Conducción económica con menos gases




Conducción económica con menos gases ##fechadiario##





1. Vehículo de prácticas para el cursillo de conduccion económica
2. Display del consumo de carburante en un coche
3. La mejor opción ecológica y económica es combinar la bicicleta plegable con los transportes públicos.

No basta con sentir la ecología, hay que practicarla. Aunque mi movilidad mayormente es en bicicleta y transportes colectivos, a veces hay que echarle la mano al coche. Ya me he documentado bastante en conducción con menos gases, pero enterado de que se hacen unos cursos de conducción económica por parte del Real Automóvil Club de Cataluña con subvención del Instituto para la Diversidad y el Ahorro Energético  y me he apuntao. Son tres horillas en que por grupos de 4 personas primero se hace un recorrido urbano tal como uno conduce, luego te dan algunos consejillos y finalmente otra vuelta para practicar lo aprendido. La verdad es que de entrada uno como que lo ve con algo de escepticismo, sino fuera por que los ordenadores de abordo no mienten. En fin que al final los resultados me han dejao helao (a pesar del calorcillo ambiental).

Lo primero es recordar que del 100 % de la gasolina de consume un coche un 62 % se vaporiza por pérdidas del motor, que un 17 % lo hace en el ralentí (de 0,4 a 0,7 litros hora) y sólo un 15,5 % se transforma en energía para mover las ruedas del vehículo. O sea que ya que nos movemos con máquinas tan ineficientes como mínimo que por nuestra actitud y por falta de técnica no la desaprovechemos todavía más. En los coches modernos sin carburador al ponerlos en marcha no hay que calentar el motor puesto que se regulan electrónicamente. También es conveniente pisemos el embrague para ponerlo en marcha. En realidad, en el coche de prácticas de este cursillo para ponerlo en marcha uno aprieta un botón pero hay que tener pisado el embrague ya que de este modo el motor de arranque no tiene que mover nada de la caja de cambio y permite el lubricado desde el inicio.

De todas maneras el meollo de la cuestión para ahorrar está claro que va de revoluciones. En un motor de gasolina se debería cambiar de marcha entre las 2.000 y las 2.500 revoluciones y en uno de gasóleo entre 1.500 y 2.000. Eso puede realizarse porqué los coches de inyección (la totalidad de los modernos) lo permite sin perder eficacia. Así las cosas a 10 km/h hay que poner ya la segunda, a 30 km/h la tercera, a 40 km/h la cuarta y a 50 km/h ya podríamos poner la quinta marcha y de este modo nos mantenemos en una buena conducción. A la vez, el uso de marchas largas da algo más de velocidad al vehículo con lo que con la propia marcha en bajadilla no hay ni que apretar el acelerador. Los aceleradores son muy sensibles y inyectan gasolina a la mínima que los tocamos. Además, lo suyo es llegar al semáforo con previsión y de esta forma con el coche embragado y sin acelerar a penas se consume. Otro dato importante es que el consumo crece con el cuadrado de la velocidad. Pero lo alucinante es que resulta que mientras  no se mantenga pisado el acelerador y con la marcha engranada a una velocidad superior a 20 km/h el consumo de carburante es nulo. Así que ojo con el punto muerto puesto que es un error muy común. Mantener la marcha engranada hasta llegar al semáforo y sólo detenido poner el punto muerto para que no se cale.  

Con estos consejillos los participantes en la sesión hemos podido comprobar que se consiguen ahorros del 30 al 40 %. Pero veamos lo que sucedió. En la primera vuelta yo que tenía cierta ventajilla pero sin técnica me he dado una vuelta a un velocidad media en circuito urbano de 13,1 km/h (con la bici, tengo una media de 18 km/h y sin generar gases con efecto invernadero) y un consumo de 10,6 litros en un Renault Megane. En la segunda vuelta el tráfico era peor y la velocidad se ha reducido a 12,5 km/h pero mi consumo ha bajado a 6,7 km/h (el record de la tarde) o sea una reducción del 37 %. Aplicando esta técnica de conducción económica con una media anual de 20.000 km el ahorro de media de los participantes a la sesión habría sido de 764 euros por cabeza. Y se empezamos a hacer números resulta que aquello de que los pequeños cambios son poderosos toma forma en mayúsculas. En Cataluña hay 3,3 millones de coches que consumen un 3 % de la energía primaria y producen unos 2 millones de toneladas de CO2. Aplicando la conducción económica se pueden ahorrar una media anual de 240 litros de sucio petróleo por vehículo que corresponden a 580 kg de CO2.

Así que a recordar y aplicar el uso de marchas largas sobre un mínimo de revoluciones del motor como hemos comentado puesto que el consumo de carburante es menor. Cuando mayor sea la cilindrada del vehículo, el circular con una marcha más larga supone un mayor impacto en la reducción de consumo. Otro concepto importante es el del par motor  o sea en la energía que lleva el motor al girar las ruedas. Así hay que frenar aprovechando la propia resistencia del motor. A la hora de frenar lo suyo es levantar el pie del acelerador, dejar que el coche ruede con por su propia inercia con la marcha engranada y situar el pie sobre el pedal del freno y efectuar las correcciones para ajustar la velocidad. De esta manera se experimenta una frenada progresiva con un menor desgasta del embrague y de la caja de cambios a la vez que un menor consumo de carburante. Como que no se reduce la marcha se evita pasar por el punto muerte en el cual el consumo no es nulo (motor al ralentí). En los cambios automáticos hay modelos en los cuales se puede escoger una selección de conducción económica (ECO), pero todavía están poco implantados en nuestro país.

A mi ya me han dado un diplomilla en conducción económica pero lo mejor de la sesión ha sido comprobar como con algo de técnica pero también de actitud puede conducirse ahorrando carburante y por tanto de emisiones tóxicas. Además rodar con baja revolución incide positivamente en la reducción del ruido. Un coche a 4.000 revoluciones hace tanto ruido como 32 vehículos a 2.000 revoluciones. Además un estilo de conducción económica está impregnada de tranquilidad por lo que se evita el estado de estrés producido por el tránsito en las ciudades. Si no puedes acceder a este cursillo, el manual de conducción editado por el IDAE lo tienes aquí. Con su lectura te pones a tono. También la Dirección General de Tráfico realizó un reportaje que puede interesarte.

Está claro que a la velocidad media del transitar en coche por una ciudad no compensa el impacto ambiental en contaminación y ruido. La bicicleta y los transportes colectivos son la solución a la movilidad urbana y con la bicicleta plegable se combinan ambos sistemas de movilidad. De todos modos, con esta lección que he aprendido que os traslado aquí para que la cuentes al vecino sobre esto de la conducción económica la puedes complementar con la publicación del IDAE que os podéis descargar de internet y así apuntaros al club de rodar con menos emisiones. Para que luego no digan que no hay estilos más ecológicos… Sólo falta practicar. Anímate y practica la conducción económica, aunque recuerda que la más económica es pedalear, andar o tomar el metro o el bus…



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Modificado
09/02/2017

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