Econoticias 25, Consumir menos para un mundo sostenible




Barcelona, 15 abril 2004. La Situación del Mundo 2004, el informe anual que difunde el Worldwatch Institute, advierte sobre el impacto ambiental de la sociedad de consumo.

Un niño de Bangladesh come arroz de una escudilla. Una niña norteamericana juega con una muñeca de plástico. Una mujer finlandesa habla por su teléfono móvil. Un hombre de Zimbabwe carga gasolina en su coche. Todas ellas son aparentemente actividades inocuas para el medio ambiente. Sin embargo, la actividad que se deriva de cada una de ellas supone una amenaza para nuestro entorno.

Pocas veces pensamos en los objetos que compramos y utilizamos durante un día cualquiera. Más de 1.700 millones de seres humanos constituyen lo que podríamos llamar la sociedad de consumo. O sea, personas que por sus condiciones socioeconómicas tienen acceso a bienes diversos más allá de los estrictamente necesarios no sólo para sobrevivir sino también para gozar de progreso cultural y social. La cifra de consumidores compulsivos, la mayor parte del colectivo, aumenta cada año. Aparentemente, que la productividad de las empresas aumente y que la disponibilidad de productos en el planeta se incremente podría interpretarse como un signo positivo. Sin embargo, es todo lo contrario. El consumo galopante del planeta es su principal amenaza puesto que no deja opción y atrae nuevos adeptos atrapándolos con deseos tales como el lujo y la codicia. En muchos casos, el exceso de consumo se manifiesta luego en vertederos al borde del colapso, en el declive de los bancos de pesca y en la pérdida de salud por el aumento de los niveles de obesidad de las personas. Mientras hay otros 2.800 millones de seres humanos que consumen demasiado poco y que padecen hambre, carecen de vivienda y están inmersos en la pobreza.

En el 30º aniversario del Worldwacht Institute, esta edición especial de La Situación del Mundo analiza cómo consumimos, por qué consumimos y cuál es el impacto de nuestras opciones de consumo sobre el planeta y el resto de los seres humanos. Desde los pollos creados industrialmente hasta la madera de bosques centenarios, pasando por los coches devoradores de combustible, muchas de las cosas que compramos benefician a industrias destructoras. Pero las empresas, los gobiernos y los ciudadanos comprometidos pueden utilizar ese mismo poder de compra para favorecer la creación de mercados para productos menos nocivos, incluyendo alimentación de comercio justo, energías limpias y vehículos de pilas de combustión.

A través de capítulos sobre alimentos, agua, energía, las políticas de consumo y la redefinición de lo que significa vivir bien, el laureado equipo de investigadores del Worldwatch se pregunta si es posible una sociedad menos consumista, para luego demostrar que tal cosa es esencial. La edición en español de este informe lo publica Icaria Editorial.


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09/02/2017