De paso por la estacion prohibida




De paso por la "estación prohibida"
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1. Andenes vacios con un "pato" de Talgo aparcado en la estación prohibida de Lleida-Pirineos
2. Interior del automotor casi vacio, con desaprensivo ensuciando las butacas con destino Balaguer
3. El viejo automotor aparcado en Balaguer.
Estimado lector, sustituye este tren automotor por una locomotora a vapor y será como entrar en un Western ibérico

Este no ha sido un año fantástico como habréis podido comprobar los lectores de este diario que ha quedado tirao a la cuneta por un exceso de trabajo. De todas maneras prometo enmendarlo a la vuelta de vacaciones. El merecido descanso no será ni en un viaje intercontinental, ni en un crucero de placer o una playas de ensueño. Prefiero un descanso alternativo más saludable para el espíritu y agradable para el corazón. Podría haber escogido alguno de esos campos de trabajo solidarios colaborando en proyectos de cooperación, campos de trabajo ecológicos, ecoturismo, etc. Este verano he elegido  asistir a un campo-taller de convivencia y aprendizaje en la bioconstrucción y la vida sostenible. Será un mes de trabajo combinado con talleres variados sobre como avanzar en la vida simple en un lugar perdido de la provincia de Lleida. Ya comentaré de su evolución.

Una vez más como todo inicio en un viaje cuyo objetivo es aprender sobre la vida sostenible debía empezar con tren y el apoyo de la bici plegable. Tomo un tren Regional-Exprés que me lleva de Barcelona a Lleida y de ahí otro hasta Balaguer desde donde con la bici y un pedaleo comodón me acerco en menos de una hora al lugar de destino.

El viaje en tren convencional es siempre una gozada. El trayecto de Barcelona a Lleida se hace a través de Tarragona y Reus y atravesando la angustura de la La Riba por el que el tren se cuelga por un rato de la montaña para luego adentrarse poco a poco a la planicie de Lleida. Aprovecho para leer relajado y asomarme por este escenario paisajístico variado. En tres horas el tren habrá agotado los menos de 200 km por el que he pagado 9,75 euros. La otra alternativa era tomar un Altaria, esos trenes Talgo que pretenden emular a la alta velocidad que por el momento sólo está disponible en baja velocidad de Lleida a Madrid (dicen que llegará a Barcelona hacia el 2008, pero ni de coña a  los 350 km/h prometidos). Pero, de momento, entre Barcelona y Lleida uno puede pagar el doble del precio pero, eso sí, uno se mete no en la modernidad sino en el elitismo absurdo.

El tren Regional-Expres (lo que hacen los nombres!!) entra en la llamada estación de Lleida-Pirineos (los Pirineos están a más de 150 km de esta capital, pero el marketing es el marketing). La majestuosa markesina da cobijo al mundo AVE todavía gestándose y de hecho toda la estación se ha diseñado para mayor gloría de este engendro que nunca nacerá verá luz de los 350 km. Por ahora, los expertos más lisonjeros aseguran que no volará a más de 250 km y no será un competencia para el negociazo del Puente Aéreo Madrid-Barcelona (tan amigo del Protocolo de Kioto). De todas maneras, Grandes Líneas Renfe ha convertido la estación de Lleida-Pirineos en su particular feudo donde los demás trenes son casi una molestia al fasto de un AVE que da risa incluso siendo feto. Para que se note tanta congruencia esta estación dispone de un pésimo servicio ferroviario convencional. Sólo los Talgo-Altaria parece que tienen derecho de pernada para circular entre Barcelona y Lleida. Talgo y Renfe mantienen un feliz matrimonio  contra todo tren y exhiben sus miserias en el “pato” o modelo de AVE diseñado por Talgo aparacado en el andén más cercano a la jaula de cristal de la estación prohibida de Lleida-Pirineos.

Esta estación de tren, imaginada como símbolo del renacer de Lleida ha sido ampliamente fotografíada en los medios de prensa puesto que fue el inicio de las vergüenzas del  prometido trayecto AVE veloz. En fin, que también a mi me apetecía llevarme un recuerdo de tan singular bódrio ferroviario. Por suerte pude tomar la instantánea de la estación vacía hacia las 16 horas antes que un energúmeno de las SS (Sevicio de Seguridad) se lanzara sobre mi cual terrorista preparando su atentado y advirtiéndome la prohibición de tomar fotos de nada. Lo mando a freír espárragos, aunque guardo la cámara para evitar un altercado y no perder el viejo y cuchumbroso automotor que me llevará de la majestuosa Lleida-Pirineos a la abandonada y tercer mundista Balaguer (todo un contraste en menos de 30 km). Claro que mis aventurillas en esta estación ya habían empezado cuando me dirigía a abordar una de las tres ventanillas con amargadas empleadas y sin viajeros que las molestaran. Uno piensa que lo lógico es cuando las taquillas están vacías es simplemente dirigirse a una de ellas, pero no. Me conminan a tomar “mi turno” y me advierte que ya veré por el display quien me atiende (no todas pueden sacar todo tipo de billetes!!). Alucino cochinillos. Le pido el billete de ida y vuelta que cuesta poco más de 2 euros y casi me lo echan en la nariz por hacerlas trabajar por tan miserable billete y no adquirir un billete de Grandes Líneas (la dueña feudal del lugar). Curiosamente no hay máquinas expendedoras ni terminales como en otras estaciones de tren convencionales. Aquí la modernidad va calzada de rancio feudalismo. AVE  AVE!!

El acceso a las vías es deplorable. Los trenes “regionales” están aparcados lo más lejos del hall, aunque la estación esté vacía, o sea en las vías más alejadas de la entrada. Anuncian su vía de salida sólo por una maltrecha megafonía, menos de 5 minutos antes de su partida. En el display horario aparece la hora pero no la vía de salida (parece que les da vergüenza que no tengan más "patos" en el corral).  En fin, que más fijarse en los lugareños o pierdes el tren puesto que del hall a la vía de salida casi se tardan 5 minutos con fardos. Todo es “seguridad”, un bonito ejemplo de una estación del anunciado “mundo feliz”. Así que llego al tren dos minutos antes de su partida y con el tiempo justo de subir los fardos y la bicicleta antes de tomar la instantánea de la “estación prohibida” (incluso en Pekin dejan sacar instántaneas al turista que toma el transiberiano). De fotografiar el vetusto tren también me advierten que ni de coña, que se precisa un permiso de la autoridad ferroviaria. Está claro que los dirigentes de esta estación feudal son como los padres de hijas adolescentes que ven a todos los “machos” como potenciales violadores de las mismas y que si pudieran los castrarían a todos para evitar problemas a sus hijillas amadas.

Por suerte el automotor apestando de fuel se lanza por la vieja vía que por el momento muere en Balaguer a espera que la Generalitat renueve el tramo hasta la Pobla de Segur que le fue cedido por Renfe hace unos meses por imperativo político. Renfe ya no es la empresa de servicio público que la ministra Mercé Sala hace años transformó en moderna y casi modélica. En los últimos 8 años de gobierno conservador se ha convertido en algo que prefiero no argumentar por depasar el objetivo de este diario. Sin embargo, Lleida-Pirineos, la estación prohibida es una catedral férrea digna de ser visitada porque en ella se concentran todas las incongruencias que un ferrocarril del siglo XXI debería haber superado. Resulta gracioso, por no decir trágico, que mientras otras capitales catalanas tienen un servicio ferroviario aceptable Lleida-Pirineos ha sido todo lo contrario con la llegada del AVE. Sirva pues de advertencia de cómo la alta velocidad fagocita el verdadero espíritu “popular” del tren para convertirlo en un transporte elitista. Por suerte, en Balaguer uno es libre y si comparo los 30 minutos por 30 km de recorrido uno aprecia que el viejo automotor lleva la velocidad de crucero de los trenes regionales entre Barcelona y Lleida. Me río por no llorar.

La moraleja de mi paso por la “estación prohibida" de Lleida-Pirineos es que estemos atentos a lo que la privatización del servicio ferroviario puede traer. Por reducir el tiempo de viaje en sólo un 30 % el billete vale el doble; el acceso al tren es peliculero en cuanto a medidas de "seguridad" y no se os ocurra llevaros según que equipaje, porque os apean del tren. El AVE y los Altaria son para las corbatas y los tacones finos. No hay duda amigos, Lleida-Pirineos es un buen ejemplo de lo que la privatización del tren va a conseguir.

En fin, empiezo a pedalear al lado de la vía abandonada del tren interrumpido con destino a La Pobla de Segur que se atenderá con material de segunda mano según leo en un periódico local en un bar de Balaguer antes de partir con mi bici.

Y mientras ya el viejo automotor va quedando lejos me imagino que cuando la alta velocidad llegue a Barcelona seguramente a la estación de Reus la rebautizarán como Reus-Puerta de la Aventura, a la de Tarragona como Tarragona-Costa Daurada o a la de Barcelona-Sants como Barcelona-Gaudi City…

Continuo pedaleando y me queda claro que necesitaba vacaciones. Ahora todas mis energías serán para la bioconstrucción y la vida sostenible, algo más útil para olvidar por unos días tanta estupidez…  



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Modificado
09/02/2017

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