Pan dulce con ascenso solar

Octubre, 2012.- Para sentir emociones de vértigo no es necesario lanzarse desde 39 km de altura para bajar a la velocidad del sonido. A nosotros, el equipo de terra.org, nos ha bastado hornear un pan casero con la cocina solar parabólica precisamente en un día de claros y nubes. La emoción está garantizada cuando se trata de que una masa de pan suba o baje. Así es como lo vivimos...

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La masa de nuestro pan reposando mientras se calienta la cocina solar parabólica.

La cocina solar parabólica sólo concentra los rayos solares, por tanto, si el sol luce sobre el firmamento calienta, pero sino nada de nada. Si aparecen nubes, es como si apagásemos el fuego. Claro está que el recipiente tiene algo de inercia térmica y puede conservar durante un tiempo el calor, pero si el disco solar desaparece por un tiempo mayor de 15 minutos nuestra olla o cazuela se enfriará. De modo que de los casi 200 ºC que alcanza una cocina solar parabólica podemos quedarnos en la mitad o menos. Según la receta que cocinemos esto puede ser fatal, como el caso de querer hornear un pan.

La cocción solar es pues una interesante aventura, -sin riesgo culinario para nuestra receta si se tiene algún medio alternativo de emergencia-, porque nos invita a confiar en la providencia solar para nuestro deleite gustativo.

Hace unos días al equipo de la oficina de Fundación Tierra, para hacer un alto en el camino en esta árdua tarea de la sensibilización ambiental a la cual nos dedicamos, nos apeteció preparar una receta solar.

Tras un día bien soleado se nos ocurrió organizar para el día siguiente la elaboración de un pan con nuestra cocina solar parabólica Alsol 1.4 que tenemos en la terraza. Sin embargo, el día amaneció más bien nublado y, tras unas primeras horas de no ver el sol ni por asomo, finalmente éste decidió dejarse entrever. Una brisa empujaba a las nubes altas provocando claros intermitentes. Teníamos todos los ingredientes listos. Así que, asumiendo el riesgo de que el día acabara nublado, la jefa del Proyecto Pan Solar, Núria, se metió de lleno con las manos en la masa.

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La masa del pan horneándose dentro de la olla solar colocada sobre el eje de la cocina solara parabólica. Apréciese el dorado superior y las llamas solares sobre la tapa de vidrio.

La masa se preparó tal como indica la receta del libro Hecho a mano de Dan Lepard. Es una receta de un pan de molde tipo dulzón pero alimenticio como pocos y, sobretodo, destaca por su original sabor. Otro día ya hornearemos otra receta de un pan más clásico, pero ese día nos apetecía probar esta original receta. Así que iniciamos la elaboración de la masa con los ingredientes indicados y dejamos que fermentara durante 1 hora y media. Luego la pusimos en la nevera para detener la fermentación, pero el pan seguía subiendo y no teníamos todavía la temperatura suficiente en la olla para empezar a hornearlo. El termómetro que metimos dentro de la olla, que actuaba como recipiente para hornear el pan, iba subiendo su temperatura, al igual que sucede en un horno eléctrico o de gas. La radiación solar directa proporcionaba la energía suficiente para nuestro objetivo, lo que sería el equivalente a los 2,5 kW que consume un horno eléctrico convencional (aunque, eso sí, el eléctrico o de gas es más rápido en calentarse). En cualquier caso, nuestra olla-horno solar sobre la cocina parabólica llegó a la hora y pico para alcanzar los 190º C.

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El pan solar recién salido del horno solar bien bien subido y con una pinta inmejorable

Con esta temperatura en el interior del “horno” nos arriesgamos y metimos el molde con la masa de pan encima de un soporte que colocamos en la base la olla. Este soporte es simplemente un alambre grueso enrollado que nos permite dejar el molde sin tocar la base de la olla, facilitando una mejor circulación del aire caliente alrededor de la masa. Se puede usar un alambre casero o cualquier otro soporte que permita elevar el molde para facilitar la circulación del aire. Alcanzamos los 190 ºC de temperatura a las 11:45 h. (o sea las 09:45 de la hora solar) pero durante toda la mañana no cesaron de corretear las nubes sobre nuestras cabezas y no dejamos de estar pendientes de su evolución. En el centro de control advertían que nuestra masa de pan preparada con tanto esmero, corría peligro. Se iba hinchando y dorándose pero en un momento especialmente nublado, la temperatura dentro de la olla llegó a bajar ¡hasta los 100ºC!. La masa corría riesgo de romper la cocción, pero la jefa de la misión decidió que no se abortara el horneado. Luego, poco a poco, y con la ayuda de un interludio algo más soleado, volvió a subir la temperatura en el interior de la olla. Durante casi dos horas y media, el pan se fue horneando poco a poco, a una temperatura media de 130 - 140º C aproximadamente; a través de la tapa de cristal, podíamos ver como las llamas solares contribuían a dorar la crosta de nuestra masa.

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La jefa de la misión del pan dulce con ascenso solar, junto con su pinche, frente al protagonista de la aventura.

Fue un ascenso maravilloso, dorado, solar, libre de energía sucia, ecológico, impoluto, un ascenso producto de una fermentación adecuada previa. Al final, a las 14.15 h, tras dos horas y media no exentas de tensión solar, sacamos nuestro dorado pan del molde, ¡estaba estupendo! El riesgo asumido al intentar un horneo solar de un pan en un día medio nuboso fue alto; nuestra masa hubiera podido quedar destrozada por la falta de calor, pero a pesar de los claros y nubes, tuvimos sol suficiente. Una prueba  de que incluso en días inestables meteorológicamente, uno puede arriesgarse con la cocción solar. Por nuestra parte prueba superada ;-)

La receta, tal como se prepara

 Ingredientes

1 1/2 cucharadita de levadura fresca desmenuzada

350 ml de leche entera a 20 grados

20 g de sirope de agave o caramelo

250 g de harina floja

250 g de harina de fuerza

1 1/4 cucharadita de sal fina

25 gramos de mantequilla caliente derretida

 

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Interior del pan dulce solar con una masa esponjosa y perfectamente cocida.

Elaboración
Para preparar esta receta se empieza primero mezclando en un bol la levadura con la leche y el sirope. Añadiremos las harinas (nosotros utilizamos solo harina de fuerza, -la normal, de cualquier tienda) y la sal, trabajaremos la masa hasta que nos quede ligera y pegajosa. Echaremos la mantequilla por encima y volveremos a mezclar bien, estrujando la masa hasta que quede todo uniforme.

Amasaremos y dejaremos reposar el preparado tapado durante 10 minutos. Untaremos la mesa con un poquito de aceite y amasaremos unos 10 segundos, terminaremos con la masa en forma de bola. Luego la taparemos con un trapo y la dejaremos reposar otros 10 minutos. Repetiremos este paso dos o tres veces más, hasta que consigamos una masa suave.

Por último la dejaremos reposar 30 minutos. En este momento podemos ya untar un molde de 12 × 19 cm con aceite. Luego se divide la masa en dos partes iguales y se forma una bola con cada una de ellas. Las colocamos juntas dentro del molde, cubiertas con un paño y dejamos que suban hasta que doblen su tamaño. En un horno convencional basta con una cocción de 15 minutos a 210 grados y luego 25 - 30 minutos a 180 grados. Finalizado, se saca el molde y se dejar enfriar en una rejilla. (Receta de Dan Lepard, del libro "Hecho a mano").

 

Artículo elaborado a partir de la experimentación del equipo de redacción de terra.org. Fotografías: Fundación Tierra.

Canviat
09/02/2017

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