Entrelobos, la naturaleza por sociedad

Entrelobos es una película de ficción basado en un hecho real: la extraordinaria historia de Marcos Rodríguez Pantoja, nacido en el norte de la provincia de Córdoba en 1946, en pleno corazón de Sierra Morena. Una historia que para su protagonista, Marcos empieza a los siete años cuando fue entregado por su padre a un cabrero para que cuidara el rebaño en un perdido valle de Sierra Morena (hoy aquellos parajes son parte del Parque Natural de la Sierra de Cardeña y Montoro). Sin embargo, al poco tiempo el cabrero murió y Marcos se quedó solo y completamente aislado. Durante los siguientes doce años permaneció en el monte -de 1954 a 1965- sin contacto alguno con otros humanos, vivió junto a una manada de lobos y sus amigos eran un hurón y un búho. El film es también un homenaje a la vida de este humilde hombre que según él mismo reconoce que durante su vida en Sierra Morena: “Yo era el rey del valle”. Marcos nunca consiguió adaptarse a la sociedad, a sus 65 años su sueño sigue siendo volver a vivir… entre lobos. Para el ámbito escolar, la productora ha elaborado un detallado dossier pedagógico destinado a los docentes (11 Mb).


Más que una película, una historia real y una novela literaria

zoom

Guión y Dirección: Gerardo Oliveras
Actores: Juan José Ballesta, Manuel Camacho, Sancho Gracia, Carlos Bardem, Alex Brendemühl, Eduardo Gómez
Director de Fotografía: Óscar Durán
Música: Klaus Badelt
Director Unidad Naturaleza: Joaquín Gutiérrez Acha
País: España
Género: Aventura
Año: 2010
Duración:114 minutos
Distribución: Wanda Vision

Marcos, el niño salvaje, fue descubierto y reincorporado a la vida de los humanos en 1965, cuando ya tenía 19 años. Así que su historia quedó en parte olvidada en un país gobernado por una dictadura en la que los sagrados valores de dios, patria y consumo no admitían que la "naturaleza" pudiera dar cobijo a un niño abandonado y ser su tutor. Un "libro de la selva", un mowgli español no cabía en la cabeza de la jerarquía al mando. Así que la historia simplemente pasó al olvido. Pero lo que no se interrumpió fue la vida de este joven "cazado" por la Guardia Civil al que se debía insertar en la sociedad. En realidad aquel hombre nunca se adaptó a la vida en sociedad pero, sobrevivir es un poderoso instinto que le empujó a tener la vida humilde durante más de cuarenta años. Entre sus trabajos, en los años sesenta y setenta llegó a Mallorca como tantos inmigrantes persiguiendo el boom turístico. En Palma de Mallorca, Marcos hacía trabajos en casa de un amigo del antropólogo y escritor Gabriel Janer Manila. Este se interesó por su historia y en 1975, el escritor que era especialista en antropología en la Universidad de Plama elaboró su tesis doctoral (La problemática educativa de los niños selváticos. El caso Marcos) en el cual se analizaban otros casos de niños y niñas criados en estado salvaje. Treinta años después, su autor, Gabriel Janer Manila  transformó aquel testimonio en una novela, 'He jugat amb llops', la cual ganó el premio de lengua catalana Joaquim Ruyra 2009.

"Nunca he sido un lobo. Ni lo he sido, ni lo soy ahora, a pesar de que conviví con los lobos. No sé si llegamos a ser amigos. A veces me hubiera gustado ser un Lobo: caminar como los lobos - la cola alzada, la mirada despierta, las orejas tensas-, correr como ellos, oler como ellos y agujerear la oscuridad con los ojos". Así comienza el relato de Gabriel Janer.

A la novela además se le incorpora el ensayo que recopila los estudios del profesor Janer titulado precisamente "Entre llops" (versión en catalán) y que se publica justo en el momento del estreno de la versión cinematográfica. Pero como sucede, cine y literatura son dos universos diferentes. La película se recrea en la naturaleza que acogió a Marcos. La novela, lo hace en la psicología del personaje. En cualquier caso, son mundos complementarios. Si el filme tiene la exquisitez de un equipo técnico de primer nivel rodando en la naturaleza que encabeza el prestigioso Joaquín Gutiérrez Acha y que abre una página inédita en la historia del cine español, la obra de Gabriel Janer tiene el lenguaje pulcro y la sensibilidad de alguien que convirtió la vida de Marcos en materia de estudio. Pocas veces, se da esta doble condición de experto y divulgador a la vez. Porqué en la historia de la obra literaria podemos sumergirnos en como se pasa del aprendizaje espontáneo a otro de socializado. El protagonista sabía de la naturaleza cada detalle pero desconocía los nombres de los animales y de la vegetación. El lenguaje hace aparecer realidades que el conocimiento ya conocía. En cualquier caso ambos son complementarios. En un momento en que el retorno a la naturaleza entendido como la necesidad de protegerla de la orgiástica depredación que la Sociedad Occidental le está infringiendo, Entrelobos, es un brisa de frescura para recordarnos los beneficios de su conservación. En cierto sentido, la historia de Marcos, fruto de un inhumano gesto (la venta de una vida humana y su posterior abandono) es el reverso de lo que la "naturaleza" es capaz para preservar la vida humana.

La génesis de un film sin precedentes en el Estado español*

zoom

Una vida que empieza dentro de la sociedad humana y que deberá abrirse paso sólo con la ayuda de la naturaleza.

El 20 de enero de 2007, en las portadas de varios diarios españoles aparecía la foto de una chica de rasgos asiáticos que había estado 20 años perdida en las selvas de Camboya. Uno de estos periódicos cerraba la noticia con la dirección de una página en Internet, www.feralchildren.com, que hablaba ampliamente de este caso y de otros similares. Para los que nos empeñamos en buscar historias que contar, esta página podría ser un buen lugar donde encontrar algo interesante, pensé, así que encendí el ordenador y accedí a ella. Su contenido me pareció extraordinario, incluía una lista de 137 casos documentados de niños y niñas que fueron confinados por sus padres, o se perdieron en la naturaleza, o fueron abandonados y lograron sobrevivir gracias a su instinto de supervivencia o con ayuda de animales salvajes. Aparecen ordenados por antigüedad, desde el primer caso del que se tiene constancia, allá por el año 250, un muchacho italiano criado por una cabra, hasta el último descubierto hace tan sólo unos meses en Rusia.

Fui pinchando uno por uno, descubriendo historias conmovedoras como la de un niño rumano de siete años, Traian Caldarar, escondido en las montañas de Transilvania durante tres años huyendo de la violencia familiar. Lo encontró un pastor viviendo en una caja de cartón, no sabía hablar y estaba desnudo junto a un perro muerto del que se alimentaba. O el de las hermanas Kamala y Amala, dos de los casos más interesantes de niños salvajes. En 1920, el reverendo Joseph Singh, un misionero que dirigía un orfanato al norte de la India, escuchó a los nativos hablar de que dos niñas habían sido vistas acompañadas de una manada de lobos cerca de Midnapore, en la jungla de Bengala. Intrigado y ante la insistencia de los campesinos, el misionero construyó un escondite en la copa de un árbol, justo encima de una guarida de lobos. Con la salida de la luna llena, el misionero vio salir a los lobos y, tras ellos, a dos figuras deformes y jorobadas.

Los lobos sirvieron al joven Marcos de sustento social.

Leyendo detenidamente cada una de las historias, fui recorriendo la larga lista hasta llegar al año 1965, donde aparecía un nombre, Marcos Pantoja, y seguido de: Sierra Morena, España, y entre paréntesis (Isolated). Me entró una cosilla por el cuerpo, como un pellizco en la tripa. Porque en ese instante intuí que ahí, detrás de ese nombre, se escondía una gran historia. Cliqueé. Conforme iba leyendo me iba emocionando porque lo que allí se describía era algo fabuloso que reunía los ingredientes perfectos para el guión de una película. Cuando acabé de leer el artículo, junté las manos, apoyé la frente sobre ellas, metí la nariz en medio y supliqué para que Marcos siguiera vivo. Si la información era correcta, tendría 62 años.

En la parte superior derecha de la página había una pequeña foto de Marcos en blanco y negro y, debajo, una escueta ficha en la que se daban algunas fechas y datos. Más abajo, en otro recuadro, se podía leer: «Conozca más acerca de Marcos Pantoja en», y escrito en inglés y catalán, el título de un libro: «He jugat amb els llops». Pinché el enlace en inglés (no hablo catalán) y se me abrió una nueva página con el nombre del autor, Gabriel Janer Manila. Días más tarde recibí un mail de Gabriel citándome dos semanas más tarde en su despacho de la Universidad de Palma de Mallorca.

Es difícil comprender como la socialización de los seres humanos puede hacernos acabar olvidando la importancia de vivir en armonía con nuestro entorno.

Llegó el día de la cita. Estuvimos charlando cerca de dos horas y luego me invitó a almorzar antes de tomar mi avión de regreso a Madrid. Durante el vuelo trataba de ordenar todo lo que Gabriel me había contado, y no dejaba de preguntarme cómo una historia tan increíble había podido caer así en el olvido. ¿Quién no ha oído hablar del 'Pequeño Salvaje' de Trufaut? Por un lado estaba muy contento porque la charla con el antropólogo no hizo más que apuntalar la fabulosa historia de Marcos, respaldada por su tesis doctoral y que posteriormente terminó publicándose en un libro. Pero por otro, estaba algo preocupado porque Gabriel llevaba 15 años sin tener noticias suyas y pensaba que podría estar muerto.

Unas semanas más tarde enfilaba la A-4 en dirección a la Añora (Córdoba), el pueblo donde Marcos nació, para continuar con la investigación. Por el camino logré contactar con Bartolomé, su alcalde, quien tres horas después me recibía en el Ayuntamiento. Mientras le contaba la historia él me miraba con ojos de incredulidad. Nunca había oído hablar de ello, pero lo que sí me consiguió fue su partida de nacimiento y con ella, comenzamos a tirar de la madeja. Alguien del propio Ayuntamiento conocía a una prima de Marcos que vivía en el vecino pueblo de Alcaracejos y, después de visitar la casa donde él nació, fui a verla. Me contó que las últimas noticias que tenía eran de hacía unos 13 años; que vivía en una cueva en Alhaurín el Grande, en Málaga, y que una vez fue a verlo, pero no lo encontró. También me dijo que un vecino le comentó que solía bajar al bar de la Casa de Cultura a tomarse unas cervezas, pero que hacía bastante tiempo que no lo veía.

La historia de un niño crecido en aislamiento puede proporcionar evidencia del impacto relativo de la «naturaleza» (las características innatas de un niño) y la «crianza» (educación familiar, escolar y otros factores de influencia social).

Regresé a Madrid y la búsqueda de Marcos entró en vía muerta. Pero unos meses más tarde, cuando estaba preparando con José María Morales, mi productor, el viaje a Alhaurín para continuar con las pesquisas, llegó el golpe de suerte. En ese tiempo una amiga se estaba divorciando de su marido y contrató a un detective privado para que averiguase si tenía una amante. En 24 horas los fotografió besándose a las puertas de un restaurante, así que pensé: «Este tío es un fenómeno, si ha sido capaz de pillarles rápido, no creo que tenga mayor problema en averiguar si una persona está viva o muerta». Le telefoneé, le di los datos y esa misma noche me devolvió la llamada: «Gerardo, ya lo tengo localizado. No te vayas para Málaga porque vive en una aldea de Orense, apúntate el teléfono». Cuando colgué me temblaban las manos. Habían pasado 10 meses desde que descubrí su historia en Internet.

El teléfono sonó varias veces antes de que alguien contestara al otro lado. Su voz tenía un marcado acento gallego. Me presenté y le pregunté si allí vivía Marcos, el chico que estuvo aislado 12 años en Sierra Morena. El hombre guardó unos segundos de silencio antes de contestarme: «Sí, vive aquí. ¿Pero qué quiere usted?». Le expliqué con detalle que llevaba casi un año buscándolo, cómo descubrí su historia; Gabriel el antropólogo; su casa en Añora, y también que conocí a varios familiares que querían saber de él. «No sé si querrá hablar con usted, pero llame en 10 minutos». Y me colgó el teléfono.

No esperé ni tres minutos y volví a llamar, estaba deseando hablar con Marcos. «¡Digaaaaaa!». Era él. Y cuando por fin oí su voz, me emocioné. Se me hizo un nudo en la garganta.

Entrelobos es uno de los filmes de matiz ecológico más sobrecogedor del cine español de las últimas décadas.

— Hola paisano, llevo casi un año buscándole. Por fin le encuentro.
Marcos se rió con una sonora carcajada.
— He estado con algunos familiares suyos que también han intentado localizarle.
Guardó silencio y luego me contestó:
— Güeno, es que mi vida a sío dura.
— Lo sé. Me gustaría conocerle personalmente y que charlemos largo y tendido...
— Pues véngase por aquí, vivo en... ¿Pero cómo coone me ha encontrao?
— Mañana se lo cuento en persona, si no le viene mal.
— ¿Mañana? Está bien, por mí no hay problema.

Colgué el teléfono y me quedé un buen rato en silencio con una sonrisilla de felicidad. Al día siguiente, por fin, iba a conocer a Marcos.

* Texto basado en el dossier de prensa elaborado por Wanda Vision recopilando la génesis que llevó al director Gerardo Olivares a filmar Entrelobos. Fotogramas de Wanda Vision.

 

Modificado
09/02/2017

Suscríbete a Terra Boletines

Te mantendremos al día de lo que hacemos

Ayúdanos a buscar soluciones para la #emergenciaclimática

Puedes contribuir a reducir las emisiones de CO2, y fomentar la investigación científica en ecología práctica
 

Dona ahora

 

Facebook Twitter YouTube LinkedI