Una creciente oleada de refugiados ambientales

Nuestra civilización de principios del siglo XXI está siendo confinada entre el avance de los desiertos y la subida de los mares. Mesurada por la área de tierra biológicamente productiva que puede suportar la vida humana, la tierra está encogiendo. Las crecientes densidades demográficas, generadas una vez por el crecimiento demográfico, ahora también son avivadas por el avance implacable de desiertos y pronto pueden ser afectadas por la subida prevista del nivel del mar. Mientras el exceso de bombeo agota los acuíferos, millones de personas se ven forzadas a trasladarse en busca del agua.

Los flujos migratorios ya están en curso

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La expansión de los desiertos en África subsahariana está desplazando millones de personas.

La expansión de los desiertos en África subsahariana, principalmente en los países del Sahel, está desplazando millones de personas – forzándolos a desplazarse al sur o a emigrar al norte de África. La conferencia de las Naciones Unidas sobre la desertificación de 2006 en Túnez proyectó que antes de 2020 hasta 60 millones de personas de podrían emigrar de África subsahariana al norte de África y a Europa. Este flujo de nómadas ha estado en curso durante muchos años.

A mediados de octubre de 2003, las autoridades italianas descubrieron un barco que iba rumbo a Italia y que llevaba refugiados de África. Después de ir a la deriva por más de dos semanas y de haberse agotado el combustible, el alimento y el agua, muchos de los pasajeros habían muerto. Al principio tiraron los muertos al agua. Pero llegó a un punto en que los sobrevivientes restantes carecieron de la fuerza para alzar los cuerpos sobre el lado del barco. Los muertos y los vivos compartieron el barco, asemejándose a lo que un salvador describió como “escena del Infierno de Dante.”

Se creyó que los refugiados eran Somalíes que habían embarcado en Libia, pero los sobrevivientes no revelarían su país de origen, a fin de que no les enviasen a casa. No sabemos si eran refugiados políticos, económicos, o ambientales. Estados fallidos como Somalia producen los tres. Sabemos que Somalia es un desastre ecológico, con superpoblación, pastoreo excesivo, y la desertificación resultante que destruye su economía rural.

Quizás el flujo más grande de nómadas somalíes se da hacia Yemen, otro estado que falla. En 2008, una cifra estimada de 50.000 nómadas y solicitantes de asilo llegaron a Yemen, un 70 por ciento más que en 2007. Y durante los primeros tres meses de 2009 el flujo migratorio estaba un 30 por ciento por encima del mismo período en 2008. Estos números simplemente se suman a las presiones ya insostenibles sobre la tierra y los recursos hídricos de Yemen, acelerando su declinación.

“Los kamikazes de la pobreza”
El 30 de abril de 2006, un hombre que pescaba en la costa de Barbados descubrió un barco de 20 pies a la deriva, con los cuerpos de 11 hombres jóvenes a bordo, cuerpos que estaban “prácticamente momificados” por el sol y los aerosoles salados del océano. A medida que el fin se acercaba, un pasajero dejó una nota entre dos cuerpos: “Quisiera enviar mi familia en Basada [Senegal] una suma de dinero. Por favor excúsenme y adiós.” El autor de la nota era, al parecer, de un grupo de 52 personas que habían salido de Senegal el Nochebuena a bordo de un barco con destino a las islas Canarias, un trampolín hacia Europa. Debieron ir a la deriva durante unas 2.000 millas (3219 km), terminando su viaje en el Caribe. Este barco no era único. Durante el primer fin de semana de septiembre de 2006, la policía interceptó barcos de Mauritania con un total registrado de casi 1.200 personas a bordo.

Para ésos que viven en países centroamericanos, incluyendo Honduras, Guatemala, Nicaragua, y El Salvador, México es a menudo la entrada a los Estados Unidos. En 2008, las autoridades mexicanas de inmigración informaron de unas 39.000 detenciones y 89.000 deportaciones.

En la ciudad de Tapachula, en la frontera entre Guatemala y México, los jóvenes en busca de trabajo esperan a lo largo de las vías un tren de carga de velocidad lenta que pase a través de la ciudad rumbo al norte. Algunos consiguen subir al tren. Otros no lo logran. El refugio Jesús El Buen Pastor es el hogar de 25 amputados que perdieron su agarre y cayeron debajo de un tren mientras intentaban subir. Para estos jóvenes, dice Olga Sánchez Martínez, la directora del refugio, éste es el “final de su sueño americano.” Una sacerdotesa local, Flor María Rigoni, llama a los nómadas que intentan subir a los trenes “los kamikazes de la pobreza.”

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Desde 2001, se han encontrado unos 200 cuerpos a lo largo de la frontera de Arizona cada año.

Hoy, los cuerpos que son llevados a las costas en Italia, España y Turquía son un hecho diario, el resultado de actos desesperados de gente desesperada. Y cada día, los mexicanos arriesgan sus vidas en el desierto de Arizona intentando alcanzar trabajo en los Estados Unidos. En promedio, unos 100.000 o más mexicanos dejan las zonas rurales cada año, abandonando parcelas de tierra demasiado pequeñas o erosionadas para ganarse la vida. Se dirigen tanto a las ciudades mexicanas como intentan cruzar ilegalmente a los Estados Unidos. Muchos de los que intentan cruzar el desierto de Arizona fallecen en su calor agotador. Desde 2001, se han encontrado unos 200 cuerpos a lo largo de la frontera de Arizona cada año.

La escasez de agua y el avance de los desiertos controlan las migraciones
Con la mayor parte de los 2400 millones de personas que se agregarán al mundo antes de 2050 llegando en los países donde ya se están agotando los acuíferos, es probable que los refugiados del agua lleguen a ser corrientes. Serán más comunes en las regiones áridas y semiáridas, donde el abastecimiento de agua se está quedando pequeño para las poblaciones y se están hundiendo en una pobreza hidrológica. Las aldeas en el noroeste de la India están siendo abandonadas a medida que se agotan los acuíferos y la gente no puede encontrar más agua. Millones de aldeanos en la China norteña y occidental y en partes de México pueden tener que desplazarse debido a una falta del agua.

El avance de los desiertos están confinando las poblaciones, que crecen, en un área geográfica cada vez más pequeña. Considerando que el Dust Bowl de los EE.UU. desplazó 3 millones de personas, el avance del desierto en las provincias del Dust Bowl de China podría desplazar decenas de millones.

África también está haciendo frente a este problema. El desierto del Sahara está empujando las poblaciones de Marruecos, de Túnez, y de Argelia hacia el norte, hacia el Mediterráneo. En un esfuerzo desesperado para gestionar la sequía y la desertificación, Marruecos está reestructurando geográficamente su agricultura, substituyendo el grano por huertas y viñedos que necesiten menos agua.

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En las regiones áridas y semiáridas el abastecimiento de agua se está quedando pequeño para las poblaciones y se están hundiendo en una pobreza hidrológica.

En Irán, aldeas abandonadas debido a la extensión de desiertos o a una carencia de agua ya se encuentran por millares. En la vecindad de Damavand, una pequeña ciudad a una hora conduciendo de Tehran, 88 aldeas han sido abandonadas. Y a medida que el desierto asume el control en Nigeria, los granjeros y los pastores se ven forzados a desplazarse, quedando confinados en un área de tierra productiva cada vez más pequeña. Los refugiados de la desertificación terminan a menudo en las ciudades, muchos en asentamientos ocupas. Otros emigran al extranjero.

En América latina, los desiertos se están expandiendo y forzando a la gente a moverse en Brasil y México. En Brasil, unos 66 millones de hectáreas de tierra son afectados, la mayor parte concentradas en el noreste del país. En México, con una parte mucho más grande de tierra árida y semiárida, la degradación de las tierras de cultivo ahora se extiende sobre 59 millones de hectáreas.

Un futuro próximo poco esperanzador: la subida del nivel del mar
Mientras que la extensión de los desiertos y las escasez de agua están desplazando a millones de gente, la subida de los mares promete desplazar números mucho mayores en el futuro, dada la concentración de la población mundial en ciudades costeras y deltas arroceros. Los números finalmente podrían alcanzar los centenares de millones, ofreciendo otra razón importante para estabilizar tanto el clima como la población.

Al final, el asunto de la subida de los mares es si los gobiernos son lo bastante fuertes para soportar la tensión política y económica de reubicar a una gran cantidad de gente mientras se sufren grandes pérdidas de casas y de instalaciones industriales en las costas.

Durante este siglo debemos ocuparnos de los efectos de las tendencias -rápido crecimiento demográfico, avance de los desiertos, y subida del nivel del mar - que pusimos en marcha durante el siglo pasado. Nuestra opción es simple: invertir estas tendencias o arriesgarnos a ser abrumados por ellas.

22 de octubre de 2009, Lester R. Brown, actualizaciones del Plan B, traducción con permiso de Earth Policy Institute. Lester R. Brown es el presidente del Earth Policy Institute y autor del " Plan B 4.0: Mobilizing to Save Civilization."

 

Modificado
09/02/2017

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