La telefonía móvil y su problemática socioecológica: el reciclaje

Agosto, 2006.- La entidad Eurosource Europe estima que en la Unión Europea se reemplazan cada año cerca de 60 millones de terminales móviles a la vez que otros 85 millones no se usan y permanecen en manos de sus propietarios. Está claro que existe un importante potencial para el reciclado de teléfonos móviles aunque a penas llegan a un 5 % los terminales reciclados. Sin embargo, hay que remarcar que aproximadamente el 90 por ciento del total de las distintas fracciones que se obtienen de un terminal reciclado resultan valorizables y se pueden vender en el mercado.

La Asociación Multisectorial de Empresas Españolas de Electrónica y Comunicaciones (Asimelec) aseguraba en el año 2004 que reciclar un teléfono móvil costaba aproximadamente 0,9 euros, incluidos los gastos de recogida, transporte, almacenamiento, promoción y gestión, aunque el mayor coste se lo lleva la batería. Por cada kilogramo de móviles hay unos 10 terminales. Sin embargo, ASIMELEC que inició un proyecto de sensibilización y recogida de móviles obsoletos conocido por Tragamovil (que fue para más inri un proyecto LIFE cofinanciado por la Unión Europea) no ofrece datos estadísticos de los teléfonos móviles recogidos en las tiendas que tienen puntos de recogida selectiva.

Con un innovador diseño y un peso de 85 g, el Siemens SL 55 del 2004 ya es una pieza de museo. Su SAR era de 0,62 W/kg.

No es fácil detectar las iniciativas de reciclado de móviles en España y otros residuos electrónicos aunque en las puntos verdes e incluso en tiendas de telefonía móviles hay contenedores de recogida. También hay iniciativas destinadas a llevar móviles operativos pero desfasados tecnológicamente a países en desarrollo.  

En cualquier caso, la Directiva europea sobre la gestión de los residuos de equipos eléctricos y electrónicos plantea el objetivo de que antes del uno de enero de 2007 debe lograrse una tasa de recogida anual de 4 kilogramos de residuos eléctricos y electrónicos por habitante. A falta de datos y con las estimaciones de que sólo llegan a reciclado el 5 % es evidente que estamos muy lejos de que cuando un terminal se convierte en basura electrónica sea tratado adecuadamente para no causar más deterioro ambiental.

 

Imposibilidad de reparación

Entre los avances tecnológicos que se suceden cada semestre en el sector y la garantía legal de dos años se hace evidente que los grandes fabricantes no tienen interés alguno en facilitar recambios para la reparación más allá de este tiempo de custodia legal de los dos años. Por otra parte a cada temporada añaden más prestaciones a los nuevos modelos para que el consumidor tenga la sensación de que su terminal ya es obsoleto aún cuando funcione perfectamente (más megapíxels para la cámara que incorporan, utilidades multimedia, etc.). Sin embargo, se da la paradoja que en el 80 % de su funcionalidad los teléfonos móviles sirven tan sólo para hablar. En otras palabras, por el 20 % de su uso potencial participamos en una escalada de expoliación de recursos naturales. Aún cuando un cliente quiera conservar por razones ambientales o de sensatez tecnológica un determinado terminal, éste probablemente pueda toparse con la falta de recambios. Y, si por casualidad, todavía existen recambios la opción es tan cara que se le obliga a un nuevo terminal con la amenaza que la garantía de reparación es de 3 meses frente a los 2 años de un aparato nuevo.

Aunque existe una pesadilla peor que es la de la renovación de una batería gastada. Así, se da otra paradoja y es que un terminal que no se estropee puede quedar obsoleto por la imposibilidad de obtener el recambio de la batería. La falta de una normativa para fomentar la universalidad en el diseño de baterías así como de cargadores para la red es otra de las causas por las cuales un teléfono móvil puede quedar fuera de uso aún cuando funcione perfectamente.

 

El LG KG800 Chocolate, tribanda, con cámara, mp3, radio, etc. era el modelo con la SAR más baja: 0,08 W/kg al redactar este artículo.

Cargadores, otro componente basura

Sólo en Japón existe una normativa oficial que obliga a los fabricantes de móviles a que los conectores de los cargadores de red para todos los terminales vendidos en este país estén dotados con un conexión única para todas las marcas. En el resto del mundo cada marca ofrece sus propios conectores. Los fabricantes argumentan razones de seguridad para impedir que las baterías puedan convertirse en un elemento peligroso. En realidad, todas las baterías de ión litio (Li-ion) se serigrafían con mensajes tales como “puede explotar si se daña o se tira al fuego”. Lo cierto es que las nuevas baterías de ión litio con más capacidad que las tradicionales de niquel metal hidruro (NiH) hasta el 2003 tienen el inconveniente que pueden convertirse en un explosivo si no se recargan adecuadamente. Sin embargo, hay soluciones técnicas para que los cargadores de red cumplan con las características mínimas para evitar el peligro de explosión. Y en Japón, precisamente, no ha habido problema alguno a pesar de la universalidad de los cargadores de red. Lamentablemente pues, en toda Europa otro elemento que se convierte en basura electrónica son los cargadores de red de la telefonía móvil.

Una opción para poder conservar el cargador sería la de adquirir otro terminal de la misma marca, pero igualmente el usuario obtendrá con el nuevo terminal un nuevo cargador de serie a pesar de que este ya disponga de uno útil y compatible. Si por el contrario se cambia de marca, el cargador queda obsoleto aunque este funcione perfectamente. Así, al problema de la baja recogida selectiva de terminales obsoletos hay que añadir la de los cargadores compuestos esencialmente de plástico y cobre. En el caso de las baterías parece que hay una mayor conciencia y éstas llegan en un porcentaje mayor (sin ser el adecuado, ni mucho menos) a los puntos de recogidas de pilas. Sin embargo, tampoco hay datos oficiales sobre el tema.

 

Cambio de mentalidad

La problemática socioecológica denunciada por parte de las organizaciones humanitarias y ecologistas sobre la extracción del coltán empleada en los teléfonos móviles ha obligado a los fabricantes a realizar declaraciones oficiales en sus webs. A su vez ha estimulado a diversas entidades a impulsar recogidas selectivas de terminales argumentando la defensa ambiental, especialmente en Estados Unidos. Sin embargo, en nuestro país no hay todavía suficiente consciencia para detener la insensata escalada de nuevos modelos cada temporada como si de prendas de vestir se tratara (la cual tampoco está exenta de problemática social y ecológica).

El móvil también se vende como un objeto exclusivo. Es el caso de este modelo de Nokia 8800 chapado en oro. Su SAR, sin embargo, no es tan notable: 0,5 W/kg.

Es evidente que las ventajas de la telefonía móvil han propiciado que esta ya supere a los aparatos de telefonía fija en muchos países. A pesar de los nuevos servicios multimedia ofrecidos por la telefonía UMTS lo cierto es que la telefonía móvil sigue usándose como hemos mencionado en un 80 % para algo tan simple como hablar (sin mencionar la problemática asociada a la proliferación de antenas en edificios que requiere esta telefonía de tercera generación). Por tanto, los consumidores deberíamos reclamar una mayor durabilidad a los aparatos de telefonía móvil y menos utilidades. A su vez, los gobiernos deberían obligar a que las reparaciones de móviles cuando afectan a la placa del circuito integrado ofrecieran una garantía de 2 años equivalente a la de un terminal nuevo. También debería pagarse una tasa de recogida selectiva significativa pero reemborsable al devolver el aparato obsoleto a la tienda (esta medida sería clave para incrementar el reciclaje o reutilización de móviles). Recordemos que más del 70 % de un terminal son materiales plásticos, cerámicos y de cristal de larga vida y el resto son metales tóxicos que deberían tratarse adecuadamente.

Finalmente, los cargadores deberían ser universales para todas las marcas y que fueran un componente opcional para evitar basura electrónica inútil. Igualmente, aunque la carga energética de un teléfono móvil no consuma más de 10 Wh de electricidad sería importante potenciar los cargadores solares como componente amigable con el medio ambiente.

 

A tener en cuenta

A pesar de las prestaciones que se añaden a cada temporada a los móviles, estos siguen siendo utilizados básicamente para hablar durante la mayor parte de su vida útil.

Aunque este artículo no ha entrado en los aspectos de salud relacionados con los efectos de las microondas debidas al uso de los terminales móviles, no podemos dejar de advertir que el consumidor debería ser más consciente sobre esta problemática, aunque no haya un reconocimiento oficial explícito. La SAR (Specific Absortion Rate) medida en vatios por kilo de tejido vivo irradiado con microondas debe especificarse de forma obligatoria para cada modelo (no siempre se aporta en el manual del teléfono y hay que acudir al web del fabricante para conocerla). Existen algunas webs que ofrecen datos sobre la SAR. Aunque las regulaciones oficiales sitúen el umbral de seguridad de la SAR en 2 W/kg (la mayoría de los aparatos están por debajo de 1 W/kg) escoger el modelo con la radiación menor (los hay por debajo de 0,1 W/kg) es siempre una medida más sensata que basarse en la estética o algunas de las prestaciones del aparato que no vamos a usar.

También es más que recomendable el uso de auriculares en lugar de acercarse el terminal a la oreja, especialmente, para conversaciones de más de un minuto. Aunque las autoridades sanitarias no se hayan pronunciado de forma concluyente existen dudas razonables sobre la aparición de tumores cerebrales y otras dolencias causadas por las microondas, por lo que el usuario debería aplicar el principio de precaución. En otras palabras, mientras no haya unanimidad científica sobre los riesgos para la salud de las personas en el uso de los móviles deberíamos evitar la proximidad de los terminales a partes vitales del cuerpo humano.

 

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09/02/2017

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