Alarma planetaria desconectada

Cada dos años se nos pone frente a los resultados del Informe Planeta Vivo (Living Planet Report) elaborado por el WWF Internacional, que analiza de forma gráfica la realidad ambiental hasta el año 2010 a partir de un amplio conjunto de indicadores que ilustran la situación del planeta. De este modo, se pone en evidencia la preocupante situación en la que se ve afectada la biodiversidad, los ecosistemas y el consumo de recursos naturales, y cómo esta despreciable actitud global hacia la conservación de la naturaleza pone en jaque a toda la humanidad. Este informe permite obtener una imagen periódica de cómo estos cambios van afectar en un futuro inmediato a la salud humana, a la riqueza y al  bienestar social.

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La huella ecológica del planeta no ha cesado de crecer desde que superamos la biocapcidad del planeta en el 1976.

Una de las medidas que más años de seguimiento acumula es la disminución de la diversidad biológica mundial basada en el número de especies vertebradas que cada año desparecen. En este sentido, el Índice del Planeta Vivo (LPI) muestra un constante descenso respecto los primeros datos analizados en 1970 que pone de manifiesto que ha habido una disminución global de casi el 30 por ciento entre 1970 y 2007.

También se aprecia que estas tendencias difieren entre las especies tropicales y las de las zonas templadas. Mientras las poblaciones tropicales han disminuido a nivel global en 60 por ciento, en las zonas templadas han  aumentado en casi un 30 por ciento. En las zonas tropicales, la pérdida de hábitat tanto por sobreexplotación de los bosques como por la conversión de los mismos en pastos o monocultivos, no ha cesado por la demanda de materias primas en las zonas desarrolladas; desde la madera, soja, maíz, etc. Cada año se destruyen 13 millones de hectáreas de masa forestal. Esta sobreexplotación del medio natural en las áreas tropicales ha causado profundas heridas en la tierra visibles en la erosión galopante de los suelos, la escasez hídrica y la consecuente pérdida de especies.

El aumento de la conservación de especies de vertebrados en las templadas desde 1970, puede deberse a las políticas de protección llevadas a cabo  sobre todo en los países industrializados de esta bioregión, que han sido además complementadas con un mayor control de la contaminación de las aguas continentales, con una gestión más estricta de los residuos, de la mejor calidad del aire y de un incremento en la cubierta forestal, en parte por abandono de áreas de cultivo.

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La deforestación del planeta avanza a un ritmo de 13 millones de hectáras al año.

La huella ecológica mide el impacto de la demanda de la humanidad sobre la biosfera. Es una medida del deterioro que las actividades humanas producen en los sistemas naturales, representada por la superficie de ecosistemas que dichas actividades necesitan para producir los recursos y absorber los impactos que generamos. Actualmente, la demanda de la humanidad excede en cerca de un 30% la capacidad regeneradora del planeta, por lo que estamos destruyendo el capital natural en lugar de utilizar tan sólo los intereses, que sería lo sostenible. De seguir con esta tendencia, hay que señalar que en el 2030 nuestro estilo de vida promedio como humanidad necesitará 2 planetas enteros.

Entre 1970 y 2007 la huella ecológica de la humanidad no ha detenido su crecimiento sino todo lo contrario, lo que se traduce en un crecimiento continuado de la misma. El Informe demuestra que nuestra huella excedió la biocapacidad del planeta en un 50 %. Eso quiere decir que la superficie efectivamente disponible para producir recursos renovables y absorber CO2 ha mermado. En general, la huella ecológica de la humanidad se ha duplicado desde 1966. Esta tendencia viene determinada por el aumento de la llamada huella de carbono debido al uso indiscriminado de combustibles fósiles, la cual ha aumentado 11 veces desde 1961 y por poco más de un tercio desde la publicación del primer Informe Planeta Vivo en 1998.

Existen numerosas diferencias en cuanto a la huella ecológica que de alguna manera también ponen en evidencia la enorme desigualdad entre países. Por primera vez, el Informe del Planeta Vivo analiza también como la huella Ecológica ha cambiado con el tiempo en diferentes zonas y la influencia que la política comporta sobre la misma. En España, se calcula la huella de carbón (hectáreas globales per cápita o gha) en 2,73 gha (un 50,4% del total), mientras que la global alcanza las 5,42 gha (en los últimos 40 años, España ha duplicado su huella ecológica global), una huella superior a la de un país más avanzado como es Alemania, el cual ha invertido en renovables y eficiencia, por lo que tiene una huella de carbón de 2,70 gha (la de carbón) y la total de 5,09 gha. Con el ritmo actual, para satisfacer las demandas de recursos naturales necesitaríamos 3,5 Españas. A los extremos están los Emiratos Árabes Unidos y Qatar, con una huella global de 10,67 gha, Estados Unidos y Dinamarca con 7,99 gha y 8,26 gha respectivamente. Estas cifras contrastan con las de Afganistán y Bangladesh con 0,62 gha. Los países de mayor biocapacidad por persona son Gabón y Bolivia, seguidos de grandes territorios poco poblados como los de Mongolia, Australia y Canadá.

El tráfico aéreo más allá de la contribución al cambio climático también se le atribuye la contaminación de las capas altas de la atmósfera con las típicas estelas de los motores.

La huella hídrica de la producción proporciona una segunda medida de la demanda humana sobre los recursos renovables, y muestra que cerca de 71 países están experimentando una cierta tensión para obtener agua potable en condiciones de salubridad. En este sentido, se observa que las fuentes de agua para casi dos tercios de la humanidad están experimentando una disminución de la calidad de ésta, que varía de forma moderada a grave según las regiones. Esto no sólo tiene implicaciones profundas para la salud de las personas, sino también para los ecosistemas que proporcionan los alimentos básicos para muchas personas (hortalizas con contaminantes, pescado con tóxicos) y que deberían mitigar el impacto del cambio climático.

Otro de los indicadores claves que incluye por primera vez el Informe Planeta Vivo es el de los llamados servicios ecosistémicos, que a nivel global reflejan el almacenamiento de carbono terrestre y la provisión de agua dulce. También se valora la relación entre el Índice de Desarrollo Humano con la biocapacidad disponible. Se muestra por ejemplo, que los países de rentas más bajas son los que de una forma más alarmante están destruyendo la biodiversidad. Se observan también las graves consecuencias que ocasiona la aniquilación de los servicios ecosistémicos, que se traduce en un incremento de la pobreza y la vulnerabilidad. Sin acceso a agua potable, la escasez de alimentos de la tierra y adecuada, la falta de combustible y materiales, sitúan a las poblaciones afectadas en una trampa de pobreza que les impide prosperar. Poner fin al exceso ecológico es esencial para garantizar el suministro continuo de servicios de los ecosistemas y, por tanto, para el futuro de la humanidad en salud, riqueza y bienestar.

Los nuevos escenarios sobre la huella ecológica desarrollados por Global Footprint Network (GFN), muestran en base a diferentes variables relacionadas con el consumo de recursos, el uso de la tierra y la productividad de la misma, que si continuamos su explotación como hasta ahora las consecuencias para el bienestar de la humanidad quedarán absolutamente abortadas. De continuar con las proyecciones de la ONU para el crecimiento de la población y para el galopante consumo de materias primas, no sólo afectará al cambio climático sino que la humanidad necesitará para el 2030 la capacidad de dos Tierras para absorber los residuos de CO2 y mantenerse al día con los recursos naturales para el consumo. El hecho de no tener dos planetas supone pues un empobrecimiento acelerado en cuanto a la biodiversidad, perdida de calidad de vida y posibilidades para reparar los daños ambientales.

El tráfico rodado de automóviles privados debería ser una de las actividades que debería reducirse tanto por las vidas humanas que se cobra como por ser anualmente responsable de la contaminación atmosférica que incide en la muerte de unas 40.000 personas en diversos países de la Unión Europea.

Con el fin de asegurar el futuro en toda su complejidad para las generaciones venideras, los gobiernos, las empresas y los particulares deben aunar esfuerzos para traducir esta realidad adversa en una oportunidad para tomar acciones individuales, colectivas y políticas para anticiparse a los obstáculos que están frenando el camino hacia la sostenibilidad. Sólo mediante el reconocimiento del papel central que juega la naturaleza como garante de la salud humana y del bienestar social, podemos emprender las importantes medidas necesarias para proteger los ecosistemas y las especies de las cuales todos dependemos.

El informe entero puede descargarse entero en lengua inglesa (24 Mb) desde aquí.

 

 

 

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09/02/2017

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