Calefacción de bajo consumo (II)



Calefacción de bajo consumo (II)


Las paredes radiantes tienen bajo consumo, se pueden complementar con energía solar, y ofrecen un confort muy elevado.


El suelo radiante fue el primer sistema radiante asociado al agua caliente generada con colectores solares.




Los zócalos perimetrales radiantes son otra opción de alta eficiencia para calentar la casa con menor consumo energético.  También resultan ideales en combinación con colectores solares. Sería una buena idea que la incorporación normativa de energía solar térmica en los edificios fuera evolucionando hacia la incorporación de estos sistemas de alta eficiencia y no se limitara a la realización de instalaciones ceñidas a los mínimos que dicta la ley.



Las estufas de pellets queman de manera eficiente biomasa en forma de comprimidos de residuos de madera. Podrían ser un ejemplo de tecnología de ahorro que trata de conseguir cerrar los ciclos y utlizar materias primas renovables.


Elementos radiantes para distribuir el calor
Hay diferentes modos de distribuir el calor generado por una caldera. Los radiadores de hace unas décadas eran de hierro, con gran inercia térmica, que tardaban mucho en calentarse y por tanto se dejaban encendidos permanentemente. En cambio, los actuales radiadores de aluminio, un metal con elevada transmisión del calor, ceden rápidamente el calor al ambiente interior una vez encendidos, por lo que tienen una respuesta rápida que permite ajustar mejor los tiempos en vez de mantener la vivienda totalmente climatizada todo el día. Se les pueden incorporar válvulas termostáticas que permiten una mejor regulación de la temperatura y reducir el consumo, si se utilizan de manera constante. 

También existen sistemas radiantes que funcionan con temperaturas del agua más bajas (similares a las del cuerpo humano) que tienen un menor consumo y una distribución muy uniforme del calor, como el suelo radiante, los zócalos perimetrales o las paredes radiantes. Dado que no es necesario aumentar tanto la temperatura del agua, consumen menos energía y es más fácil que el calor lo pueda proporcionar un sistema de captación solar.

Todos ellos ofrecen una gran sensación de confort, debido a las características del intercambio de calor por radiación, aunque el suelo y paredes radiantes requieren una instalación más compleja. El sistema consiste en un circuito de finos tubos de material plástico por los que circula el agua caliente. El circuito o serpentín se situa bajo el suelo, o en el interior de los tabiques. Existen fabricantes que han desarrollado paneles prefabricados que incorporan el material de construcción, aislamiento exterior, los tubos del sistema radiante y el revoco interior, utilizando materiales ecológicos. Estos sistemas modulares de paredes y suelos radiantes permiten incorporar estos sistemas de calefacción en viviendas o locales existentes.

Hay que decir que en el caso de los suelos radiantes, hay usuarios que sienten molestias debido al contacto de las piernas con superfície a una cierta temperatura. El sistema de paredes radiantes, por otro lado, se ha utilizado también como sistema de refrigeración en verano, haciendo circular agua fría, aunque entonces es necesario controlar la humedad para evitar condensaciones. Son sistemas muy atractivos ya que quedan integrados en el interiorismo, y muy utilizados en países como Austria, Alemania, Italia, la antigua Yugoslavia y Suiza.

Un sistema parecido es el de zócalos radiantes, que son finas conducciones de agua instaladas en el perímetro de las estancias, como los rodapiés, revestidos de madera o de aluminio. Emiten calor radiante que también calienta la pared, evitando así el efecto de pared fría. Reaccionan de manera más rápida que los otros sistemas radiantes y se pueden instalar de manera relativamente sencilla también en viviendas ya construidas.     


Radiadores eléctricos
Los radiadores eléctricos son sistemas independientes que calientan mediante resistencias eléctricas un fluido diseñado para proporcionar una elevada transmisión de calor. Requieren una elevada potencia de electricidad, aunque actuan de manera más eficiente que las estufas eléctricas con resistencias convencionales, y permiten más control, ya que incorporan termostatos y programación. Su consumo, sin embargo, comparativamente sería superior al de una bomba de calor, pero también pueden ser efectivos en algunos casos debido al efecto del intercambio de calor por radiación. El consejo sería utilizarlos con  moderación, y en los puntos de la casa donde fuera necesario. Las necesidades de instalación son muy reducidas, aunque se necesitan enchufes allá donde se vayan a colocar.

Existen radiadores eléctricos que combinan elementos acumuladores. Estos equipos son paneles acumuladores de fácil montaje porqué son portátiles.  Su núcleo acumulador es de Chamota refractaria, la cual crea una salida de calor constante y homogénea. Tienen como ventaja que si se combinan con termostatos cuando el panel alcanza la temperatura de confort se puede detener el consumo eléctrico mientras entonces empieza a ceder el calor acumulado. El resultado es que pueden permitir un ahorro de hasta el 25 % respecto a un equipo convencional eléctrico. En contra sólo tienen que son más caros y son poco conocidos en nuestro país. Para determinadas viviendas con pocas posibilidades de instalaciones estos aportan una solución modular y con un consumo moderado.

Convectores de aire
Los convectores de aire, ya sean pequeños y portátiles o fijos, calientan el aire y lo transmiten a la habitación. Tienen elevadas potencias y el calentamiento por aire sería menos eficaz de cara al confort que el calor radiante. Los pequeños pueden ser útiles si sólo se requieren para un uso puntual dado que no son eficientes. Los acumuladores dinámicos son grandes convectores fijos con elevadas potencias y consumos. Funcionan acumulando el calor generado durante la noche mediante resistencias eléctricas para cederlo durante el día en forma de aire caliente. La utilidad de estos sistemas es solamente aprovechar las tarifas nocturnas que son más económicas. Sin embargo, el aprovechamiento de las tarifas reducidas nocturnas puede suponer en todo caso un ahorro económico, aunque no varia el consumo energético en sí. La tarifa nocturna no es más que un incentivo de las compañías eléctricas para evitar la concentración de toda la demanda energética en el día. Además, con el sistema de funcionamiento diferido, el calor acumulado puede no ser necesario durante el día, por lo que el gasto energético nocturno ha sido inútil.

Suelo radiante eléctrico
El sistema de suelo radiante eléctrico es un sistema poco habitual, que calienta el suelo a través de resistencias eléctricas, generando un gasto energético elevadísimo (así como campo electromagnético en toda la superfície del suelo). Si ya se posee uno de estos sistemas, lo recomendables es evitar totalmente su uso o, si no se puede prescindir de la calefacción, adquirir otro sistema.

Aparatos eléctricos portátiles
Los sistemas eléctricos portátiles como radiadores de aceite o estufas halógenas no son muy eficientes y tienen elevadas potencias, aunque pueden ser una buena opción en el caso de darles un uso esporádico y puntual. No son nada recomendables para calentar toda  la vivienda. Quizá en estos casos pueden dar un nivel alto de confort sin realizar grandes instalaciones, y manteniendo el consumo más bajo que una vivienda totalmente climatizada, aunque fuese con un sistema más eficiente.    En los radiadores se puede utilizar el termostato que incorporan para controlar el tiempo que permanecen en funcionamiento, y para aprovechar el calor residual. En las estufas halógenas hay que tener precaución con el riesgo de incendio ya que la resistencia alcanza altas temperaturas.

Estufas de gas
Tanto si utilizan gas natural como butano, no se consideran opciones ideales a nivel ambiental ya que realizan una combustión en la atmósfera de la estancia donde se ubican. Por ello, hay que ser especialmente cuidadoso y si se dispone de estufas de combustión en el interior de casa se debe realizar una ventilación adecuada para evitar el empeoramiento de la calidad del aire interior a causa de los gases de la combustión.  
Un sistema sustitutivo comparable a este pero más eficiente, sin problemas de combustión y que aprovecha un combustible renovable son las estufas de pellets.

Hogar de leña
La leña o biomasa es un recurso renovable recomendable sólo en ciertos casos. En entornos rurales el hogar o estufas de leña pueden ser un apoyo a la calefacción pero sólo se aconseja utilizarla si la instalación permite una adecuada evacuación de los gases de la combustión, o si se realiza una ventilación correcta para evitar afectar a la calidad del ambiente interior.
Actualmente hay sistemas de hogares y chimeneas cerradas, más eficientes y seguras. Lo ideal sería que el gasto de combustible se viese compensado por el propio usuario, por ejemplo, si se mantiene una superfície arbolada de la que se obtiene la leña o se obtiene a nivel local y en ciertas condiciones de aprovechamiento responsable del medio forestal.

Estufas de pellets
Las estufas de pellets son estufas eficientes que queman residuos del procesamiento de la madera en formato comprimido (pellets), estos son de fácil manejo doméstico y no emiten humos hacia el interior. Requieren una pequeña instalación y un lugar donde guardar los pellets, el combustible.
Es una opción de aprovechamiento eficiente de la biomasa sobretodo a nivel de vivienda unifamiliar.

Calefacción con apoyo solar
Los sistemas radiantes con agua pueden funcionar con agua calentada por el sol con placas térmicas convencionales o tubos de vacio. Estos sistemas aún son minoritarios a nivel doméstico debido a su mayor coste, pero son mucho más asumibles tanto técnica como económicamente los sistemas a baja temperatura como suelos, paredes y zócalos radiantes con energía solar.

Criterios y hábitos para el ahorro
Hay diferentes criterios para reducir el consumo de cualquier sistema. Sin entrar en si la vivienda se ha planteado con criterios bioclimáticos o no, en cualquier casa que reciba el sol se puede maximizar la entrada de los rayos solares para que calienten la vivienda durante el dia, y se pueden cerrar persianas y cortinas por la noche para mantener ese calor.
Por otro lado, si no se climatiza la vivienda cuando no estamos, no se consume energía para ofrecer una condiciones ambientales que no estamos aprovechando. Además, la mayoría de sistemas tienen una respuesta muy rápida (incluso los radiantes), o se pueden programar para su puesta en marcha unos instantes antes de la llegada a casa. Disponer de termostatos y termómetros también permite ser más conscientes del uso de la climatización y realizar un mayor control.
Por otro lado, si se exigen unas temperaturas adecuada, también se modera el gasto energético. El confort es una cuestión personal, pero la climatización artificial pone a nuestro alcance de manera tan sencilla las condiciones térmicas ideales que parecemos querer olvidar que estamos en invierno, subimos la temperatura y nos movemos por casa ligeros de ropa. Si valoramos que cada grado que subimos la temperatura supone aumentar nuestro consumo de climatización un 8%, cuál es el origen de la energía, o las emisiones que supone, seguramente no resultaría un sobreesfuerzo ponernos un jersei acorde con la época del año en que estamos. Se recomiendan unos niveles de confort de, en invieno, 18º C como temperatura de mantenimiento, y 20 ºC (máximo 22 ºC) como temperatura de confort.

A la hora de climatizar la vivienda no hay un único sistema ideal. En este artículo se han tratado de analizar los diferentes sistemas desde el punto de vista ambiental y de confort, exponiendo los pros y contras de cada uno. A partir de entonces, cada uno puede escoger en función de sus circunstancias (tipo de vivienda, economía…) y a su modo de vida y hábitos. Recordemos que un sistema eficiente puede consumir más energía si practicamos hábitos de despilfarro, y que un sistema menos eficiente pero utilizado con mesura puede mantener el consumo y gasto de la vivienda en un nivel moderado. No hay que olvidar, obviamente, que cuanto mejor sea el comportamiento bioclimático pasivo de la vivienda y de su calidad constructiva en lo que respecta a aislamiento y puentes térmicos (aislamiento de paredes y cubiertas, ventanas eficientes de doble vidrio) menor consumo de energía hará falta para obtener el mismo confort. Si estas medidas pasivas fueran la prioridad a la hora de mejorar nuestras viviendas, gastaríamos el mismo dinero (o menos), disfrutaríamos del mismo confort, y consumiríamos menos energía, una necesidad urgente que deberíamos interiorizar y practicar. Que los inviernos demasiado benignos no son más que una prueba de la alteración en el planeta que estamos provocando con nuestro despilfarro de energía.



Los sistemas portátiles son más ineficientes y sólo si se utilizan puntualmente pueden suponer un consumo menor que un sistema más eficiente de gran potencia que climatizara toda la casa. Finalmente los hábitos personales son uno de los factores que más determina el consumo energético.



Los termostatos permiten que podamos ajustar las temperaturas de confort a rangos razonables y controlar el rato que permanecen en marcha los sistemas de calefacción. Sólo si nosotros nos preocupamos de utilizarlos bien, supondrán un ahorro energético.
>> viene de "Calefacción de bajo consumo (I)"


Modificado
28/01/2013

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