Se sortea cementerio nuclear

29 de Enero 2010. Nuevamente estuve esta semana de manifestación antinuclear. Esta vez en Barcelona por este regalo envenenado que nos dejó el franquismo, que hoy aflora con toda su crudeza y que cuenta ya con ocho municipios aspirantes (lo que puede hacer la pasta!!). Lamentablemente, el combustible usado por las centrales nucleares es una herencia que deberán cuidar muchas de las generaciones que nos sucedan, con el riesgo y la incertidumbre que todo ello comporta. Razón por la cual resulta increible que una decisión de este calibre se formule en formato "concurso", algo sinceramente, sólo posible en un país de pandereta.

Antes que nada, se exige un calendario para cerrar el parque de centrales nucleares españolas. Manifestación anticementerio nuclear el pasado 27 de Enero 2010 frente a la sede del Gobierno catalán en Barcelona.

El Gobierno español a través de su particular ministro de industria - convertido en diablo con cartera -  no se amedranta en lanzar  el almacén temporal centralizado del combustible gastado procedente de las centrales nucleares existentes en España, aunque se pase por el forro todos los derechos ciudadanos respecto al medio ambiente. Algo ilógico si tenemos en cuenta que el Estado español tiene firmado la llamada Convención de Aarhus, que garantiza los derechos ciudadanos respecto al medio ambiente: «Con el fin de contribuir al derecho de cada persona, de las generaciones presentes y futuras, a vivir en un entorno que permita garantizar su salud y bienestar, cada parte garantizará los derechos de acceso a la información sobre el medio ambiente, la participación del público en la toma de decisiones y el acceso a la justicia en asuntos ambientales de conformidad con las disposiciones de la presente convención» (artículo 1).

Jóvenes y no tanto, de todas las comarcas catalanas concentrados en Barcelona.

Los manifestantes de Barcelona se juntaron el pasado miércoles 27 de Enero bajo el lema de POR UN CALENDARIO DE CIERRE, NO AL ATC. El público fue de más de quinientas personas. Por las intervenciones de los representantes de las entidades participantes, se constató que hay unanimidad social para continuar con esta batalla, que se ha convertido en una oportunidad para alertar sobre la necesidad de un calendario de cierre de las centrales nucleares. Y es que sin esta condición no es posible afrontar con realismo una política de tratamiento de los residuos radioactivos de alta actividad. Esta manifestación precedía  a la celebrada el domingo 24 de enero en Ascó.

El portavoz de Tanquem les Nuclears en la manifestación por el calendario de cierre de las nucleares y anticementerio e Barcelona.

Por el momento, el combustible gastado por una central nuclear (unas 30 toneladas al año), se ha guardado en edificios anexos a las centrales nucleares en los que se encuentran las piscinas de almacenamiento del combustible gastado, y en cuyo interior se va perdiendo el calor residual que se desprende de los elementos radiactivos durante su proceso de decaimiento. Sin embargo las piscinas se van llenando, y es preciso además adoptar medidas una vez se cierra una central nuclear. En este caso lo más adecuado sería lo que ya se ha hecho en Zorita, que es ubicarlos en seco en un Almacenamiento Temporal Individualizado o ATI en el recinto de la central.

Nucleares, ¿no gracias?.

Como advierte el Dr. Josep Puig, portavoz de la coordinadora Tanquem les Nuclears en la manifestación: en cada recarga de combustible gastado hay, entre otros elementos radiactivos, unos 200 kg de plutonio (con 4 kg de plutonio-239 puede hacerse una bomba atómica). El plutonio-239 es un elemento inexistente en la naturaleza, que se ha formado dentro del reactor por absorción de un neutrón por parte del uranio-238. El plutonio-239 es un elemento altamente tóxico (la ingestión de una sola partícula de una millonésima de gramo de plutonio es suficiente para causar un cáncer de pulmón) y radiactivo (tiene un período de semidesintegración de 24.100 años). Esto quiere decir que pasado un tiempo, su radiactividad se habrá reducido a la mitad. Y sólo después de 20 períodos de semidesintegración (482.000 años) puede decirse que el Pu-239 será inofensivo para el medio ambiente. Deberán pasar 6.025 vidas de 80 años o 16.268 generaciones (considerando 30 años como una generación) para que el plutonio-239 contenido en las barras del combustible gastado deje de ser peligroso.

zoom

Antoni Ribes, exconcejal de Ascó durante su parlamento en la manifestación antinuclear de Barcelona.

La idea del ministro Sebastián  de construir un cementerio centralizado de residuos radiactivos de alta actividad que contendrán plutonio y otros muchos elementos radiactivos, no puede ser basada en la aprobación de un Consistorio municipal a participar en el "sorteo del mejor emplazamiento para el ATC". Asi que tiene todo el sentido relanzar las protestas cívicas ante esta irreverente e inconsistente medida del Gobierno español.

Lo único evidente en el plano solidario y responsable, es que los residuos generados en cada comunidad autónoma deben permanecer en ella (no es ético pasar la carga a los vecinos), y en segundo lugar que los residuos deben almacenarse en superficie (no se pueden enterrar para afrontar cualquier acontecimiento no previsto) y de forma que sea imposible la recuperación del plutonio. Finalmente, hay que considerar que deben guardarse con la máxima seguridad posible, teniendo en cuenta que los residuos deberán vigilarse permanentemente durante miles de años. Lo que está claro es que resulta insultante el espectáculo mediático en torno al cementerio nuclear. Por suerte, siempre nos queda la movilización y en eso estamos un buen montón de jóvenes y no tantos.

La experiencia de como la industria nuclear extorsiona en los municipios donde está ubicada ha sido recogida por algunos testimonios, como el del concejal Antoni Ribes en su libro Memories d'un regidor de l'Ajuntament d'Ascó. Su discurso en la manifestación, el de un hombre sencillo pero con convicciones, explicaba por qué tuvo que abandonar su pueblo natal Ascó debido a las presiones. En fin, el actual alcalde de Ascó es un trabajador de la central nuclear. ¿No suena esto a presunta prevaricación? Al menos uno de los lemas de los manifestantes dejaba claro el rechazo a tanta manipulación: "alcalde de Ascó, directo al reactor"!. Sobran los comentarios. Pero el sorteo del cementerio nuclear sigue su marcha, y ya hay ocho candidatos por aquello que no digan que había tongo.

Canviat
09/02/2017

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