación. Un ingeniero encargado de diseñar un nuevo sistema de desalación, por ejemplo, podría revisar con facilidad las estrategias y “planos” de las raíces de los manglares, formados por árboles que filtran el agua de mar con sus raíces que funcionan con el Sol. Este “Google para Soluciones de la Naturaleza" organizaría la búsqueda biológica por términos de búsqueda funcionales (en el vocabulario de diseñadores e ingenieros). Esta idea permitiría colocar el manantial de ideas evolucionadas de la vida en el lugar donde corresponde, el dominio público, de modo que las ideas por sí mismas no puedan ser patentadas. Este es un primer paso gigante, pero importante, para trasladar las ideas de la biología al diseño de sistemas humanos.

La protección y cuidado de los lugares salvajes y asentamientos debería ser la consecuencia natural de un punto de vista biomimético del mundo. Desde el momento en que vemos la naturaleza como una fuente de inspiración, un mentor, nuestra relación con el mundo vivo cambia. Nos damos cuenta de que el único modo de seguir aprendiendo de la naturaleza es salvaguardar su naturalidad intrínseca, que es la fuente de esas buenas ideas.  


¿Cómo cambiaría nuestra vida una Revolución Biomimética?

El concepto de “hacer como lo haría la naturaleza” tiene el potencial de cambiar el modo como cultivamos alimentos, nos proveemos de energía, nos curamos, almacenamos información, y llevamos negocios. En cada caso la naturaleza sería el modelo, la medida, el mentor.  

Si tomamos la naturaleza como modelo, fabricaríamos del modo en que lo hacen animales y plantas, utilizando el sol y compuestos simples para producir fibras, cerámicas, plásticos y sustancias químicas totalmente biodegradables. Nuestra agricultura, inspirada en las praderas, sería fértil por sí misma y resistente a las plagas. Para encontrar nuevos medicamentos o nuevos cultivos, consultaríamos a los animales e insectos que han utilizado las plantas durante millones de años para mantenerse saludables y nutridos. Incluso el mundo informático recibiría el consejo de la naturaleza, con software que “evolucionara” soluciones, y hardware que funcionara al tacto.

En cada caso, la naturaleza proveería de modelos: células solares copiadas de hojas, fibras resistentes tejidas al estilo de las arañas, cerámicas de seguridad que no se astillan basadas en el nácar, curas para el cáncer regalo de los chimpancés, cereales perennes inspirados por variedades adaptadas salvajes, ordenadores que se comunican como células, y una economía de círculo cerrado que aprende de los bosques y los arrecifes de coral.

Además de proveer de un modelo, la naturaleza también facilitaría la medida; miraríamos a la naturaleza como un estándar con el que comparar lo “correcto” de nuestras innovaciones: ¿Propician la vida? ¿Encajan de manera natural? ¿Serán duraderas? Cuando miramos a la naturaleza como una fuente de ideas en vez de bienes, la racionalidad de proteger las especies salvajes y sus hábitats se hace aún más evidente. Mi mayor deseo es que haya más personas que se den cuenta de esto. Al final, creo que el mayor legado de la biomímesis será algo más que una fibra más fuerte o un nuevo medicamento. Será la gratitud, y a partir de ella, el ardiente deseo de proteger la genialidad que nos rodea.


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09/02/2017

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