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| La energía eólica crece en todo el mundo. |
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Durante el año 2001 la producción de
energía generada con el viento en todo el mundo creció 5.500 MW. Esta
cifra supone un incremento del 31 respecto al año 2000 y en términos de
energía disponible supone que la producción del año 2001 permitiría
cubrir el consumo eléctrico de unos 23 millones de personas.
Este
espectacular crecimiento se debe al abaratamiento de la producción
eólica la cual en menos de veinte años se ha dividido por diez
situándose, en la actualidad, a 3 centavos de dólar por kWh. Una
aerogenerador de unos 660 kW puede costar instalado sobre unos 550.000
euros y rentabilizarse en menos de tres años.
Alemania está a la
cabeza de la potencia eólica instalada con 8.000 MW. España se sitúa en
tercer posición con 3.300 MW. La energía eólica, uno de los símbolos de
la independencia y estabilidad energética de pronto se ha convertido en
una amenaza para algunos espacios naturales. |
| Sin embargo, frente el desarrollo
eólico abre la posibilidad a la electrolización del agua para generar
hidrógeno y almacenarlo para utilizar como combustible en las turbinas
de las centrales térmicas cuando el viento deja de soplar. Los expertos
auguran que la electricidad eólica es el principal candidato para
reemplazar el gas natural que al fin y al cabo es un producto no
renovable y contaminante.
El negocio eólico ha sido rápidamente
capitalizado en casi todo el mundo por los grandes grupos inversores y
las propias empresas de suministro energético. Sólo en Dinamarca, donde
la energía eólica produce ya un 18 % de la electricidad consumida ha
permito el desarrollo de pequeños productores o de cooperativas que
invierten en aerogeneradores para complementar la actividad agrícola.
Recordemos que 1MW eólica puede satisfacer el confort energético de
unas 350 viviendas. El debate, sin embargo, se centra en los nuevos
impactos ambientales que sobre las aves y la naturaleza causan los
aerogeneradores. Como sucede a menudo, “corazón que no ve, corazón que
no siente” y al fin al cabo un aerogenerador en una colina es muy
visible mientras que las toneladas de dióxido de carbono de las
centrales térmicas que nos rodean ya ni se huele. El reto, está en
valorar las alternativas con mayor sensatez. |
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