Cuentas anuales de un ecologista

Uno llega al final de un año y se abre al alba de un nuevo. Sólo me viene un frase del investigador de la conciencia, Daniel Lumera quien para el 2012 deseaba a todas/os: Qué cada día sea el último y el primero, más allá del principio y del fin, de los deseos y de las esperanzas, para siempre plenamente presentes en Ti mismo. Que éste sea tu 2012. Plenamente presente es lo que me lleva a analizar mi vida de “consumidor” a lo largo del año que dejamos (excepto en comida) lo cual es un ejercicio que ya llevo unos años realizando. Esta contabilidad ambiental anual que os comparto me permite ser más consciente de la huella que uno deja en este Ser Vivo que nos acoge: la Tierra.

No es fácil vivir en armonía planetaria en las ciudades pero podemos ser conscientes de todo lo que la Tierra nos pone a disposición cada día, empezando por la generosa luz solar que filtra.

Vivir en un barrio humilde de la ciudad, aunque mi hogar es un edificio construido hace sólo diez años; que sea una vivenda nueva es casi un lujo. Sin embargo, este adolece de todos los defectos del boom constructivo: falta de aislamiento térmico y acústico, tuberías de agua sin aislar, etc. Para reducir el gasto energético del mismo me exige vivir de forma espartana abrigado con forro polar en invierno y sudar en verano (a favor tiene que contribuye a mantener la vitalidad fisiológica). Este estilo de vivir y que los pocos días de calor del verano 2011 estuve en los Pirineos me permitió bajar mi consumo eléctrico a 508 kWh y todos estos kilowatios fueron limpios ya que fueron suministrados nuevamente con electricidad verde y por tanto 100 % renovables con 0 de emisiones con efecto invernadero y 0 becquerels de radioactividad. El consumo de agua lo mantuve en 13 metros cúbicos al igual que el año pasado. El agua caliente sanitaria fue aportada por mi equipo solar termosifónico que un año más funcionó de maravilla en más del 70 % del año con la energía acumulada suministrando agua por encima de los 50 ºC. Dejo fuera de estas cuentas mis consumos en agua, recursos energéticos y materiales por mi actividad profesional.

Cada kilómetro recorrido con una bicicleta son emisiones que ahorramos, salud para el ciclista y aire limpio para las ciudades.

Mi quehacer diario me llevó a recorrer por las calles de Barcelona con mi citybike Fetama, pues 2.362 km. Además en septiembre esta bicicleta marcó el kilómetro 15.000. Una bicicleta que gracias al mantenimiento preventivo que le hacen en el taller me da total fiabilidad en mi circulación urbana diaria. Luego, debo añadir a estos kilómetros los de mis salidas ciclistas de ocio, pero estas se limitaron a 452 km repartidos en la bici plegable y de cicloturismo. En total mi pedaleo anual ha sido de 2.814 km entre vías urbanas y rurales. Para traslados de trastos y otros menesteres en los que no es posible con la bici en el ámbito urbano utilicé el carsharing en cuatro ocasiones recorriendo 138 km con dos vehículos de la flota que emiten 106 g de CO2 y 119 g por km respectivamente. Esto ocasionó unas emisiones de 17 kg en total.

Lo destacable de este año han sido mis vacaciones que fueron planificadas recorriendo diversas ciudades de la península ibérica y esto me llevó a recorrer 3.500 km en trenes de largo recorrido y 583 km en auto de alquiler. Luego, varios fines de semana por una relación humana efímera realicé otros 3.000 km. Por temas formativos tomé cuatro veces el avión y sume otros 2800 km y para un recuentro con amigos un viaje en barco de 500 km. En total, las emisiones de todos estos desplazamientos fueron de 1,6 toneladas de CO2. De todas las experiencias vitales en el ámbito del ocio destaco mi participación en la experiencia de la fluviofelicidad por el río Ebro. Compensar esto con el método “pago y me olvido” a coste oficial serian (y me quedo en la media alta de 15 euros tonelada, en estas fechas está a 7,06 euros de media) me costaría 24 euros. Como no voy a discutir los métodos de compensación de emisiones he donado a dos fundaciones ambientales más de 500 euros, o sea que multiplico por 20 el precio oficial de compensación.

La piragua es como la bicicleta para los caminos del agua con la que se avanza como si del ritmo del aleteo de una mariposa se tratara.

En cultura, o sea libros y DVDs me compré por valor de casi 11 kg (menos que en el ejercicio anterior) eso suma una huella ecológica de algo más de una hectárea. Mis películas favoritas del 2011que me degusté en el cine fueron Into eternity sobre el cementerio nuclear de Onkalo en Finlandia, la demoledora crítica del capitalismo salvaje de Inside Job y la sorprendente obra de Mike Cahill (2011) Otra Tierra; destaco de mi actividad cinéfila haber podido asistir a la presentación del nuevo documental del Biciclown, La Sonrisa del nómada.

Por lo demás como productos de higiene y limpieza fueron siempre con etiqueta ecológica. No adquirí ningún electrodoméstico o aparato electrónico. Mi teléfono móvil, un Nokia 6111 ya suma casi cinco años de vida conmigo. A mi alrededor predominan los smartphones, pero de momento me resisto. Desde que me quedé en el 2010 sin mi viejo portátil iBook de Apple he andado con aparatos de segunda mano. Lamentablemente, una sobretensión por un fallo en un transformador de ENDESA en mi calle el día 5 de setiembre fundió literalmente mi bomba de calor invertir de última generación. La reparación de la misma generó 3 kg de “basura electrónica” y todavía no me han resarcido por los daños causados. Yo tuve suerte porque la nevera (el otro aparato que estava enchufado en aquel moment), aparato que se fundió en el resto de los hogares del edifico, la salvé gracias a tenerla conectada a un viejo smartmetter. Este aparatito (de unos 20 euros de coste a precio actual) se calcinó, pero salvó mi vieja nevera de clase A de 18 años.

Mi smartmetter absolutamente fundido por culpa de una sobretensión de 380 voltios. Su electrocución salvó mi vieja nevera de clase A, una de las primeras que llegaron a España en el 1994 procedentes de Dinamarca de la mano de Ecoserveis.

Como ya es habitual mi aporte continuado de enseres reciclables al Punto Verde de barrio me comportó una bonificación de 6,70 euros sobre la tasa de residuos en la factura del agua que es donde se gestiona la tasa de residuos metropolitanos. El papel depositado en los contenedores de la recogida selectiva se ha reducido hasta los 110 kg al año (ya que durante el 2011 leí un diario de menor gramaje que el 2010). La basura no reciclable la he reducido drásticamente a menos de 50 kg al año. Claro que debo advertir que habitualmente estoy comiendo fuera de casa.

En mis cuentas de participación ambiental debo contemplar mi participación en energía solar fotovoltaica en la Ola Solar del Mercat del Carmel, la cual en el ejercicio 2011 me corresponden unos 172,36 kWh/año, o sea que he evitado al menos 69,04 kg/CO2.

El 2011 fue el año de la aparición del movimiento de los Indignados pero también del giro radical en toda Europa hacia las políticas de derecha y bajo las directrices del poder financiero que se ha adueñado de nuestra sociedad civil. Así que como dice Hessel, sólo nos queda comprometernos y de eso va este blog y estas cuentas anuales en particular.

 

Modificado
09/02/2017

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