Movilización de tiempos de guerra para salvar el medio ambiente y la civilización



Movilización de tiempos de guerra para salvar el medio ambiente y la civilización
Extracto de "Plan B 2.0: Rescuing a Planet Under Stress and a Civilization in Trouble"

Desde el primer Día de la Tierra, hace 36 años, hemos ganado muchas batallas ambientales pero estamos perdiendo la guerra. Nuestra temprana civilización del vigésimo primer siglo está en un camino económico que está destruyendo y distorsionando los sistemas naturales de los cuales depende.


Estatuas de moais en la isla de Pascua


Aviones bombarderos de la s Fuerzas Aliadas durante la II Guerra Mundial


"¿Has intentado realmente ahorrar combustible metiéndote en un Club del Automóvil?"
Cartel de Harold Von Schmidt, 1944

 


Roosevelt en su discurso del State of the Union en 1942 




"Nosotras podemos hacerlo" cartel de J. Howard Miller. Producido por Westinghouse
para la War Production
Co-Ordinating Committee
Fuente: NARA Still Picture Branch

"Mantenlo caliente - No pares de moverte. No malgastes un precioso minuto"
Fuente: NARA Still Picture Branch  

 

Abril, 2006.  Estamos consumiendo recursos renovables más rápidamente de lo que pueden regenerarse. Los bosques se encogen, los prados se están deteriorando, los suelos se están erosionando, los niveles de agua están cayendo y las industrias pesqueras se están derrumbando.

Estamos utilizando el petróleo a una velocidad que nos deja poco tiempo para planificar más allá del pico máximo. Y estamos descargando los gases de efecto invernadero en la atmósfera más rápidamente de lo que la naturaleza puede absorberlos. En consecuencia, la temperatura de la Tierra está aumentando, el hielo se está derritiendo, y el mar se está elevando.

El colapso de las civilizaciones
Nuestra civilización del siglo XXI no es la primera en seguir una trayectoria económica ambientalmente insostenible. Muchas civilizaciones anteriores también se encontraron en un apuro ambiental. Como Jared Diamond destaca en “Collapse: How Societies Choose to Fail or Succeed” (Colapso: Cómo las sociedades eligen fallar o tener éxito), algunas pudieron cambiar su curso y evitar el derrumbe económico. Otras no. Estudia los sitios arqueológicos de los Sumerios, de los Mayas, de los isleños de Pascua, y de otras civilizaciones tempranas que no pudieron hacer los ajustes necesarios a tiempo.

Nuestro futuro también depende de cambiar nuestro curso, cambiar del plan A, negocios como de costumbre, a planear B, reestructurando la economía global. El progreso sostenido depende de cambiar de una economía desechable, basada-en-combustibles-fósiles y centrada-en-el-automóvil, a un economía de reuso/reciclaje, basada-en-energía-renovable y de transporte-diversificado.

La buena noticia es que disponemos de las tecnologías necesarias para construir la nueva economía. Podemos ver la economía del plan B en el emerger de las granjas de viento de Europa Occidental, los tejados solares de Japón, la flota creciente de coches híbridos gasolina-eléctricos en los Estados Unidos, las montañas reforestadas de Corea del Sur, y las calles “bicycle friendly” de Amsterdam (amigas de la bicicleta).

La reestructuración de Estados Unidos durante la IIa Guerra Mundial
La mala noticia es que no tenemos mucho tiempo. Si estudiamos la rápida reestructuración necesaria en la sociedad actual, es a la vez instructivo y motivante mirar los Estados Unidos reestructurándose para la Segunda Guerra Mundial. Inicialmente, Estados Unidos se resisitió a implicarse en la guerra y respondió solamente después de ser atacada directamente en Pearl Harbor el 7 de diciembre de 1941. Pero respondió a eso. Después de un compromiso total, Estados Unidos ayudó a girar la tortilla, liderando las Fuerzas Aliadas a la victoria en tres años y medio.

En su discurso del State of the Union (Estado de la Unión) del 6 de Enero de 1942, un mes después del bombardeo de Pearl Harbor, el presidente Roosevelt anunció los objetivos de producción de los brazos del país. Dijo que los Estados Unidos planeaban producir 45.000 tanques, 60.000 aviones, 20.000 armas antiaéreas, y 6 millones de toneladas de envíos mercantiles.

Nadie habían visto nunca tales números enormes de producción. Pero Roosevelt y sus colegas se dieron cuenta que la mayor concentración de la energía industrial en el mundo en aquella época estaba localizada en la industria del automóvil estadounidense. Incluso durante la Depresión, los Estados Unidos producían 3 millones de coches al año. Después de su discurso del State of the Union, Roosevelt se reunió con los líderes de la industria del automóvil y les dijo que el país confiaba profundamente en ellos para alcanzar estas metas de producción. Inicialmente los fabricantes pretendían continuar haciendo coches y simplemente agregar la producción de armamento. Lo que todavía no sabían era que la venta de automóviles privados pronto sería prohibida. Desde principios de abril de 1942 hasta finales de 1944, durante casi tres años, casi no se producieron coches en Estados Unidos.

Prohibiciones y recortes de consumo
Además de una prohibición en la producción y la venta de los coches para el uso privado, la construcción residencial y de carreteras fue parada, y conducir por placer fue prohibido. Se introdujo también un programa de racionamiento. A principios de 1942 se racionaron bienes estratégicos, -incluyendo neumáticos, gasolina, fuel-oil y azúcar-. El recorte de consumo de estas mercancías liberó recursos materiales para apoyar el esfuerzo de la guerra.

El año 1942 atestiguó el mayor incremento de producción industrial en la historia de la nación - toda para uso militar. Las necesidades de los aviones en  tiempos de guerra eran enormes. Incluían no solamente aviones de combate, bombarderos, y aviones de reconocimiento, sinó también el transporte de las tropas y del cargamento requerido para luchar en una guerra con dos frentes muy distantes. De principios de 1942 a 1944, los Estados Unidos superaron de lejos el objetivo inicial de 60.000 aviones, alcanzando 229.600 aviones, una flota tan extensa que aún hoy en día es difícil de visualizar. Igualmente impresionante, al final de la guerra más de 5.000 barcos se añadieron a los 1.000 que componían la flota mercantil americana en 1939.

En su libro “No Ordinary Time”, Doris Kearns Goodwin describe cómo varias firmas convirtieron su producción en tiempos de guerra. Una fábrica de bujías fue de las primeras en cambiar su producción por ametralladoras. Muy pronto también un fabricante de estufas producía los botes salvavidas. Una fábrica de tiovivos hacía los afustes, una compañía de juguetes fabricaba brújulas, un fabricante de corsés producía las correas de las granadas, y una planta de máquinas del millón (pinballs) comenzó a hacer recubrimientos de blindaje anti-perforante.

La velocidad de reconversión de una economía
En retrospectiva, la velocidad de esta conversión de una economía en tiempos de paz a una economía de tiempos de guerra es impresionante. La potencia de la energía industrial de Estados Unidos inclinó la balanza de forma decisiva hacia las Fuerzas Aliadas, invirtiendo el contexto de la guerra. Alemania y Japón, ya completamente expansionados, no pudieron contrarrestar este esfuerzo. Winston Churchill citaba a menudo a su Ministro de Asuntos Exteriores, Sir Edward Grey: "los Estados Unidos son como una caldera gigante. Una vez que el fuego se enciende, no hay límite a la energía que puede generar."

Esta movilización de recursos en cuestión de meses demuestra que un país y, de hecho, el mundo puede reestructurar su economía rápidamente si se convence de la necesidad de hacerlo. Y en esta movilización, el recurso más escaso de todos es el tiempo. Con el cambio climático, por ejemplo, nos estamos acercando muy rápidamente al punto de no retorno. La tentación es reajustar el reloj, pero no podemos. La Naturaleza es el cronometrador.

El liderazgo político
La cuestión que los gobiernos afrontan es si pueden responder bastante rápidamente para prevenir que las amenazas se conviertan en catástrofes. El mundo tiene escasa experiencia en responder al agotamiento de acuíferos, al aumento de temperaturas, al crecimiento de los desiertos, al derretimiento de los casquillos polares de hielo, y a la reducción de las fuentes de petróleo. Estas tendencias están desafiando totalmente la capacidad de nuestras instituciones y líderes políticos. Y en épocas de crisis, las sociedades tienen a veces un Nerón como líder y a veces un Churchill.

El liderazgo, como el tiempo, es un recurso escaso. La Historia juzga a los líderes políticos según si responden o no a los grandes retos de su tiempo. Para los líderes de hoy, el reto es cómo empujar la economía global hacia una trayectoria ambiental. Necesitamos a un líder político nacional que haga un paso al frente, un Churchill ambiental, para poder reunir al mundo alrededor de este esfuerzo.


Adaptado de los Capítulos 1 y 13 de Lester R. Brown, Plan B 2.0: Rescuing a Planet Under Stress and a Civilization in Trouble (New York: W.W. Norton & Company, 2006).

Lester Brown - Earth Policy Institute
www.earth-policy.org



Modificado
09/02/2017

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