Etiqueta de la huella ecológica

Desde el desayuno hasta la cena uno puede ingerir alimentos que han recorrido tantos kilómetros como los que se necesitan para dar la vuelta al mundo. Y uno no puede quedarse impasible ante esto. Así que me dediqué a investigar si  alguna empresa o país tenía iniciativas para visualizar la huella ecológica de los productos de consumo. Porque en un paseo por cualquier supermercado se puede comprobar lo fácil que resulta hoy en día concebir una dieta con alimentos llegados de la otra punta del planeta y que se presentan en las estanterías como si fuesen del huerto, mar o granja que hay a la vuelta de la esquina. Entre desayuno, aperitivo, comida, merienda y cena uno puede ingerir -sin empacharse- alimentos que han recorrido hasta llegar a nuestra mesa tantos kilómetros como los que se necesitarían para dar más de una vez la vuelta al mundo. Lamentablemente, tras este kilometraje hay un importante impacto en emisiones tóxicas que no debería dejarnos impasibles. Se calcula que cada kilómetro que recorre una tonelada de producto, aporta una emisión de 0,002 kg de dióxido de carbono si viaja en barco, de 0,069 kg si lo hace en ferrocarril, de 0,11 kg en camión y de hasta 2 kg cuando el transporte es aéreo. Actualmente, muchos de los alimentos, especialmente los frescos, están viajando en avión.

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La huella ecológica debería incorporarse en todos los productos de consumo

Vivimos en una sociedad donde todo viaja más de lo que imaginamos. El mundo se ha convertido en un gran taller que produce para que podamos consumir a fin de que podamos seguir produciendo y así indefinidamente. Pero el nivel de consumo que hemos alcanzado se está viendo que es insostenible. Estamos agotando las materias primas básicas para muchos productos con esta forma de economía. El indicador más fiable de sostenibilidad es la llamada huella ecológica: la extensión de tierra requerida para proporcionar los bienes que consume una persona (incluyendo la superficie vegetal requerida para absorber sus emisiones de CO2). Todo producto lleva consigo su huella ecológica asociada, al igual que nuestro estilo de vida. Atendiendo al espacio bioproductivo planetario en condiciones de un estilo de vida sostenible, nuestra huella no debería superar las 2,1 ha por persona (o 1,7 ha si dejamos libre un 20 % de la Tierra para el uso y disfrute de las demás especies). Sin embargo, la huella ecológica de un español es ya de 5,6 ha, la de un norteamericano de 9,4 ha y la de un somalí de 1,3 ha. Si todos los habitantes del planeta quisieran vivir como los españoles se precisarían los recursos de dos Tierras y media.

Etiquetas de producto con datos sobre la huella ecológica

En las etiquetas de los productos a menudo figura el lugar de procedencia, pero no hay dato alguno sobre los trasiegos de materiales para su fabricación. Por ejemplo, que un aparato microelectrónico se haya manufacturado en China es una cosa, pero puede que el aporte de piezas básicas y de los materiales con que se han conformado hayan viajado desde Italia, Estados Unidos, Sudáfrica, etc. y luego, una vez ensamblado, vuelve nuevamente a algunos de estos países de donde salieron sus componentes o materias primas. Sólo obligando a detallar estos trasiegos industriales -como se hace con la composición química de determinados productos farmacéuticos, de higiene, alimentarios, etc.- podremos acabar siendo conscientes del grave problema que conlleva el consumo tal y como está establecido. De la misma forma que la composición nutritiva en los productos alimentarios nos sensibiliza sobre un consumo responsable, el detallar la huella ecológica de los productos nos alertaría sobre el coste ambiental de los mismos, algo que por ahora nos pasa absolutamente inadvertido. En una primera fase, y para iniciarse en el sistema, podría limitarse a la huella de carbono, es decir, al cálculo de los kilómetros que todos los componentes y el propio producto han viajado. Esta etiqueta debería ser una norma legal de cada estado, para que fuera asumida por las empresas comercializadoras y como un requisito para autorizar las importaciones. De esta legislación, en una primera etapa, podrían estar exentos los productos locales, regionales o producidos en el propio país.

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Ejemplo de cómo incorporar la información ambiental en la etiqueta de producto.

El ejemplo de calidad alimentaria para inspirar la calidad ambiental

Actualmente, algunos productos alimentarios frescos que se venden a granel están obligados a indicar el lugar de origen. Este es el caso de las frutas y verduras, las carnes y el pescado. La normativa que lo regula es actualmente el Real Decreto 1334/1999 de 31 de julio (BOE de 24 de agosto 1999), que ha sido modificado en diversos apartados para incorporar la Directiva 79/112/CEE del Consejo, de 18 de diciembre de 1978, relativa a la aproximación de las legislaciones de los Estados miembros en materia de etiquetado, presentación y publicidad de los productos alimenticios, así como sus posteriores modificaciones, entre ellas, la Directiva 97/4/CE del Parlamento Europeo y del Consejo, de 27 de enero de 1997. La presente norma afecta a todos los productos alimenticios destinados a ser entregados sin ulterior transformación al consumidor final, así como a los aspectos relativos a su presentación y a la publicidad que se hace de ellos. Se aplica también a los productos alimenticios destinados a ser entregados a los restaurantes, hospitales, cantianas y otras colectividades similares.

Así pues, si en aras a la seguridad alimentaria existe una extensa normativa de etiquetaje referente a muchos aspectos, para que el consumidor sepa qué es lo que come, lo mismo debería aplicarse, por razones ecológicas, en cuanto a la huella ecológica o huella de carbono de cada producto que se comercializa y no sólo de los alimentarios. Porque al final, la consciencia ambiental sólo puede provenir de una información detallada, para que el consumidor pueda decidir. No basta con que se lea en las cajas de manzanas que unas provienen de Chile y otras de la Costa Brava, sino que el dato de la huella ecológica de los productos alimentarios sea determinante para alertar al consumidor. Porque mientras unas pueden acumular varias toneladas de CO2, en las de producción local la huella es mínima.

Información sobre la huella ecológica de producto

La información ambiental es tan fundamental como la nutricional. Por este motivo sería interesante disponer de información sobre la huella ecológica de los productos de consumo en las etiquetas, con el objetivo de concienciar a los consumidores japoneses acerca del impacto que pueden producir los elementos más cotidianos. Hay algunas iniciativas gubernamentales ecológicamente responsables pero no pasan de ser puramente testimoniales. Hay que abonar por impulsar la generación de una conciencia ambientalista masiva. Además este tipo de información contribuye a crear acciones formativas que ponen los cimientos para la necesaria adopción de nuevos hábitos más respetuosos con el medio ambiente por parte de la población.
 

Etiquetaje de la huella ecológica de producto en los supermercados británicos Tesco.

La empresa Timberland incluye desde el 2009 en algunos de sus modelos de calzado una etiqueta en la que proporciona una serie de datos como la cantidad de energía que se consume en la producción de los zapatos o la proporción de los mismos que provienen de energías renovables. También en los supermercados Tesco se está poniendo a prueba la etiqueta del Carbon Trust en una veintena de productos. La empresa de ropa de moda Continental Clothing, que se define como una empresa ecoética también ha lanzado su etiqueta para sus productos textiles y publicita el cálculo de la huella ecológica sobre los productos que fabrica. Las encuestas llevadas a cabo por el Carbon Trust indican que el 66% de los consumidores británicos desean conocer la huella ecológica de los productos que compran y casi la mitad modificarían sus hábitos de consumo para adquirir productos con una menor huella ecológica. En España hay una experiencia pionera con una empresa de aceites y a partir de la iniciativa de visualización de la huella ecológica de alimentos promovida por Asociación de Empresas de Productos Ecológicos de Andalucía en las que las empresas adscritas se comprometen a ir reduciendo año a año las emisiones necesarias para la comercialización del producto.

 

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Explicación sobre la etiqueta de la huella ecologicaen los zapatos Timberland.


Más información... la huella ecológica

La huella ecológica fue formulada por primera vez por el economista ecológico Mathis Wackernägel y consiste en una traducción a hectáreas de tierra biológicamente productiva de los patrones de consumo de un país, una ciudad o un individuo. Aunque su cálculo puede ser realmente complejo, hay cinco dimensiones básicas que se valoran:

- Superficie artificializada: cantidad de hectáreas utilizadas para urbanización, infraestructuras o centros de trabajo.

- Superficie necesaria para proporcionar alimento vegetal.

- Superficie necesaria para pastos que alimentan ganado.

- Superficie marina necesaria para producir pescado.

- Superficie de bosque necesaria para servir de sumidero del CO2 que arroja nuestro consumo energético. 


El cálculo para medir la huella ecológica que deja nuestro estilo de vida se hace en base a nuestro gasto energético (agua, electricidad, combustibles fósiles) directo e indirecto: el gasto directo lo hacemos tanto con el combustible que le ponemos al coche, o el que usa el transporte público, o el consumo eléctrico y de agua que hacemos en casa, el trabajo, etc. El índice de la huella ecológica está disponible para una escala muy amplia: desde el individuo hasta el planeta entero.

Sobre la metodología de cálculo de la huella ecológica, se indica que se basa en la estimación de la superficie productiva necesaria para satisfacer los consumos asociados a la alimentación, a los productos forestales, al consumo energético y a la ocupación directa del suelo. La huella ecológica se suele expresar en hectáreas por habitante y año si se realiza el cálculo para un habitante; o bien en hectáreas totales si se calcula para la totalidad de la población residente de un determinado territorio. Asimismo, el concepto de biocapacidad de un territorio es la superficie biológicamente productiva (cultivos, pastos, mar productivo y bosques) disponible.
 

Publicidad del compromiso para dar a conocer la huella de los productos ecologicos de la empresa téxtil Continental Clothing

De esta forma, la diferencia entre la huella ecológica (demanda de recursos) y la biocapacidad (recursos disponibles) se define como déficit ecológico, que indica si la población de un país o región dispone de excedentes ecológicos o bien consume más recursos de los que dispone. En este último caso, muestra que la comunidad se está apropiando de superficies fuera de su territorio, o bien que está disponiendo del capital natural, degradándolo y comprometiendo su calidad y disponibilidad para la generación de rentas biológicas a las generaciones futuras.

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Etiqueta de la huella ecológica en un producto lácteo  en el Reino Unido.

Por otro lado, el estudio evalúa de forma global la intensidad y evolución del impacto ambiental del consumo de la sociedad española y de cada una de las Comunidades Autónomas, a partir de los resultados obtenidos de los diferentes componentes de la huella ecológica. Además cuantifica el déficit ecológico a escala estatal y autonómica a fin de extraer conclusiones acerca de la sostenibilidad del metabolismo socioeconómico actual.

Artículo elaborado por el equipo de redacción de terra.org.

Modificado
09/02/2017

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