En el día de la eficiencia energética con su más y sus menos




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En el día de la eficiencia energética, con sus más y sus menos

 
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El mundo sobre ruedas, de Fernando Krahn

Luminaria de leds, la iluminación del futuro, luz por poco vatios

 

Sin duda resulta poco eficiente y deseado haber dedicado hoy cinco horas de mi vida al coche, precisamente en el Día Mundial de la Eficiencia Energética. Después de toparme con la falta de cuidados que relate en el viaje al sur de hace unas semanas, tocaba de forma obligada una visita a la UVI mecánica. Ha sido una revisión de la salud interna del bicho. He solicitado hora para el chequeo, al llegar mi turno un mecano-doctor se ha iniciado con una intervención de regeneración de fluidos: cambio de aceite y filtro, y una revisión a los pulmones: cambio de filtro de aire. Luego el oculista ha descubierto y reparado una defecto de visión en la luz de posición del ojo izquierdo.  Mientras duraba la operación y haciendo tiempo pacientemente en la sala de espera, me ha llegado ha sorprender el flujo continuo de nuevos pacientes y el ajetreo entre los veladores de la salud rodada. En fin, la enorme dependencia del coche cuenta con un efectivo sistema de salud, utiliza los mejores materiales y genera riqueza y trabajo como en casi ningún otro sector.
Pongo un ejemplo, el aceite que han empleado en la transfusión ha tenido un coste de 35 euros y si estimo en el una vida útil de 6 meses, resulta que he dedicado mas recursos y cuidados al aceite del coche, de la mejor calidad claro, que lo que cuesta el buen aceite virgen que debería nutrir y cuidar mi cuerpo durante el mismo plazo del tiempo. Y es que mi cuerpo es una máquina única, indudablemente vital y valiosa y que podría funcionar mejor si la cuidara  con los mimos al coche. Por lo menos la reflexión de la jornada me ha puesto las cosas un poco más claras respecto a lo ilógico que está siendo vivir la como lo hacemos algunos.
Menos mal, al final del chequeo he abonado 4 euros en concepto de tasa de reciclaje de los fluidos extraídos del sistema circulatorio de mi coche. Al menos he pagado por lo contaminado. Un pequeño alivio ambiental en mi huella rodada.

En fin, una mañana dedicada al rey del asfalto que cada vez mas y en vista de los costes de tiempo y recursos me lleva al calculo que han hecho algunos ecoeconomistas refiriéndose a la velocidad no de cuentakilómetros que hacemos de media con los coches sino a la que recorremos por cada hora destinada a conducirlos y sufragar sus costes.

Sumando las horas que estamos sentados en el coche, las que trabajamos para pagarlos y también para abonar la gasolina, los seguros, los peajes, el aparcamiento, los atascos, los impuestos, las multas y si hay mala suerte, los hospitales, los juzgados o viendo anuncios por la tele o en la prensa, resulta que la velocidad media en trayectos urbanos no llega a 10 Km por hora.  Esto indica que nos movemos a poco más que a la velocidad del peatón o a la de un ciclista moderado.

Por la tarde y recuperado ya de la tensión remendero-mecánica he recopilado las ultimas noticias que traslado.

Como ya he apuntado, hoy se ha celebrado el Día Mundial de la Eficiencia  Energética y leyendo informaciones de Greenpeace me entero de que durante los últimos diez años y siendo los mismos habitantes hemos incrementado un 38% el consumo de energía. Gp se queja de que la Estrategia española de Ahorro y Eficiencia Energética (E4) aprobada a finales de 2003 no conseguirá que ahorremos energía,tan sólo que el consumo energético aumente un poco menos. Al seguir aumentando nuestro consumo incrementamos las emisiones de CO2 y demás gases de efecto invernadero. No nos va a quedar más remedio, si queremos ser consecuentes, que aplicar con rapidez medidas de ahorro y eficiencia en el sector eléctrico y de transportes y, por supuesto, que suban como la espuma las energías renovables. Si acertamos podremos cumplir con el Protocolo de Kyoto.
Me entero también que a una vecina llamada Loyola de Palacio, que es comisaria de Energía y Transporte de la Comisión Europea, le han llamado al orden todos los países menos él nuestro para que tire pa lante con Kyoto. Muchos no entienden como un cargo publico de ese nivel ataca a las energías renovables, desprecia el potencial de la eficiencia energética y no para de apoyar la industria nuclear. Por suerte para el futuro energético limpio europeo, a esta señora la despiden en junio.

Acompañando la celebración, leo como el verano de 2003 fue el más caluroso de los últimos 500 años en Europa. Al otro lado, en las antípodas, en medio del océano Pacífico, el país de Tuvalu se hunde bajo sus aguas. Sus gentes han visto como estos días el nivel del mar amenazaba con cubrir todo su archipiélago formado por nueve atolones de origen coralino. Ahora la sal mata sus cultivos. Tuvalu y sus habitantes son las primeras víctimas del cambio climático planetario.
Bueno, yo por mi parte y manteniendo mi ofuscación ante la situación, cada vez pedaleo con más fuerza, cada vez intento gastar menos energía, cada día indago en como puedo llegar a ser un ciudadano más eficiente y neutro con el cambio climático.

Y para culminar el día de la eficiencia que debería ser cada día del año, he hecho unas pruebas con una luminaria de LEDs, la iluminación del futuro, que ya está entre nosotros. Con un consumo de poco mas de 3 vatios y una combinación de LEDs azul y naranja se consigue una luz cálida y agradable que he disfrutado. Aunque el lugar de pruebas se asemejaba a un trozo de pista de aterrizaje. El futuro cercano pasa por los LEDs de luz blanca que ya existen pero del que no se han resuelto algunas cosillas técnicas.

La tecnología LED (Diodos Emisores de Luz) o también llamada Luz Fría se presenta como la revolución en la iluminación, la mayor desde que Edison inventase la bombilla eléctrica de incandescencia. Se dice que llegarán a reemplazar las bombillas convencionales en un futuro próximo. No me cuesta imaginar que no tardaremos mucho en tener techos llenos de miles de LEDs distribuidos según la necesidad y que los regularemos dependiendo de la luminosidad que nos haga falta. Su consumo energético es mínimo, y su luz cada vez de mejor calidad.

La tecnología LED hace brillar un cristal por lo que la energía se transforma directamente en luz. Sus virtudes: máxima autonomía, ahorro energético y económico debido a su bajo consumo y larga duración, resistencia a golpes y al agua...

Los LEDs aparcan a las bombillas de base de filamento convencionales donde un 90% de la energía se transforma en calor y se pierde.  También mejoran en eficiencia a las que ahora tenemos como de bajo consumo y casi no empleamos, ósea que la tecnología muy brillante LED, quizás a la fuerza, nos va a iluminar el futuro sostenible.

 

 

 


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Canviat
09/02/2017

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