Ecorevelaciones en Mas Lluerna (I)




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Ecorevelaciones en Mas Lluerna (I)

 
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1.- La lehuza ddespues de despertarla
2.- Diamante solar, más o menos
3.- Exquisita pera con carpocapsa, mitad para ella, mitad para mí



 


 


Cargado de bártulos he emprendido viaje en coche con conducción eficiente y rumbo oeste hacia el Ecocentro Mas Lluerna, en tierras de Lleida bañadas por el río Noguera Pallaresa. Cuando visito este lugar, proyecto de vida rural sostenible, siempre cargo también puesto a punto el Sintonizador-Receptor Mental de Sensaciones, Conocimientos y Experiencias Importantes, que lo abrevio como YUPI, en honor a la infantil expresión de alegría y agradecimiento. Funciona llevando las antenas, radares y sensores biológicos al máximo de potencia, evitando esto que se escapen palabras, comentarios y explicaciones de humanos y otras especies que conocen bien, incluso adoran, los entornos por donde pululan. Hoy, antes de aparcar el coche en Más Lluerna ya llevaba rato con el YUPI a pleno rendimiento.

La camada de patos del lugar coloca en el aire sus sonidos, que he llegado a pensar que podrían ser de alegría, por el nuevo visitante pero que quizás sean una llamada colectiva de atención ante el humano desconocido recién llegado.
Isel, la cuidadora del lugar anda con mala pata, y es que el enyesado de su pierna fracturada hace unas semanas la tiene limitada en movilidad, algo que en el campo y su quehacer cotidiano genera más complicaciones que en la accesible ciudad.

La primera alteración generada por un urbanita y fruto de la curiosidad ha sido despertar a una lechuza que dormitaba en plácido sueño diurno. Tienen los Lluernas en un alero de la vivienda una caja nido con trampilla de observación, y yo pensando en que no debía de haber ninguna rapaz le he cascao el sueño a la aliada alada de la casa que mantiene a raya a roedores traviesos en perfecta convivencia con los gatos del lugar. Hemos aprovechado para comprobar que sólo habita una la morada, quizás la mama o una de las ultimas crías ya tirada pa lante. Ricard le ha hecho el retrato donde se observa perfectamente que andaba en sueños, después en un árbol. En fin, he aprendido que en el campo hay que tener cuidado donde se meten las manos y la curiosidad, sobre todo para no molestar.

Hoy ha tocado  prueba solar, y ante un sol no a pleno rendimiento un destilador solar flotante venido de tierras de los USA se ha sometido a test en la balsa de la finca, entre patos extrañados. El supuesto diamante solar, de plástico dudoso, ha entregado después de algunas horas un vasillo de agua imbebible, y es que todo lo nuevo necesita rodaje, pero ha funcionado que es lo importante. Seguiremos probando, catando y observando como la tecnología y el sol se relacionan siempre para llevar a cabo servicios importantes.

En pleno lavabo de manos y ante la pregunta de la procedencia del jabón líquido los Lluernas me han comentado que es de producción casera sin petroquímicos. El YUPI a plena potencia ha captado los datos de la receta y los procesos con los que nada más llegue a BCN me pongo a ecojabonear.

Se dice aquello de que hoy lo más revolucionario es tener un huerto, recomendable claro con gestión ecológica. Seguro, de eso sí estoy, de que es lo más sabroso y saludable, de ello doy fe laica. Una ensalada con cebolla crujiente y tomates recién cogidos y aceite ecológico de la zona junto a un batido sopa fría con remolachas y zanahorias (las que no se han zanpao los traviesos topillos del huerto), más pepino y cebolla todo en la batidora movida por electricidad verde (solar fotovoltaica y minihidraúlica made in el lugar) para en los postres gozar de una sandia, pequeña pero jugosa y unas peras con proteína animal incorporada, vamos, todo junto ha sido un menú de delirio frugal y nutritivo.

Unas peras con inquilinos temporales han formado parte de una de las lecciones más fascinantes de ciclos de vida que me he disfrutado al mismo tiempo que me he comido algunas piezas sin hincar el diente donde no era prudente. Cuando uno vive y come del huerto y además le sobra algo de producción, las mejores piezas se guardan para obtener algo de recursos extras. Y en la mesa del campesino, las piezas taradillas son delicia y síntoma de sana cosecha, y el concepto de la falsa calidad se pierde. En las peras que hemos comido había o ya se había marchado, la Carpocapsa, donde una mariposa después de aparearse pone los huevos encima de la hojas y frutos, las pequeñas larvas inician su largo viaje en busca de su tesoro comiendo primero la dura piel y despues continuando hasta el corazon donde se encuentra su preciado manjar.
Bien nutridas y con fuerzas para seguir su ciclo vital salen de nuevo a la luz, se convierten en mariposa y vuelta a empezar desde la nueva generación. La agricultura con venenos lo tiene claro, y se centra en conseguir lustrosas frutas sin indeseables. Aquí en Más Lluerna, solo entran venenos inevitables por el aire desde los campos vecinos, pero nunca por acción directa. Asumen un porcentaje de perdida, que no lo es tanto si se piensa pues todas las demás especies tienen su derecho a estar con nosotros. Aunque para que tomen solo su parte, aquí tienen sus propios sistemas de control biológico de la carpocapsa y otros glotones naturales.

Atardecer de lujo y cena ligera, final perfecto para un primer día ecorevelador.


Parte Segunda


 


¿Porqué éste diario?


Canviat
09/02/2017

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