Viktor Schauberger, agua viva

Viktor Schauberger nació el 30 de junio de 1885 en Austria, en una familia de guardas forestales, que se venían dedicando a la profesión desde hace más de 400 años. Viktor aprendió a confiar en sus observaciones sobre la naturaleza que le rodeaba y en su intuición, como lo habían hecho antes su padre y su abuelo. Su vida estuvo dedicada a comprender la importancia de las propiedades del agua e idear diversos métodos y técnicas para promover y mantener el agua en su óptimo nivel de pureza y vitalidad. También trabajó en lo que llamó la biotécnica.

Portada del libro publicado por Ediciones Ecohabitar sobre la vida de Viktor Schauberger.

Su conocimiento de las propiedades del agua le permitió diseñar unas instalaciones para deslizar los troncos de los árboles por unos canales especialmente diseñados por él con un mínimo de agua. Schauberger dedujo que el agua respondía de alguna manera a la sombra del bosque donde manaba y que los cursos de agua tienen una forma sinuosa y unas orillas sombreadas para protegerse a sí mismos de la luz directa del sol, y que una temperatura baja y un fluir natural son las condiciones necesarias para que el agua pueda mantener su fuerza de arrastre y vitalidad.

Todas las observaciones sobre la naturaleza le llevaron a la conclusión que había que comprender y copiar a la naturaleza: “Tenemos que comprender a la naturaleza para luego poder copiarla en sus procesos de movimiento”. (pág, 81). La vida de este visionario y sus aportaciones están detalladas en el libro Agua Viva, editado por Ediciones Ecohabitar, que ilustra la monumental aportación de Viktor Schauberger  y la profundidad de su obra de la mano del investigador sueco Olof Alexandersson.

Cuando Viktor Schauberger murió el 25 de septiembre de 1958, concluyo un destino humano muy peculiar y conmovedor. Durante toda su vida había luchado por el agua, el bosque y la tierra, por la integridad y el orden de la naturaleza y pocas veces se le había brindado un mínimo de reconocimiento. Atacado, perseguido, maltratado, internado y finalmente enfermo y empobrecido, asió la última posibilidad para poder realizar sus sueños y dar a la humanidad una técnica nueva y fomentadora de la vida, lo que le sometió a unas condiciones que parecían una pesadilla y que terminaron con su vida. Ni si quiera pudo morir en paz, sino en la desesperación de que todo por lo que había luchado y trabajado había sido en vano. En cierto sentida su vida tiene algunas similitudes la de Nikola Tesla (1856-1943), especialmente en cuanto a la incomprensión que sufrieron en vida y una muerte en el olvido.

A Viktor Schauberger también todo le fue robado su obra por delicuentes de las grandes corporaciones que le urdieron una trampa, engañándole con falsas apariencias (pág 206). Su hijo Walter Schauberger quién acompañó a su padre en muchas de sus investigaciones continuó investigando en su línea hasta su muerte en 1994. Para ello creó el Instituto Pythagoras Kepler System que custodia el legado de su padre en Austria.

La imperiosa necesidad de conservar los bosques
La Primera Guerra Mundial trajo cambios radicales en la manera de utilizar la tierra en Europa. Austria, pero también Alemania, iniciaron una salvaje deforestación. La eliminación de la cubierta forestal, y de la vegetación que crece debajo, observó Schauberger, que traía consigo un calentamiento del suelo, haciéndolo más seco y dificultando la penetración del agua en la tierra. Así pues observó que el nivel freático no aumenta, pues no se dan las dos condiciones que se necesitan para ello: un agua fresca cerca de la superficie y un agua caliente o en vapor en los estratos más bajos.

Si se seca una fuente, el agua se extrae bombeada desde el subsuelo, pero de acuerdo con las investigaciones llevadas a cabo por Schauberger, esta agua es inmadura por no haber cumplido su ciclo y no es adecuada para ser bebida por humanos, animales o plantas. Un agua inmadura no produce los efectos vitalizantes del agua que es empujada a la superficie por el proceso de calentamiento de la tierra y, por tanto, no arrastra consigo las sales y minerales que le dan fuerza y vitalidad.

Schauberger predicó insistentemente la necesidad de que en vez de destruir el bosque con una deforestación total, como usufructo se cobrara sólo los intereses que ese capital natural brindaba (pág, 68). En 1930 escribía que “No se trata de si el ser humano debe aprovechar el bosque o no. Sin embargo, la forma en que se está realizando la tala de los árboles hoy en día es irrazonable y muestra el total desconocimiento de las leyes del bosque y del agua (pág, 101). Nuestra moderna técnica se comporta como un campesino que, en primavera, mete siete patatas en la tierra y en otoño solamente saca una (pág, 121).

Schauberger opinaba que el bosque es un centro de fuerza de todo el territorio que lo rodea. Veía cada árbol como un cuerpo cargado de energía, en el que se desarrollan una serie de procesos complicados, que también cede energía al entorno (pág, 99).

Regenerar los ríos y el agua para beber
Schauberger se puso a continuación a estudiar el fenómeno de degradación del río Rhin, cada vez más visible, llegando a la conclusión de que se trataba de un claro ejemplo de los trágicos efectos de la deforestación y de la manera convencional de regular el agua. Advertía que “Nunca se regula un curso de agua partiendo de sus riberas, sino desde dentro, desde el mismo centro fluctuante”. (pág, 68)

Schauberger  también centró buena parte de sus investigaciones para mejorar la calidad del agua en la observación que en la naturaleza el agua se mueve con una espiral hiperbólica: se basa en una fuerza centrípeta que produce un movimiento interno hacia el centro.

En este sentido advertía que “La calidad de las paredes de las tuberías de agua potable tiene que regirse preferentemente por las leyes internas de la sustancia transportada, porque en caso contrario, se produce la destrucción de los tubos de agua y la destrucción de los sistemas de vasos sanguíneos, ello causa enfermedades en el metabolismo, que ya surgen por doquier, y se relaciona con el incremento de las enfermedades de cáncer (pág, 90).

Otro de sus focos de interés fue el diseño de tuberías que permitieran al agua desplazarse en espiral, cuando se transporta desde su fuente hacia los núcleos de población. Por supuesto, estas tuberías debían construirse con materiales no contaminantes.

Implosión en lugar de explosión
Según Schauberger, en las universidades y en las escuelas superiores únicamente se enseña la forma de movimiento que aumenta la presión y el calor y que esencialmente actúa de manera centrífuga. No conocen la parte opuesta, el movimiento predominantemente centrípeto, que hace bajar la presión y la temperatura y que libera lo que él llama la “fuerza de implosión” (pág, 127).

Había observado que normalmente el movimiento espiral hiperbólico centrípeto viene acompañado de una bajada de temperatura, de una contracción o concentración de algo, mientras que el movimiento centrífugo es sinónimo de una subida de temperatura, de una expansión por calor o una explosión. También descubrió que el agua, cuando se halla en movimiento hiperbólico constructivo, tiene la capacidad de provocar la síntesis de hidrocarburos apropiados para la combustión.  Entre 1931 y 1952 Viktor llevó a cabo varios experimentos para construir una máquina diseñada para producir energía directamente del aire y del agua.

La energía del volúmen
Víktor Schauberger era de la opinión de que el aire y el agua contienen una energía que se puede utilizar como combustible para máquinas y, una y otra vez, ponía énfasis en la gran cantidad de energía calorífica almacenada en forma de energía solar (pág, 164). Él quería transformar el superávit de calor en energía útil y, como efecto secundario, garantizar un mejor equilibrio en la naturaleza y un aumento de las fuerzas evolutivas (pág, 165).

Durante mucho tiempo trabajó por su cuenta en una máquina para crear una reacción a nivel atómico, similar a lo que ocurre en experimentos de hidrofusión. Pero en lugar de comprimir violentamente los átomos de hidrógeno para crear helio y liberar energía, Schauberger quería “comprimir” agua y aire juntos sin que se diera ninguna resistencia, tal y como, según él, ocurría en la naturaleza. Schauberger afirmaba que el agua subía porque estaba fuertemente cargada con magnetismo biológico, opuesto a la gravedad.

Una ciencia a favor de la vida
Schauberger había dado su vida por el agua, los bosques, el suelo y por la naturaleza en su conjunto. Todo su conocimiento era claramente intuitivo: “Todo es corpuscular, incluso la energía y las ondas lumínicas. Incluso la materia es energía inerte. Esto mismo se aplica a la sangre, nada más que un flujo de energía materializada que transporta energía desde las generaciones pasadas a las presentes y a las futuras. Este flujo no se interrumpe con la muerte de la persona, sino continúa adelante a través de sus descendientes. Sin embargo, esta energía puede degenerar, por ejemplo mediante la tecnología negativa, echando a perder las ideas y los puntos de vista que, después de miles de años, se llegan a acumular en el ser de una persona. Para quien recibe este regalo de la herencia es posible convocar desde su sangre todo esta reserva de conocimiento” (p. 125, ibid)

Según Schauberger, en las universidades y en las escuelas superiores únicamente se enseña la forma de movimiento que aumenta la presión y el calor y que esencialmente actúa de manera centrífuga. No conocen la parte opuesta, el movimiento predominantemente centrípeto, que hace bajar la presión y la temperatura y que libera lo que él llama la “fuerza de implosión”. (pág, 127)

Schauberger observó también que, al igual que las truchas, los pájaros se desplazan en el aire utilizando movimientos espirales hiperbólicos centrípetos. Cuando el aire fluye a través de sus plumas durante el vuelo, se crea una fuerte corriente de empuje que lleva a los pájaros hacia arriba y hacia delante. Con esta hipótesis como base, Schauberger se puso a diseñar un motor de aeronave habría de funcionar siguiendo el mismo principio de la turbina “truchera”, pero utilizando el aire como fuente de energía. Este motor absorbería el aire circundante y lo convertiría en energía durante el vuelo, a la vez que crearía un vacío delante que le permitiría moverse sin resistencia.

Víktor Schauberger era de la opinión de que el aire y el agua contienen una energía que se puede utilizar como combustible para máquinas y, una y otra vez, ponía énfasis en la gran cantidad de energía calorífica almacenada en forma de energía solar (pág, 164). Él quería transformar el superávit de calor en energía útil y, como efecto secundario, garantizar un mejor equilibrio en la naturaleza y un aumento de las fuerzas evolutivas. (pág, 165)

La agricultura sin venenos
Al comienzo de la Segunda Guerra Mundial fue confinado en un centro de investigaciones en el campo de concentración de Matthausen para diseñar objetos que volaran por medios biotécnicos.  Después de su liberación, Viktor se trasladó a Linz, donde con limitadas finanzas, centró su atención y sus investigaciones en la agricultura. Schauberger escribió: “Los agricultores trabajan mano a mano con nuestros forestales, cometiendo los mismos errores. La sangre de la tierra se debilita continuamente y la productividad del suelo decrece. Existe una clara conciencia de la necesidad de fertilizar, pero entonces el químico entra en escena y esparce sus sales. Hay un montón de evidencias que indican que, después de tan sólo unos pocos años, un suelo tratado con fertilizantes artificiales pierde toda su calidad. Es otro ejemplo más del hombre trabajando contra la naturaleza, obstruyendo alegremente la fuente última de la producción de alimentos, el sistema capilar del suelo. Cuando un campo que antes había producido abundantemente, empieza a degradarse, el agricultor, instintivamente, trata de solucionar el problema utilizando su arado más profundo. Pero esto sólo ocasiona la destrucción del sistema capilar del suelo. Lo mismo ocurre ahora en nuestros bosques. Externamente todo parece madurar y prosperar, pero es pura fachada. No es más que el resultado de un fondo pútrido, los frutos de la decadencia son el cáncer” (p. 96, ibid).

Herramienta de cobre diseñada para trabajar la tierra acorde a las ideas de Schauberger. Fabricada en Austria por la empresa PKS.

Schauberger descubrió la importancia de no utilizar arados de metal y de hacer los surcos en ángulos rectos con el sol, lo que se llamó arar con el sol. Schauberger diseñó también un método para hacer compost que aumentaba la vitalidad del suelo y, con ello, la resistencia de los cultivos a los patógenos y a las enfermedades. Él estaba totalmente en contra de utilizar fosfatos, que se producen en una caldera de explosión y que quitan fuerza al suelo; o cualquier otro fertilizante artificial que haya pasado por el fuego o recibido calor, pues interrumpen los procesos vitales, produciendo alimentos que, a largo plazo, resultan dañinos para el cuerpo humano, y quitan energía física y espiritual a las personas que los comen.

Precursor del ecologismo moderno
Hacia los años cincuenta tanto por efectos de la guerra, como de los interminables problemas económicos, pero también la desesperación que le producía ver como la humanidad se iba apoderando de su querida Madre Tierra.

Cada vez estaba más convencido de que solamente se podrían crear, en Europa y el mundo entero, las condiciones adecuadas para un comportamiento económico, social y político, si se desarrollaba una nueva actitud frente al agua, al bosque y la tierra. El mundo de la técnica tendría que aceptar que el agua no es algo que se puede tratar de cualquier manera, como si fuera inerte, Según él, el agua no es H20 sino un organismo vivo con sus propias leyes, que han de ser respetadas por los hombres (pág, 66). Schauberger predicó insistentemente la necesidad de que en vez de destruir el bosque con una deforestación total, como usufructo se cobrara sólo los intereses que ese capital natural brindaba (pág, 68).

Un trágico final
En el invierno de 1957/58, dos norteamericanos se acercaron a Schauberger, atraídos por la reciente publicidad dada a su máquina de implosión (la turbina truchera). Schauberger estaba todavía trabajando en perfeccionar su diseño, aunque públicamente había sido ya hecho suyo por grupos contrarios a la energía nuclear como una fuente alternativa de energía. Poco después de esa conversación, en junio del año siguiente, Schauberger y su hijo estaban volando a Texas, en lo que iba a ser una visita de tres meses para verificar sus trabajos. Sus documentos, diseños y equipo fueron igualmente enviados a Estados Unidos. Nada más llegar, los Schauberger fueron confinados en una casa aislada en el desierto tejano durante los meses más calurosos del año. Los resultados de la investigación se enviaron a un experto en tecnología atómica para ser analizados, confirmándolos en un 100%.

Después de tres meses, Viktor expresó su deseo de volver a casa, pero sus anfitriones no querían dejarle marchar, especialmente tras unos resultados tan satisfactorios. Su intención era retener a los Schauberger trabajando para ellos durante los próximos años. Un mes más tarde, en septiembre de 1958, y tras sufrir una gran aflicción, se le  permitió volver a Austria con la condición de que todos sus trabajos fueran a ser propiedad de  Mr. Robert Donner, incluyendo sus ideas y conocimientos del pasado, presente y futuro. Tras esta trágica vuelta, Viktor perdió sus ganas de vivir y murió sólo cinco días después de regresar a casa, en Linz, el 25 de septiembre de 1958, a la edad de 73 años. Durante sus últimos días no hacía más que repetir “me lo robaron todo, todo, ni siquiera soy dueño de mi mismo”.

 

Más información:

- Artículo complementario publicado en la revista Ecohabitar.

- El libro ·"El puzle del agua y la clave hexagonal", editado por Ediciones Ecohabitar en 2008, que describe las investigaciones del Dr. Mu Shik Jhon que avalan la teoría de los "mensajes del agua" desarrollados por Masaru Emoto.

Artículo elaborado por la redacción de terra.org a partir de información del libro Agua Viva editado por ediciones Ecohabitar. Imágenes del libro.

Changed
19/07/2017

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