Tres días de ecocasero rural (III)




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Tres días de ecocasero rural (III)

12042005 Mas Lluerna helioestato
12042005 Mas Lluerna ventanales
12042005 Mas Lluerna huerta 1
12042005 Mas Lluerna huerta 2

1. Manubrio del seguidor solar, manual y simple
3. Reflectores contraventanas, ingenio solar a tope
3. Descubriendo las coliflores por la mañana
3. Zanahorias y lechuga frescas y ricas, ricas


¿Pero de donde viene la energía que mueve las cosas en el lugar?
Pues amigo te cuento, principalmente del bosque, la leña calefactora, del mundo petroquímico el butano, para el mínimo uso de la cocina, porque cuando hay sol 2 cocinas parabólicas Ksol y un horno solar echan humo limpio. Para funciones eléctricas disponen de un campo fv de 700 vatios de potencia montado después de recuperar diversos paneles y que funcionan bien cuando tu también lo haces. Está situado a 10 metros del suelo, que los sabios del lugar idearon con mínimos recursos y mucho ingenio. El seguidor solar cada dos/tres horas conviene ponerlo cara al sol (y no me mal interpretes, ehh). Ósea que tres días por 10 horas de sol unas 10 reorientaciones, total 1 minuto por cada vez, poco tiempo para obtener un 30% más de energía que si estuviera fija la instalación. Es decir, debes saber que esa central energética situada a 150 millones de kilómetros que mandará durante los próximos 5000 millones de años sus fotones, muy rápidos por cierto, en 9 minutos están sobre tu cuerpo y el mío, nutre al lugar del maravilloso fenómeno eléctrico y desde unas baterías reguladas, la nevera de mínimo consumo, la iluminación de altísima eficiencia (las bombillas de bajo consumo habituales), la base del teléfono y un fantástico mac ofrecen los servicios mínimos para una satisfactoria vida sencilla.

El sol y su limpia energía también se captura en el lugar de forma pasiva, es decir que sé no se le ponen trabas para que entre a potencia máxima (invierno) en el interior de la vivienda por sus ventanas bien abiertas, unos reflectores que he bajada cada mañana y subido cada atardecer aumentan el flujo y hacen que noche fuera hasta – 4 y dentro hasta +15, todo sin emisiones de CO2 y sin pagar factura alguna. Oleeee ¡¡

Bajar y subir persianas de la cara sur en alguna de las estancias de la casa es otra de las actividades que a diario he realizado. Y es que usar energía gratuita también requiere su tiempo, un tiempo eso sí precioso, emocionante y de altísima responsabilidad. Ah, me olvidaba, no hay nada en el mundo higiénico para mi tan poderoso y gratificante que darse una duchilla con el agua calentada por el sol y acumulada durante el día para estar a disposición hasta dos días después. Amigo cuando pruebes tu primera ducha solarizada, si no lo has hecho todavía, te recomiendo una meditación acuática, tomas conciencia, no habrá una sensación igual hasta que no lo repitas: imagina que tu piel esta físicamente conectada con el más fascinante de los viajes medidos, recuerda, un hilo dorado te une a ti con el Sol. Casi ná y tan cierto como divino. Seguro que después puedes valorar la captación solar térmica como una de las más fantásticas inversiones a realizar en la vida, siempre que el sol llegue a tus dominios.

Y claro, en temas energéticos no me olvidaré de citar la fotosíntesis, el chute vital para todo lo vivo vegetal y animal del lugar, que como algo aletargada a finales de otoño, es la recogida energética más poderosa y la única vital que hacemos desde la tierra todos los que por ella pululamos. Pero oye, aquí caen heladas ya, y bajar cada tarde a cubrir los puerros, las coles, las lechugas y algunos cardos, alimentos que quedan como reserva estratégica en el huerto saludable de la finca, y hacerlo  con la tela térmica también ha sido actividad loable además de la más cercana a tierra después de pisarla continuamente. Nada que ver el primer día con el ultimo. De flipar para mover 50 metros cuadrado de plásticos por encima de una coles a sacar mis dotes de torero al viento y distribuirla con maestría sobre la plantación de alimentos del lugar el ultimo día, me ha servio para valorar lo importante que es el la vida, la constancia, la intuición y la habilidad, que yo por lo menos me disfruto con las cosas pequeñas y que a simple vista parecen sencillas.

La vida en el campo con alto grado de autosuficiencia, no me refiero a la cuestionable segunda residencia, lujo solo de ricos desarrollados insosteniblemente, es una aventura que todos tendríamos que vivir, por lo menos como yo, durante unos días. Te das cuenta al poco rato de que si las ciudades triunfan es porque en ellas es fácil pagar por todo lo que un complejo sistema energético, ahora sucio, pone a disposición. Energía abundante para cuando nos movemos, nos alimentamos, nos duchamos, nos comunicamos...mientras, en esos espacios mayoritarios en el computo geográfico, allá donde el mayor numero de especies pululan presionadas y muchas en continuo riesgo, es quizás donde deberíamos comenzar a dejarles territorio para su desarrollo en libertad. En esos lugares y descontando a la economía fotosintética (agricultura y ganadería, gestión de bienes naturales (agua, biomasa...) es posible estar sin dañar, es más, donde realmente como especie animal podemos relacionarnos con el resto y aprender lo mucho que nos ha pasado casi desapercibo, según pienso yo.

Ya ando planteando a los colegas de Más Lluerna que cuenten con nobel ecocasero para las siguientes salidas que tengan previstas, y es que, he aprendido más en tres días en algunas percepciones de autosuficiencia que en 40 años de andaduras diversas.

Parte (I), parte (II)



¿Por qué este diario?



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09/02/2017

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