Econoticias, 29 editorial Fahrenheit




Material incendiario
1 agosto 2004. Fahrenheit 9/11 es la película del verano 2004. El 11/ 9, 11S o 9/11 en versión americana, es el número que simboliza el inicio de una nueva era en la cual como en Fahrenheit 454 en lugar de quemar libros se quema la libertad con la excusa de la seguridad. El nuevo film de Michael Moore es el resultado de la propia realidad de la sociedad de la información, para bien y para mal. Tomando una gran cantidad de imágenes de archivo, que para muchos pasaron inadvertidas, compone un alegato a la manipulación informativa corporativa.

El cineasta Michael Moore, con un documental 22 millones de dólares, una cifra inaudita para este tipo de género, denuncia el presunto fraude electoral cometido por los republicanos en Florida con el que Bush se adjudicó la presidencia ante Al Gore. A modo de prólogo a la sátira de Moore le siguen el atentado del 11-S y la guerra de Iraq. De este guión cabe destacar las numerosas acotaciones de lo que se ha escondido a la sociedad americana. Sin duda, el dolor y la inseguridad creada por Bush al luchar “contra el mundo” son sólo algunos de los aspectos. Destacan las antiguas relaciones financieras entre las familias Bush y Bin Laden, los soldados como carne de cañón elegidos entre los sectores socialmente más desfavorecidos, etc.

Fahrenheit 9/11 (coronada con la Palma de Oro en el Cannes 2004), probablemente puede considerarse demagógica, pero es un film astuto, brillante y antiestablisment. Moore no deja de proclamar a cada momento su compromiso agitador: “Vivimos tiempos de ficción, con resultados ficticios de una elección, de la que salió un presidente ficticio... que nos envía a una guerra por motivos ficticios... Estamos en contra de esta guerra, señor Bush; da vergüenza, señor Bush.”

Fahrenheit 9/11 es también un anuncio en formato largometraje en contra de Bush y su corte imperial. Es un auténtico caballo de Troya para cuestionar las verdades oficiales sobre el 11-S y las guerras de Afganistán e Iraq. Por ello al final del film se sitúa frente al Congreso e increpa a los diputados pidiéndoles si estarían dispuestos a enviar a sus hijos a la guerra de Iraq. Sin embargo, a pesar del revuelo causado por el film y más allá de cómo evolucione la corte imperial norteamericana el próximo otoño, el mundo continua dependiendo del petróleo y, por tanto, sumido en los humos tóxicos que nos impiden vislumbrar un futuro más justo y ecológico.





















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09/02/2017