Viaje épico a Madrid, con bicitortazo incluido (II)




Viaje épico a Madrid, con bicitortazo incluído (II)
##fechadiario##
La familia agritectos
Por fin llega un servicio inteligente
El corazón de Biocultura
Activistas de Gp con nobel científico y noble demanda.
La gente del Alto Atlas, amigos de Global Nature


Parte I

Despertarme en la finca de Agritectura, con el fresco de la mañana, el rumor de lo vivo y la humeante tisana con sus vapores llegándome ha sido como un obsequio extraordinario para un compareciente ciclista urbano, suerte la mia. La visión perfecta, por lo tanto el ojo a la virulé no es grave, el dedillo torcido se las trae, los golpecillos varios se sienten, pero la energía del sol que llega compensa todo.

Camilo me cuenta su investigación en curso sobre el tratamiento de las depuraciones humanas arrastradas con agua, o lo que es lo mismo, un water de los conocidos en un entorno lleno de vida vegetal y microorganismos. No lo tiene claro, pero en un lugar donde se han probado -y en la actualidad uno esta a pleno rendimiento- los servicios composteros, indagar e innovar en tecnologías apropiadas es algo que ocurre continuadamente, con sus éxitos y sus pequeños fracasos, como toda obra humana digna.

He anulado la bajada al segundo día de la jornada sobre la Huella Ecológica en España, me espero a poder visionar desde el web de la Fundación Biodiversidad los documentos presentados (un auténtico obsequio de cultura social ya disponible, no te pierdas las lecciones magistrales) sobre el indicador estrella de la moral humana sobre el planeta. Y desde el web del decrecimento me he ojeado algunas reflexiones y no puedo dejar de recomendar el Simplicidad Radical.

Mientras voy sintiendo cómo el cuerpo frágil me avisa sobre dónde tengo puntos sensibles después del golpe, los colegas me recuerdan y facilitan la dosis apropiada de bolitas homeopáticas de Árnica Montana mientras comentamos el primer robo en el lugar -el otro día, de la sierra eléctrica y el grupo generador- y en un rato decido desplazarme a Fresnedillas, en busca de un lugar donde se cuecen cosas, te lo cuento en el siguiente diario.

Y del paraíso hay que salir para circular rumbo a otros, y sobre mi bici, por cierto como si no hubiese pasao nada, cabalgo dándole a los pedales rumbo a la estación de Renfe de Zarzalejo, por una pista agradable y con amenaza ambiental de lluvia dudosa pero posible.

La tarde se presenta movida y he decidido echar mano de la consigna en Chamartín para cambiar las dos ruedas por el metro. Una vez en el andén y atento a la gran pantalla de proyección, me veo la noticia de que Biocultura -la feria decana de la cultura ecológica y el consumo responsable- llega pronto a la ciudad, a finales de noviembre. Será difícil que no asista a sus actividades y a tomarle la temperatura al sector de la economía de las cosas mejor hechas. Aquí tienes el programa de actividades en pdf, si vengo yo no me pierdo asistir a la clase para niños de la cocinera del Mamaterra y será difícil también que no asista a la charleta de ese binomio de activistas que se les ha metido en la cabeza fomentar el yo cambio para cambiar el mundo.

Me entero de una novedad del día, la noticia gira entorno a diversos puntos distribuidos en estaciones urbanas de Renfe, donde un elegante revistero permite dejar la prensa gratuita y también de pago, por qué no, para que otros viajeros puedan echarle mano al ojeo de la donación. Estupenda medida para darle valor a valiosos recursos que trasmiten nuestro complejo acontecer, con mayor o menor acierto. Y bueno, en una taquilla me encuentro con el mapa del anillo verde ciclista de Madrid y, aunque no es el mejor momento para mí de pensar en recorrer sus 65 km, a los que le quedan pocos para cerrar el aro, me lo disfruto sobre el papel; aquí puedes hacerlo sobre la pantalla. Chapó biciluchadores de la ciudad, el éxito de la obra es para Pelalibre y toda la ciudadanía que le ha sacado a la gobernanza un espacio para la paz urbana.

Mira por dónde que casi piso uno de estos periódicos con el titular del momento, sobre cómo un primo le dice a otro primo que lo del cambio climático es un cuento. El primo informado me parece que la ha cagado, y me alegro.

Mientras me muevo me llama un colega para decirme que qué hacemos con el apagón masivo del próximo día 15 de noviembre, le digo que por lo menos lo anuncio en este lugar y que pensemos qué hacer además de apagarlo todo durante 5 minutos para hacernos ver con luminosa brillantez reivindicadora.

Como soy socio de una organización que tiene el verde como color y la paz global con el planeta como objetivo, me he apuntao a un training solar sobre cocinas solares que echarán vapor al aire sin tirar CO2, preparando viandas y hasta una paella en la próxima reunión de los nobeles del IPCC en Valencia. Estate atento a esa semana de alta intensidad para la revolución renovable y la cordura ante el cambio del clima. Sigue la información en el web de Greenpeace y no te pierdas las tisanas solares que estimulan la sostenibilidad

Antes de coger el tren me acerco a ver a un colega del alma que acababa de verse un documental ciertamente interesante, el Manolo no está solo que emitió el Escarabajo Verde de TVE, ese ejemplar al servicio de la cultura ambiental que ahora echan los domingos por la mañana en la segunda, compitiendo con los programas que más fomentan el cambio climático (ruidosas carreras de máquinas hacia ninguna parte) y también con los confesionales y sus misas de ese día. El documental trata sobre un montón de activistas que trabajan con su acontecer diario por modelos de vida más sostenibles; mira por donde, alguien lo ha colocado a disposición aquí.

Ya en la estación, tengo un rato para echar mano del correo-e y me entero de que es muy probable que en breve un montón de cocinas solares (soy adicto a ellas) se manden a lugares remotos de Marruecos en un proyecto de cooperación para el desarrollo de la Fundación Global Nature, y mira mi suerte que me ofrecen la posibilidad de conocer el proyecto y opinar sobre ello. Sólo veo espejos de esperanza mientras los franceses les venden nucleares.

La nueva etapa de El País me sorprende, cada día que me lo ojeo vía web o en los viajes que me lo disfruto en versión papel. Nada más llegar a la estación a la búsqueda del Estrella le hecho mano, y me entero de que el Al Gore se prepara para formar a su ejército de combatientes climáticos en Sevilla, oleee nene, ser un estratega político al servicio del más emocionante reto planetario es loable a pesar de los manguis que no tienen ningún interés por ello.

Levanto la vista para identificar la vía de salida y como perplejo leo en el lugar la palabra anulado, pitando llego a atención al cliente y me dicen que la vía se ha roto en algún lugar entre tarragona y BCN y que hasta nuevo aviso no hay tren y sí hay autobús. Mi mente y mi cuerpo se miran y se dicen, joer, hoy precisamente que necesito como nunca la horizontal después de un épico viaje con bicitortazo, resulta que la posición más lograda será la del cuatro.

En un autocar caduco con más de un pitido en la autopista, un buen hombre conductor ilegal por 9 horas de servicio, unos japoneses mosqueaos a tope, y una reclamación en Sants Estación no para quejarme del tren, eso nunca, sino de los humanos que no saben hacer las cosas con elegancia. En fin.

Luego sólo he pensao en llegar a casa, ponerme las zapatillas, sentarme en el sofá y decir, s'acabó, tranquilidad, ya no puede pasar nada raro, descansa...



¿Por qué este diario?



Modificado
09/02/2017

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