La necesaria ética socioambiental




La necesaria ética socioambiental
Marzo 2007. Hace unos días el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso fue acusado de no dar ejemplo al ser propietario de un vehículo 4x4 contaminante como es el modelo de la marca VW Tuareg, el cual emite 265 gramos de CO2 por kilómetro (dos veces lo que predica la Comisión que se asuma en el futuro).

Unos días antes un gabinete de estudios pro conservador, el Tennessee Center for Policy Research denunciaba que el ex Vice Presidente de los Estados Unidos, Al Gore, poseedor ya de la estatuilla del Óscar por su documental “Una verdad incómoda” era un derrochador de energía y que su mansión de 900 m2 era un auténtico pozo de consumo energético. Para ello divulgaron su gasto eléctrico de 24.600 euros anuales (30.000 dólares). Según este centro el consume medio de un hogar Americano se situa en los 10,656 kWh anuales mientras que la mansión de Al Gore es de 221,000 kWh—más de 20 veces la media nacional. Portavoces del matrimonio Al Gore argumentaron que ya disponían de sistemas de energías renovables y que compran electricidad con certificado de origen que proviene de fuentes renovables.

En ambos casos las acusaciones tratan de intentar desprestigiar la imagen de personajes públicos que lideran determinadas causas que impulsan a adoptar nuevos hábitos o nos sitúan en una posición moral diferente. Sin embargo, los dos casos tienen matices que no pueden escapar a la lectura atenta de la noticia, aunque lo esencial de la cuestión es la misma. El propio Al Gore reconoce que el problema del cambio climático es esencialmente un problema moral. Visto desde este punto cabe esperar que quien defienda ideas morales, aunque sea con instrumentos legislativos pues se adapte a los mismos.
Lo que está claro es que en el caso de la denuncia contra el estilo de vida de Al Gore los datos se han manipulado, porque las 20 veces de consumo energético de más es sin atender que su mansión tiene en realidad 10 veces más respecto a la superficie de una vivienda media (90 m2). Con lo cual en realidad este consumo por metro cuadrado equivalente es tan sólo del doble. Pero también es cierto que la intensidad energética de una vivienda depende del estilo de vida que uno lleve en la misma. Así que queda claro que el Sr. Al Gore no es un apóstol de la ecología (aunque no lo ha sido nunca ni lo será, porqué no se puede ser ex VicePresidente y vivir en el anonimato o la simplicidad vital). Al Gore es esencialmente un gran comunicador (lo era ya como VicePresidente de los EUA) que ha sabido tomar datos de científicos de todo el mundo y poner sobre la mesa una evidencia con la película Una verdad incómoda. Un documento que ha desenmascarado a los lobbies de la indústria fosil que argumentaban que era una patraña orquestada por los ecologistas como proponía el novelista a sueldo Michael Crichton.

No se puede disculpar el estilo de vida comodón que lleva el Sr. Al Gore, pero ahora mismo no tiene responsabilidad política alguna y vive y se le paga como artista del cambio climático. Al fin y al cabo todas las causas necesitan caras famosas, aunque se agradecería que fueran consecuentes con lo que nos ilustran, porqué como el mismo dice el cambio cllimático es un problema que tiene una cuestión  moral en su raiz.

Lo que ya no es aceptable es lo del Sr. Barroso como propietario de una coche 4x4 de gama alta y consumo exacerbado. Este personaje no es un artista como el Sr. Al Gore ahora mismo sino que es el Presidente de la Comisión Europea el cual tiene como misión hacer que se cumpla el Protocolo de Kioto, una ley internacional. Por ello le corresponde proponer medidas entre otras,  como que los vehículos reduzcan las emisiones a 130 g/km en los próximos años (algo que a la industria automovilística no le ha gustado nada). Por tanto, al Presidente de la Comisión Europea si que se le puede acusar que no da ejemplo. El Sr. Barroso, contra todo pronóstico, en lugar de enmendar su conducta le ha puesto mucha cara al asunto y sin empacho ético se ha defendido: “No pretendo ser un ejemplo para nadie y que el enfoque moralista no va conmigo. Dentro de la ley, cada individuo es libre y responsable para elegir su opción”.

Nadie aceptaría en Europa que un dirigente maltratara a su esposa o viceversa y argumentara, como el Sr. Barroso lo hace en la temática ambiental, que “debemos evitar dar certificados individuales de buen comportamiento”. En otras palabras, para el Sr. Barroso el medio ambiente es una pura cuestión de opción personal aunque luego remata “que su papel se limita a proponer medidas y legislación que se apliquen a la economía y las instituciones y que es urgente imponer y asumir colectivamente en lo referente a energía y límites de emisiones para garantizar que las generaciones futuras tengan esas libertades fundamentales, entre otras la de movimiento, la libertad para viajar”.

Definitivamente, el problema ambiental es una cuestión de cultura. Una cultura que no acepta la preservación de lo colectivo por encima de las libertades personales. Y que a diferencia de lo humano, para lo cual está claro que el excederse en la libertad personal es no pisar la de tu semejante, pues en lo ecológico la libertad es sinónimo de gozar a toda costa de lo que el planeta nos ofrece. No importa que sean recursos limitados, no importa que su uso contamine las tierras de las generaciones futuras, no importa que nuestro estilo de vida simplemente ponga en jaque a nuestra descendencia, no importa que la extracción de determinados recursos haga desaparecer pueblos enteros. En esta cultura sin moral socioambiental imperante y origen de todos los males que aquejan al planeta, el Sr. Barroso seguirá conduciendo un 4x4 y proponiendo leyes que pongan límites a les emisiones de los vehículos contaminantes y el Sr. Gore continuará siendo la estrella mediática contra un cambio climático para el cual los que debemos cambiar somos los “otros”. Definitivamente, sin dar ejemplo no se puede avanzar. Con una moral sin ética socioambiental ni las películas oscarizadas del Sr. Gore, ni las leyes más avanzadas conseguirán detener el calentamiento global que ha puesto en jaque a la civilización humana tal y como la  conocemos.




Modificado
09/02/2017

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