Un fallo masivo del mercado



Un fallo masivo del mercado
Alerta 21 - 2008
Cuando Nicholas Stern, ex-economista jefe en el Banco Mundial, lanzó su rompedor estudio a finales de 2006 sobre los futuros costes del cambio climático, habló de un fallo masivo del mercado. Se refería al fallo del mercado para incorporar los costes del cambio climático por quemar combustibles fósiles. Los costes, dijo, se medirían en billones de dólares. La diferencia entre los precios de mercado de los combustibles fósiles y los precios que también incorporan los costes ambientales a la sociedad, es enorme.




El mercado fija precios a los productos, pero éstos no reflejan los costes reales.


Los costes reales de la gasolina alcanzan los 15 US$ por galón, en lugar de los actuales 3 US$.


Almacén de carbón a cielo abierto en la orilla del río Yangtzé.


En Enron, sus contables "olvidaron" incluir ciertos costes en los libros de cuentas.



Diciembre, 2008. Las raíces de nuestro dilema actual se basan en el enorme crecimiento de la empresa humana durante el siglo pasado. Desde 1900, la economía mundial se ha multiplicado por 20 y la población del mundo se ha cuatruplicado. Aunque había lugares en 1900 donde la demanda local excedía la capacidad de los sistemas naturales, ésta no era una situación global. Había una cierta tala de árboles, pero el sobrebombeo de agua era virtualmente inaudito, la pesca excesiva era rara, y las emisiones de carbono eran tan bajas que no había efectos serios sobre el clima. Los costes indirectos de estos excesos tempranos eran insignificantes.

Ahora, con una economía gigantesca, los costes indirectos de quemar el carbón –costes de contaminación atmosférica, la lluvia ácida, los ecosistemas devastados y el cambio climático– pueden exceder los costes directos, los de minar el carbón y transportarlo a la central eléctrica. Como resultado de negligir estos costes indirectos, el mercado está infravalorando muchos bienes y servicios, creando distorsiones económicas.

La desinformación que emite el mercado
Como responsables económicos –consumidores, planificadores corporativos, responsables políticos del gobierno, inversores bancarios–, todos dependemos del mercado para obtener información que nos guíe. Para que los mercados trabajen y los agentes económicos tomen decisiones correctas, los mercados deben darnos información buena, incluyendo el coste completo de los productos que compramos. Pero el mercado nos está dando información errónea y, consecuentemente, estamos tomando malas decisiones, tanto que están amenazando a la civilización.

El mercado es, en muchos ámbitos, una institución increíble. Asigna recursos con una eficacia que ningún organismo central de planeamiento puede emparejar y equilibra fácilmente la oferta y la demanda. Sin embargo, el mercado tiene algunas debilidades fundamentales. No incorpora los costes indirectos de producir mercancías en los precios. No valora los servicios de la naturaleza correctamente. Y no respeta los umbrales sostenibles de la producción de sistemas naturales. También favorece el corto término por delante del largo plazo, demostrando poca preocupación por las futuras generaciones.

Reflejar los costes reales de los productos para modelar la demanda
Uno de los mejores ejemplos de este fallo masivo del mercado se puede ver en los Estados Unidos, donde el precio en el surtidor de gasolina a mediados de 2007 era de 3 US$ por galón (0,567 € por litro, cambio a diciembre de 2008). Pero este precio refleja solamente el coste de descubrir el petróleo, de bombearlo a la superficie, de refinarlo en gasolina y de llevar el combustible a las gasolineras. Pasa por alto los costes del cambio climático, así como los costes de los subsidios de impuestos a la industria de petróleo (como el permiso por agotamiento del petróleo), los costes militares que se generan por proteger el acceso al petróleo en el políticamente inestable Oriente Medio y los costes de los cuidados médicos para tratar enfermedades respiratorias debidas a la respiración de aire contaminado.

Según un estudio del International Center for Technology Assessment, estos costes actualmente suman casi 12 US$ por galón (3.17 US$ por litro) de gasolina quemado en Estados Unidos. Si los agregáramos a los 3 US$ del coste de la gasolina en sí misma, los conductores pagarían a 15 US$ el galón de combustible en la gasolinera. En realidad, quemar la gasolina es muy costoso, pero el mercado nos dice que es barato, distorsionando profundamente la estructura de la economía. Los desafíos que encaran los gobiernos son reestructurar los sistemas fiscales incorporando sistemáticamente los costes indirectos como impuestos, para cerciorarse de que el precio de los productos muestra sus costes completos a la sociedad y compensando este incremento con una reducción en impuestos sobre la renta.

Las distorsiones del mercado: Yangtzé y Enron
Otra distorsión del mercado se ponía claramente de manifiesto en el verano de 1998, en que el valle del río Yangtzé, hogar de casi 400 millones de personas chinas, fue destruido por la peor inundación de la historia. Los daños resultantes de 30.000 millones de US$ excedieron el valor de la cosecha anual de arroz del país.

Después de varias semanas de inundaciones, el gobierno de Pekín anunció una prohibición en la tala del árboles en la cuenca de río Yangtzé. Y la justificó observando que los árboles en pie eran tres veces más valiosos que los árboles que se cortan: los servicios de control de inundación proporcionados por los bosques eran de lejos más valiosos que la madera de los árboles usada en la construcción. En efecto, el precio de mercado estaba distorsionado por un factor de tres.

Esta situación tiene paralelos en el mundo comercial. A finales de los 90, Enron, una corporación comercial de la energía con base en Tejas, podía haber aparecido en más cubiertas de revistas que ninguna otra empresa de EE.UU. Era espectacularmente exitosa. Niña bonita de Wall Street, Enron era la séptima corporación más valiosa de los Estados Unidos a principios de 2001. Desafortunadamente, cuando los interventores independientes comenzaron a mirar de cerca Enron a finales de 2001, descubrieron que la compañía había estado olvidando ciertos costes en los libros contables. Cuando éstos eran incluidos, Enron no tenía valor. Su acción, que se había negociado al alza a 90 US$, se negociaba repentinamente por peniques. Enron estaba arruinada. El derrumbamiento era completo. Ya no existe.

Olvidar costes en los libros contables
Hoy estamos haciendo exactamente lo que hizo Enron. Estamos olvidando anotar ciertos costes en los libros de cuentas, pero en una escala de lejos más grande. Nos centramos en los indicadores económicos dominantes como desarrollo económico y el aumento en comercio internacional y en la inversión, y la situación parece buena. Pero si incorporamos todos los costes indirectos que el mercado omite cuando fija los precios, emerge un panorama muy diferente. Si persistimos en obviar estos costes de los libros, haremos frente al mismo destino que Enron.

Hoy, más que nunca antes, necesitamos líderes políticos que puedan ver el panorama completo, que entiendan la relación entre la economía y sus sistemas de apoyo ambientales. Y puesto que los consejeros principales del gobierno son economistas, necesitamos a los economistas que pueden pensar como ecologistas. Desafortunadamente, son raros. Ray Anderson, fundador y presidente de Interface, empresa con base en Atlanta y principal fabricante del mundo de moqueta industrial, es especialmente crítico con la economía que se enseña en muchas universidades: “Continuamos enseñando a los estudiantes de economía a confiar en la mano invisible del mercado, cuando la mano invisible está claramente ciega a las exterioridades y genera subsidios masivos, tales como una guerra para proteger el petróleo para las compañías petroleras, como si los subsidios fueran merecidos. ¿Podemos confiar realmente en una mano invisible ciega para asignar los recursos racionalmente?”.

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Adaptado del capítulo 1, “Entering a New World” en Lester R. Brown, Plan B 3.0: Mobilizing to Save Civilization (Nueva York: W.W. Norton & Company, 2008), disponible en www.earthpolicy.org/Books/PB3/index.htm.


Lester R. Brown - Earth Policy Institute
www.earth-policy.org


Modificado
09/02/2017

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